El funcionamiento de la empresa p¨²blica
No es cierto que la empresa p¨²blica no funcione, sino que sus beneficios no son solamente los de alcanzar un lucro econ¨®mico, sino asegurar servicios a los ciudadanos, dice el autor de este trabajo. Pero tambi¨¦n habr¨¢ entonces que medir la rentabilidad de estos servicios y suprimir toda posible corrupci¨®n en su funcionamient¨® o su utilizaci¨®n, como ha sido frecuente, a manera de sistema de retribuciones a pasadas fidelidades.
Mucha gente as¨ª lo cree. Los ultraliberales afirman que la ¨²nica empresa que funciona es la empresa privada, que produce para el mercado y recibe del mercado tanto la sanci¨®n por sus errores como la recompensa por sus aciertos.Para ellos, y para otras gentes, el aspecto que diferencia a la empresa privada de la p¨²blica es que, en aqu¨¦lla se dan las condiciones para realizar un c¨¢lculo econ¨®mico de costes y beneficios, que facilita el reparto de responsabilidades y la toma de decisiones para asegurar su eficiencia.En la empresa p¨²blica parecer¨ªa que el c¨¢lculo de los costes y beneficios es m¨¢s dif¨ªcil y m¨¢s dificil tambi¨¦n la asignaci¨®n de responsabilidades a los dirigentes, administradores y funcionarios cuando las cosas van mal.
Efectivamente, los beneficios de las empresas p¨²blicas se tienen que determinar en funci¨®n de los objetivos que se han fijado, qu¨¦ no son generalmente el conseguir a corto o mediano plazo un lucro econ¨®mico, sino, m¨¢s bien, el asegurar un determinado servicio a los ciudadanos, el producir ciertos efectos sociales, como mantener el empleo, servir al prestigio nacional, controlar la producci¨®n de bienes estrat¨¦gicos, estimular nuevas l¨ªneas de, investigaci¨®n, etc¨¦tera.
Hay empresas que funcionan con una apariencia de empresas privadas, produciendo bienes y servicios para un mercado competitivo junto a otras empresas privadas nacionales o extranjeras. Pero parece que tampoco ¨¦stas tienen un motivo claro de. lucro como las dem¨¢s, sino que est¨¢n movidas por objetivos extraecon¨®,micos de car¨¢cter vario. Pensemos, por ejemplo, en los Paradores Nacionales de Turismo, en la Agencia de Viajes Marsans, en Explosivos R¨ªo Tinto, Iberia, Seat y tantas otras cuyo objetivo no es, evidentemente, ganar dinero, ya que no hacen m¨¢s que generar d¨¦ficit crecientes.
Cualquiera que sea el tipo de beneficios que se pretenda obtener en las empresas p¨²blicas, una cosa es clara: no pueden obtenerse con un coste desproporcionadopara la sociedad. Se comprende que en un pa¨ªs debe haber un servicio postal o un servicio ferroviario, aunque sea con un d¨¦ficit -que es una forma de subsidiar estas importantes actividades-, pero no se comprende que estos d¨¦ficit crezcan continuamente y que se renuncie a establecer una cierta adecuaci¨®n de los costes a los beneficios sociales.
Cuando el conjunto de empresas p¨²blicas crea serios problemas de financiamiento al Estado, urge examinar -y no s¨®lo por medio de auditor¨ªas- si los beneficios sociales y pol¨ªticos, en todo caso extraecon¨®micos, son tan necesarios para la sociedad y se dan en una medida tal que justifiquen los costes. En Espa?a hay la fundada sospecha de que algunos de los presuntos beneficios extraecon¨®micos a las empresas p¨²blicas no representan verdaderamente -beneficios para sectores mayoritarios de la sociedad: la agencia Efe, Viajes M¨¢rsans, los Paradores de Turismo, Iberpiel, por citar algunas, son empresas que bien pudieran ser privatizadas ma?ana mismo sin ocasionar ning¨²n perjuicio a la sociedad.
Beneficio social y d¨¦ricit econ¨®mico
Otras empresas p¨²blicas rinden beneficios reales a la sociedad: Renfe, Iberia, Astilleros, INH, etc¨¦tera, pero cabe todav¨ªa preguntarse si los beneficios son tan grandes que compensan el enorme d¨¦ficit que arrastran o si m¨¢s bien los beneficios reales de estas empresas en su funcionamiento diario, con mal servicio y baja productividad, est¨¢n muy por debajo de los beneficios te¨®ricos que se aducen para justificar una y otra vez su ruinoso funcionamiento.
Tiene que haber una- manera de evaluar real¨ªsticamente estos beneficios, aun sin reducirlos a cantidades de dinero,- pero d¨¢ndoles una dimensi¨®n que sea de alguna forma mensurable. Para esto hay procedimientos que son dificiles de aplicar, pero que por la gravedad del asunto deben ser aplicados. Y, sobre todo, tiene que haber decisiones firmes y claras para adecuar los costes, directos y sociales, a la cuant¨ªa y calidad de los beneficios de las empresas p¨²blicas, si ¨¦stos no pueden mejorar. Hace falta asimismo determinar criterios para repartir las respon sabilidades del mal funcionamien to de las empresas p¨²blicas, a los directores,administradores o fun cionarios, seg¨²n criterios de capacidad y eficiencia, dejando de lado los criterios de clientela pol¨ªtica que han predominado en el pasado. L¨®gicamente, al tener un siste ma de evaluar el logro de los objetivos en las empresas p¨²blicas, se facilitar¨¢n los procedimientos para evaluar las actuaciones de sus directivos. Cuesti¨®n aparte, m¨¢s grave y que exige una m¨¢s inmediata soluci¨®n, es la corrupci¨®n de las empresas p¨²blicas, que supone el derroche.delictivo -no ya por falta de eficiencia, sino por falta de ¨¦tica- de los dineros p¨²blicos. Algunas empresas p¨²blicas han servido como elementos de un sistema de retribuciones por medio del cual la dictadura recompensaba la fidelidad de sus servidores y transfer¨ªa recursos a ciertos sectores privilegiados. Ahora, y para liquidar las herencias de la dictadura, hay que suprimir ese sistema de pagos y esos mecanismos de transferencia, que son netamente injustos y frecuentemente ineficientes.
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