Aventuras
Ya no quedan imperios que conquistar, brumas que desentra?ar, territorios desconocidos cuyas ¨²nicas fronteras sean las imaginarias. Las sirenas se han muerto y est¨¢n vendiendo Itaca en coquetas parcelas de protecci¨®n oficial. La medida del h¨¦roe se corresponde con lo ins¨®lito de su haza?a, con el car¨¢cter ¨²nico de su empresa. Pero hoy las gestas se han socializado. Hoy la heroicidad consiste en sobrellevar el paro o en llegar a fin de mes con una parca pensi¨®n de 2.000 duros. No es que el esfuerzo sea menor: me parece m¨¢s admirable aguantar la miseria de tu jubilaci¨®n que la embestida de un vulgar minotauro. Pero es menos est¨¦tico.Sucede que ahora vivimos instalados en la precariedad. Anta?o la gente cre¨ªa en la solidez del mundo, y los h¨¦roes eran seres ah¨ªtos de rutina que abandonaban voluntariamente la estabilidad para enfrentarse al azar. Pero la sociedad actual es la apoteosis del azar: desayunamos dudas y cenamos sospechas de desastre. No tenemos idea de lo que nos puede deparar el d¨ªa de ma?ana: exactamente igual que Ulises, pero obligatoriamente y a lo bestia. No es de extra?ar que a?oremos aquellos tiempos m¨¢s tranquilos en los que s¨®lo hab¨ªa que enfrentarse con dragones.
Atenta a esta nostalgia por la aventura cl¨¢sica, TVE ha puesto en marcha una ajetreada caza del tesoro. Mucho dinero, muchos medios y un h¨¦roe ya fond¨®n. A Miguel de la Quadra, buen periodista, se le pide una proeza imposible: hacernos creer que sus angustias televisivas son mayores que las nuestras, m¨¢s peligroso su descenso en helic¨®ptero que la paranoia at¨®mica de Reagan. No hay aventura m¨¢s tonta que aquella cuyo desenlace es previamente conocido, no hay enigma m¨¢s chapucero que aquel que todos saben. Y ¨¦sa es la impresi¨®n que da el programa: que todos est¨¢n al cabo de la calle, menos t¨². Las ¨²nicas h¨¢za?as consisten en ver a Miguel d¨¢ndose tripazos contra el agua, o despellej¨¢ndose las manos y mostrando a c¨¢mara unas piltrafitas de carne desollada. Han intentado recrear una aventura y se han quedado en peripecia. No acuso a TVE: es hija de su tiempo. El programa es el reflejo del ambiente.
No hay prueba m¨¢s clara de la decadencia de Occidente.
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