La conversi¨®n de los 'arrepentidos'
Los terroristas italianos han iniciado una religiosidad que ha tenido eco en el Papa, especialmente durante su visita a los presos
La ultima novedad en torno a los presos arrepentidos de las Brigadas Rojas es su presunta y sorprendente conversi¨®n religiosa, seg¨²n ha revelado L'Espresso. Pero no es ¨¦sta la ¨²nica sorpresa el posterrorismo de la extrema izquierda italiana. Las confidencias de cuatro ex terroristas a Panorama, no exentas de dramatismo, y la intenci¨®n de algunos de ellos de fundar un sindicato que recoja sus reivindicaciones desvelan el mundo subterr¨¢neo del terrorismo.
El ultimo cap¨ªtulo de revelaciones sensacionales las acaba de hacer un infiltrado, quien asegura que la polic¨ªa le ayudaba a hacer peque?os atentados para obtener mayor credibilidad antes sus compa?eros terroristas y poder traicionarlos despu¨¦s.El primer arrepentido, Patrizio Peci, afirma en su libro Yo, el infame, que s¨®lo al salir de aquella pesadilla de muerte te das cuenta de que polic¨ªas, carabineros y magistrados que hab¨ªas matado o deseabas hacerlo son personas estupendas". El mismo confiesa que la gran desilusi¨®n de los brigadistas fue que, tras haber entrado con el pecho inflado de ilusiones e idea les grandes, casi como un misionero "te das cuenta despu¨¦s que la vida de los terroristas est¨¢ tejida de mezquindades, banalidades, miserias, peque?eces y hasta groser¨ªas insoportables".
Sobre toda esta compleja problem¨¢tica empieza a existir una rica y apasionante literatura. Mucha a¨²n sin publicar, como las cartas desde la c¨¢rcel de terroristas y familiares de sus v¨ªctimas, o con madres de terroristas a¨²n en la clandestinidad. Y sobre todo con sacerdotes, con obispos, con escritores cat¨®licos y, se asegura, hasta con el mismo papa Juan Pablo II.
Y es que son ya un ej¨¦rcito los detenidos por acusaciones de terrorismo pol¨ªtico: m¨¢s de 5.000. De ellos, m¨¢s de mil han sido cogidos gracias a las confesiones de sus ex compa?eros arrepentidos que suman ya m¨¢s de 500. Y se dice que el Papa podr¨ªa pedir al final del A?o Santo la amnist¨ªa para los terroristas pol¨ªticos que no se han manchado de sangre.
Lo m¨¢s parad¨®jico del caso es que hoy el di¨¢logo m¨¢s vivo entre terroristas detenidos y el mundo libre tiene lugar sobre todo con "polic¨ªas, carabineros y curas". Ha sido, por ejemplo, un polic¨ªa el que detuvo a los carceleros del general americano James Lee Dozier, se cuestrado por las Brigadas. Rojas quien ha presentado ahora al par lamento una ley especial para los disociados, tras haber salido elegi do como diputado socialdem¨®crata en las ¨²ltimas elecciones.
Y ha sido un capell¨¢n de la c¨¢r cel especial de Nuoro, en Cerde?a Salvatore Buisu, y su obispo, Giovanni Melis, quienes acaban de evitar que acabara tr¨¢gicamente una huelga. de hambre de un grupo de terroristas, presionando al ministro de Gracia y Justicia para que escuchara algunas de las peticiones de los brigadistas.
La visita del Papa a los presos
Cuando, el 27 de diciembre pa sado, Juan Pablo II fue a visitar en la c¨¢rcel romana de Ribibbia a su agresor, el terrorista turco Al¨ª Agca, la mayor sorpresa pol¨ªtica de aquella hist¨®rica jornada fue la ac titud respetuosa,.-atenta y hasta confidencial de algunos brigadist¨¢s de fama internacional. Fue un acusado de terrorismo pol¨ªtico quien ley¨® unas palabras de afecto al Papa en nombre de sus compa?eros. Y dos personajes como Valerio Morucci, de la columna romana de las Brigadas Rojas, y Chicco Funaro, acusado de consti tuci¨®n de banda armada y de subversi¨®n contra el Estado, ambos en el grupo de los irreducibles,, se inclinaron respetuosamente ante Juan Pablo II estrech¨¢ndole afablemente la mano.
Y cuando el cardenal arzobispo de Mil¨¢n, Carlo Maria Martini fue a celebrar la misa en la c¨¢rcel de San Vittore, la pasada Navidad, se le acerc¨® Enrico Galmozzi acusado junto con su mujer, Gitilia Borelli, de pertenecer a Primera L¨ªnea, para pedirle que bautizara a sus mellizos que acababan de nacer en la c¨¢rcel.
Y un brigadista rojo como Franceschini, que no est¨¢ bautizado, ha confiado al capell¨¢n de la c¨¢rcel de Nuoro: "La ¨²nica institucion que hoy hace un discurso serio sobre la paz es la Iglesia, y particularmente el papa Wojtyla". Y Roberto Ognibene, considerado como uno de los brigadistas rojos m¨¢s duros, le ha dicho a Marco Pannella, que fue a visitarlo cuando estaba en la c¨¢rcel grav¨ªsimo a causa de una largu¨ªsima huelga de hambre: "Yo, que he sido marxista hasta ayer, estoy convencido de que la Iglesia comprende hoy mejor que vosotros, los pol¨ªticos, los verdaderos problemas de la c¨¢rcel".
Y Mario Ferrandi, apodado El Conejo, acusado de terrorismo en diversos procesos, escribe desde la c¨¢rcel de Alejandr¨ªa: "Podr¨ªa parecer extra?o en boca de un terrorista, pero estoy seguro que Dios, de una experiencia de muerte, puede hacer surgir la vida", y a?ade: "Lo que estoy experimentando dentro de m¨ª es que una tensi¨®n contra las reglas del absurdo juego del terrorismo conduce inevitablemente al mundo de lo sagrado".
Correspondencia desde la c¨¢rcel
?C¨®mo empez¨® entre los terroristas todo este proceso de conversi¨®n religiosa? Al parecer, de un intercambio epistolar entre el intelectual brigadista Enrico Fenzi y el jesuita Adolfo Bachelet, hermano del magistrado asesinato por las Brigadas Rojas. Desde entonces, no s¨®lo en la c¨¢rcel de Alejandr¨ªa, sino de muchas otras, varios brigadistas escriben al jesuita, quien asegura que no todos son brigadistas arrepentidos. M¨¢s a¨²n, existe la impresi¨®n de que los m¨¢s atormentados espiritualmente son los que no han consentido colaborar con la polic¨ªa ni delatar a sus compa?eros, y que han preferido ser condenados a cadena perpetua. Esto es lo que ha llevado al te¨®logo y escribor Baget-Bozzo a escri-
La conversi¨®n de los 'arrepentidos'
bir en L'Espresso, para explicar este fen¨®meno de las conversiones de los brigadistas, que en Italia "la violencia pol¨ªtica no ha nacido por motivos banales. Ha tenido m¨¢s bien una carga de absoluto y, por tanto, una potencialidad religiosa". Y ha a?adido, creando ense guida una polvareda de discusiones, que "precisamente porque ha existido un empe?o total de la pqr sona" en la entrega al terrorismo, estas personas "pueden hoy sopor tar la tortura objetiva de una c¨¢rcel especial y dar un salto de calidad y vivir la rara experiencia de lo divino". Y subraya que por eso no es imposible la conversi¨®n de uno de estos terroristas, mientras es muy dif¨ªcil la de Cutolo o la del general Giudice, por ejemplo. Las Brigadas Rojas asesinaron a Roberto Peci, hermano de Patrizio, para vengarse de las delaciones de ¨¦ste. Ahora Patrizio acaba su libro Yo, el infame, diciendo que se ha enamorado de una joven muy religiosa, la cual, escribe, "poco a poco me est¨¢ conduciendo hacia la fe. Juntos leemos una biblia que nos ha regalado un carabinero, y esto me parece como un s¨ªmbolo y como un sello puesto sobre mi vida pasada".
A Baget-Bozzo ha respondido enseguida el escritor no creyente Baniamino Pl¨¢cido, quien le recuerda unas palabras de Lucrecio. Dice el escritor: "Antes de las cruzadas religiosas, de los cr¨ªmenes de la Inquisici¨®n, de las matanzas de la noche de san Bartolomeo", Lucrecio hab¨ªa afirmado ya que "la religi¨®n puede parir acciones inip¨ªas".
Y comenta que si han podido matar "movidos por principios religiosos", que "no pretendan tambi¨¦n la absoluci¨®n".
La pol¨¦mica conversi¨®n no es m¨¢s que un patetismo m¨¢s a a?adir la larga historia de dramas y miserias personales de los terroristas. El primer momento para todos era de exaltaci¨®n. Describen el primer encuentro en la clandestinidad con los jefes de las Brigadas Rojas como una fiesta incre¨ªble. "Cuando me dijeron: 'Te vas a encontrar con un dirigente de las Brigadas Rojas', me pareci¨® imposible. No pod¨ªa creerlo". Es como si un muchacho que juega al f¨²tbol conoce al entrenador de la selecci¨®n nacional.
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