Dos 'polimilis' que rehicieron su vida
I?aki ?lava y Eneko Yarza han vuelto a ocupar los puestos de trabajo que ten¨ªan antes de exiliarse
M¨¢s de 70 refugiados vascos han cruzado la frontera vasco-espa?ola desde que los s¨¦ptimos anunciaron su decisi¨®n de abandonar las armas en septiembre de 1982, con la intenci¨®n de recuperar el entorno que dejaron en Euskadi hace unos a?os. I?aki ?lava y Eneko Yarza son dos ex activistas de ETApm que se reincorporaron hace varios meses a sus respectivos pueblos, situados en la zona minera vizca¨ªna. Los dos han encontrado el mismo trabajo en el momento de exiliarse. En unas declaraciones concedidas a EL PAIS los ex etarras reconocen su situaci¨®n de privilegio respecto a otros compa?eros que a su vuelta no han hallado empleo.
Superado el trasiego de los meses posteriores a la hist¨®rica reuni¨®n en la que decidieron abandonar las armas, los polimilis comenzaron a apuntarse al subsidio de desempleo franc¨¦s, que les permiti¨® encontrar trabajo a unos y salir del apuro econ¨®mico que se les presentaba a la mayor¨ªa. Desde la autodisoluci¨®n hasta que gran parte del colectivo ha pasado la frontera ha transcurrido casi un a?o, en el que, de no ser por la ilusi¨®n que todos ten¨ªan por regresar a Euskadi, la desmorafiz aci¨®n hubiera hecho mella en este grupo, que reconoce haber pasado momentos "muy tensos".Su vida comenz¨® a cambiar desde que decidieron abandonar las armas, puesto que el ritmo loco de las sucesivas citas que la mayor¨ªa de militantes ten¨ªa durante su jornada se vio sustituido por los paseos, la lectura y la b¨²squeda de trabajos temporales. Eneko Yarza tuvo suerte y encontr¨® un empleo, que consist¨ªa en limpiar lavabos en un camping, durante seis meses. I?aki ?lava estuvo a punto de ser contratado como conductor, pero no pudo conseguir el empleo por que le exig¨ªan el carn¨¦ de primera, que no ten¨ªa.
Los dos coinciden en se?alar que la obsesi¨®n por el regreso les manten¨ªa unidos, ya que, de lo contrario, se hubieran desesperado: "Ha sido mucho tiempo el que hemos tenido que esperar para que,se resolviera la situaci¨®n legal de cada uno de nosotros". Adem¨¢s de las dificultades de infraestructura que vivieron en los primeros momentos ("ya que nos quedamos apenas sin pisos y llegamos a concentrarnos m¨¢s de siete personas en lugares para dos"), el hecho de que los ciudadanos vascos pudieran considerarles "arrepentidos" les quitaba el sue?o.
"Nos mosqueaba mucho que la gente pudiera creer que nos arrepent¨ªamos de nuestra historia y que ¨ªbarnos a delatar a presuntos militantes de ETA. Eso era absurdo, y no preocupaba que la gente no entendiera que dej¨¢bamos las armas, pero con m¨¢s ganas que nunca de continuar luchando por este pa¨ªs. Ahora, con la vuelta, hemos poclido comprobar que todo era fruto de un malentendido y de determinadas versiones de la Prensa, ya que en los ambientes de Euskadi no hemos notado ninguna reticen.cia hacia nosotros, sino todo lo contrario".
Las arnenazas que recibieron de los octavos, sin embargo, no les preocuparon ni un ¨¢pice. Sab¨ªan que sus antiguos compa?eros de ETA estaban nerviosos no s¨®lo porque perd¨ªan un nutrido n¨²mero de militantes cualificados, sino porque ¨¦stos decid¨ªan regresar a Euskadi.
"Los avisos no reflejaban m¨¢s que preocupaci¨®n de los octavos por la shuaci¨®n en la'que se quedaban; las amenazas no significaban otra cosa, en nuestra opinion, que unaniera declaraci¨®n de principios de una organizaci¨®n armada, pero nunca nos lo tomamos en serio; sirnplemente nos limitamos a denunciarlo en una rueda de prensa, por si acaso".
Juergas para celebrar la vuelta
De los dos ex militantes de ETA, I?aki ?lava regres¨® el primero. El 25 de marzo de 1983 llegaba a San Salvador del Valle, el pueblo vizca¨ªno de la margen izquierda, en donde naci¨® hace 28 a?os. Hijo de un electricista de la empresa Babkock Wilcox -que muri¨® en un accidente de trabajo-, I?aki ?lava trabajaba en una cooperativa de muebles desde los 16 a?os. Pertenec¨ªa a ETA desde 1978, y dos a?os despu¨¦s, cuando compatibilizaba su cargo p¨²blico de concejal de Euskadiko Ezkerra con su actividad clandestina, se exili¨® a Francia porque la polic¨ªa le buscaba.
Sab¨ªa que al regresar a Euskadi tendr¨ªa trabajo, el mismo que dej¨® en 1980. "Abandon¨¦ la cooperativa sin avisar, pero durante este tiempo hemos mantenido contac to, ya que algunos compa?eros me visitaban en Francia. Despu¨¦s de la disoluci¨®n, me ofrecieron rein corporarme al trabajo. Y contin¨²o en la cooperativa, cumpliendo con mi jornada laboral de siete de la ma?ana a tres de la tarde". I?aki ?lava, que se ha incorporado tambi¨¦n a la actividad pol¨ªtica de Euskadiko Ezkerra, se est¨¢ preparando para estudiar por las tardes Sociolog¨ªa en la universidad. Ha aprovechado tambi¨¦n la normalizaci¨®n legal de su vida para casarse con Mar? ?ngeles Ozerin, tambi¨¦n ex militante de ETA, a la que conoci¨® en Francia.
Las celebraciones con motivo de su retorno se han sucedido constantemente. "Los amigos me dan la enhorabuena". Dice I?aki que esperaba una buena acogida, pero no se imaginaba tantas celebraciones: "Llevo ya contabilizadas 75 chuflas".
Eneko Yarza volvi¨® dos meses m¨¢s tarde que su compa?ero. Es hijo de un obrero, ya jubilado, de la empresa Patricio Echeverr¨ªa. Aunque naci¨® hace 37 a?os en la localidad guipuzcoana de Legazpia, se ha reincorporado a la localidad minera de Gallarta, en donde trabaja como profesor de euskera, por las tardes, en una escuela de adultos.
Se muestra reservado, por lo t¨®pico que pueda parecer, a la hora de reconocer su trayectoria religiosa, ya que ingres¨® a los 12 a?os, en la orden de La Salle, a la que te¨®ricamente todav¨ªa pertenece. Siendo fraile comenz¨® a colaborar con ETA en 1966, desde el convento. "Hac¨ªa de cartqro, pero no de sobres, sino de paquetes". Para superar la crisis de aislamiento social que sufri¨® en el convento decidi¨®, en 1975, ir a vivir, con tres compafleros m¨¢s, a un lugar en donde tuvieran contacto directo "con el pueblo". Eligieron Gallarta, "como ejemplo de zona fustigada por la injusticia", en donde se instalaron en un piso. En aquella ¨¦poca, Eneko imparti¨® clases de euskera hasta que se exili¨® en 1978. Durante su estancia en Gallarta conoci¨® a una chica, que actualmente es su compa?era, con la que tiene un hijo. En Francia vivieron en un caser¨ªo en el que criaban cabras, vacas y gallinas.
Ahora, en Gallarta, Eneko y su compa?era han vuelto a elegir el rr¨¢smo sistema de vida. "Es una forma de protesta contra la sociedad de consumo", dice Eneko. Ha podido recuperar su trabajo de profesor de euskera en la escuela para adultos. Euskadiko Ezkerra le ha incluido en las Estas electorales, pero asegura que no tiene ganas de participar activamente en la campa?a.
No han tenido problemas de acogimiento en sus antiguos ambientes. Les preocupa la reincorporaci¨®n econ¨®mica; consideran que ellos son de los privilegiados, ya que hasta la fecha muchos de los ex militantes de ETA que han vuelto a Euskadi y tienen que buscar trabajo por primera vez se encuentran en paro.
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