Los nuevos profetas armados del Islam
El integrismo religioso y pol¨ªtico de grupos revolucionarios de origen musulm¨¢n inquieta y preocupa a Occidente
Las actitudes revolucionarias que est¨¢n surgiendo en diversas facciones pol¨ªticas o religiosas de inspiraci¨®n isl¨¢mica inquietan a Occidente. Tildados de integrismo o de radicalismo, estos grupos, que siguen a pies juntillas los principios religiosos y los aplican a la vida civil, parecen caracterizarse por no estar coordinados, actuar espont¨¢neamente y crecer en reg¨ªmenes dictatoriales o represivos. Son un estallido popular que no est¨¢ exento de fanatismo y desesperaci¨®n y que, con frecuencia, no es m¨¢s que una manera primitiva de denunciar injusticias sociales sangrantes.
"Achhadu an la ilaha illa Allah, ua achhadu anna Mohammed rasul illah" ("No hay m¨¢s Dios que Al¨¢ y Mohamed es el enviado de Dios"). Con estas palabras simples para testimoniar la fe, que cada d¨ªa pronuncia un n¨²mero m¨¢s elevado de seres, cualquier persona se puede convertir al Islam e ingresar en la umma (comunidad) isl¨¢mica. Mil millones de personas, repartidos en m¨¢s de 50 pa¨ªses.El auge del islamismo, que preocupaba a Occidente hace una d¨¦cada, hoy le aterra. Las guerras -Afganist¨¢n, L¨ªbano, Irak-Ir¨¢n- y las revueltas -Egipto, Siria, Sud¨¢n, Nigeria, Senegal, Argelia y, en los ¨²ltimos d¨ªas, Tunicia y Marruecos-, se extienden por tierras del Islam. Esa expansi¨®n asusta no s¨®lo a Occidente, sino tambi¨¦n a los pa¨ªses del Este, muy en especial a la URSS, y a los propios pa¨ªses isl¨¢micos, en donde ese Islam revolucionario que env¨ªa a sus profetas armados por el mundo choca con el Islam moderado que entiende perjudica al cuestionamiento pac¨ªfico a que ellos mismos someten a sus propias sociedades.
Occidente tiene una raz¨®n muy concreta que temer: sus aprovisionamientos energ¨¦ticos se ven amenazados y su importante comercio con esos pa¨ªses est¨¢ en entredicho. La URSS se preocupa por el reforzamiento de la "revoluci¨®n rencorosa y sangrienta" del im¨¢n Jomeini, que en sus propias fronteras pone en tela de juicio la ocupaci¨®n sovi¨¦tica de Afganist¨¢n y cuyo militantismo se propaga a las poblaciones musulmanas de la Rusia europea y asi¨¢tica.
?Qui¨¦nes son esos islamistas que aterrorizan al mundo?. ?Se trata de una internacional de la religi¨®n, de unos caballeros templarios del Islam salidos de ¨¦poca y contexto, de un Opus De? que parte del Cor¨¢n en vez La Biblia? Occidente, que reduce a s¨ªmbolos y mitos todo aquello que no comprende y a la vez teme, vive la psicosis de unos hechos; que ha calificado de integrismo -versi¨®n cat¨®lica- o fundameni.alismo -versi¨®n sajona.
Para no entrar en el debate filos¨®fico que les diferencia, este art¨ªculo habla solamente de islamismo. Ese islamismo en auge es objeto de mayor atenci¨®n y miedo desde que la revoluci¨®n jomeinista sustituy¨® la esperanza por los cadalsos y la libertad por las ejecuciones sumarias en nombre de Dios. A los ojos de los occidentales, la reimplantaci¨®n en pleno siglo XX de la amputaci¨®n de miembros como castigo, en aplicaci¨®n de la charia'h (ley cor¨¢nica) que todos -moderados y radicales pretenden restaurar, esa reflexi¨®n a que se libran los pueblos del Islam, que tiene un lado muy leg¨ªtimo, se ha visto desacreditada. En Arabia Saudita se amputa la mano al ladr¨®n de un sablazo en la plaza p¨²blica; en Mauritania lo hace un cirujano profesional con un bistur¨ª.
Los revolucionarios no est¨¢n coordinados
Aunque los m¨¦todos para lograrlo difieren, de una manera general los islamistas aspiran a imponer la charia'h como norma para regular la vida de la sociedad en los pa¨ªses isl¨¢micos, a instaurar rep¨²blicas isl¨¢micas y a lograr un igualitarismo econ¨®mico y social que entienden es la amenaza m¨¢s pura del Cor¨¢n, estos objetivos no son exclusivos de los islamistas y en muchos pa¨ªses los comparten, en parte o parcialmente, algunos partidos. El Istiqlal marroqu¨ª, por ejemplo, basa su estrategia pol¨ªtica en la consecuci¨®n del igualitarismo, que tiene sus principales defensores en los ide¨®logos del partido, Abdelkrim Ghallab y Abu Bakr Kadiri.La mayor¨ªa de los soci¨®logos de los pa¨ªses isl¨¢micos coinciden en se?alar los siguientes datos b¨¢sicos de la expansi¨®n del Islam revolucionario: que no se extiende de una manera coordinada y concertada, ni en obediencia a un centro ¨²nico de irradiaci¨®n doctrinal, que el auge del islamismo es importante all¨¢ donde los reg¨ªmenes se han convertido en autoritarios y represivos y la democracia ha sido colocada en cuarentena.
Coinciden tambi¨¦n en que los islamistas se rebelan contra lo que consideran una acumulaci¨®n de fracasos en sus respectivas sociedades: fracaso en promocionar los valores propios, relegados frente a los valores occidentales, que consideran depravados; fracaso econ¨®mico al no haberse generalizado el trabajo ni reparado las desigualdades sociales, y fracaso social, ya que estiman que el desarrollo y la industrializaci¨®n, al favorecer la explosi¨®n urbana, rompen la estructura social tradicional en el Islam, basada en la tribu y la familia.
Islam oficial e Islam revolucionario se irritan por el folklorismo y la superficialidad con que se les trata y percibe en el mundo racionalista occidental y por el ate¨ªsmo comunista. El propio rey Hassan II se ha enfadado a veces cuando se ridiculiza en Occidente su condici¨®n de amir el muminin Gefe religioso) y se ha declarado asombrado de que nadie, por el contrario, se asombre de que la reina de Inglaterra, por ejemplo, sea lajefa de la Iglesia anglicana.
El recurso al Islam como fuerza en la sociedad no es nuevo. En tiempos de la colonizaci¨®n y los protectorados fue refugio de la propia identidad ante los intentos coloniales de despersonalizaci¨®n de los colonizados. Los colonizadores, a su vez, trataron de lograr para sus fines el concurso de los ulemas, lo cual, como en el caso de Marruecos, obtuvieron en varias ¨¦pocas hist¨®ricas. Las luchas emancipadoras en Tunicia, Argelia y Marruecos llevaron a cabo en medio de una vigorosa movilizaci¨®n desde las mezquitas, que entonces, al igual que en el presente, y siempre que falta la posibilidad de libre expresi¨®n, eran el ¨²nico lugar donde se pod¨ªa discutir colectivamente con cierta tolerancia.
Los Gobiernos moderados ¨¢rabes, como Arabia Saudita, contribuyeron enormemente en los a?os cincuenta y sesenta a la expansi¨®n del Islam moderado, para defenderse del nasserismo, primero, y del baasismo, despu¨¦s y, finalmente, de la revoluci¨®n. Los Herma nos Musulmanes, que han sido el origen de no pocas convulsiones en el mundo ¨¢rabe, en Egipto, Siria y la pen¨ªnsula Ar¨¢biga, fueron fundados en 1928 por el profesor Hassan el Bann, cuyos escritos en favor de la unidad ¨¢rabe y el panislamismo, contin¨²an influyendo a¨²n hoy entre las ¨¦lites del Mogreb y el mundo ¨¢rabe, en general.
La religi¨®n es todo en Paquist¨¢n
Se puede decir que Paquist¨¢n debe su existencia como Estado a la religi¨®n, que fue el factor aglutinador y de decisi¨®n de la comunidad isl¨¢mica del conjunto hind¨² La pr¨¦dica del jeque paquistan¨ª Abdala el Amududy, uno de los m¨¢s activos partidarios de la islamizaci¨®n de la vida, sigue siendo movilizadora en la actualidad entre millones de musulmanes, incluido Marruecos.En la Siria del rencor de los a?os revolucionarios proliferaron, ayudados, grupos islamistas como las Juventudes de Mohammed, las Falanges de Mohammed y, m¨¢s recientemente, la Vanguardia de los Hermanos Musulmanes. Estos grupos han sido hasta fechas muy recientes el origen de disturbios y revueltas populares.
Despu¨¦s de la llegada de Jomeini al poder en Ir¨¢n se multiplicaron las revueltas isl¨¢micas en todo el mundo, inspiradas, en la mayor¨ªa de los casos, por el contagio de la filosof¨ªa de la destrucci¨®n que rezuma el jomeinismo y que, para ciertas comunidades hist¨®ricamente pret¨¦ritas y aplastadas, puede resultar, y de hecho resulta, atrayente. Impulsado por Ir¨¢n ha surgido la cara secreta y realmente violenta del islamismo, en este caso chiita, que tiene sus grupos de acci¨®n armada clandestina que se entrenan en varios campos de Ir¨¢n, Siria y L¨ªbano y que intentan penetrar en el resto del mundo ¨¢rabe. Estos kamikazes del Islam los dirige Hussein Mussaui, que ya tiene su principal centro de expansi¨®n en L¨ªbano.
En Tunicia, Argelia y Marruecos el auge perceptible del islamismo se debe, seg¨²n los soci¨®logos, a varias razones. En Argelia, el partido ¨²nico FLN monopoliza la vida pol¨ªtica. Los Hermanos Musulmanes argelinos, que algunos han llegado a catalogar de la ¨²nica oposici¨®n al FLN, estuvieron en el origen de las revueltas de la Kabilia y las universidades argelinas. El asedio a Argelia es claro: el Consejo Isl¨¢mico de Londres la acaba de condenara "por no respetar los derechos humanos", y el otrora revolucionario Ahmed Ben Bella se ha lanzado a la oposici¨®n del r¨¦gimen argelino, ya sea desde Libia o desde Ir¨¢n, con una nueva perspectiva y estrategia religiosa.
En Tunicia, otro partido ¨²nico, el Desturiano, ocup¨® hasta fines del a?o pasado toda la arena pol¨ªtica y sindical. No en balde el islamismo es la fuerza m¨¢s temida de la Tunicia que prepara el postburguismo y ya existe un amplio debate nacional sobre si se legaliza o no al partido Movimiento de Tendencia Isl¨¢mica, que se basa en un Islam de derechas capitaneado por el jeque Abdekfattah Muru, que preconiza la implantaci¨®n de la charia y la rep¨²blica isl¨¢mica. La influencia de este jeque entre los adolescentes y los ni?os, desde que hace varios
a?os su movimiento fuera autorizado a predicar en las mezquitas y abrir escuelas cor¨¢nicas, se hizo patente en la participaci¨®n de ¨¦stos en las ¨²ltimas revueltas del pan.
En Marruecos, Hassan II, amir el mumini, rey y califa, parece mejor pertrechado desde el punto de vista de legitimidades para hacer frente a esos embites. Hist¨®ricamente, sin embargo, la monarqu¨ªa ha sido puesta en tela de juicio s¨®lo en nombre del Islam y los principios religiosos. A pesar del pluralismo oficial, la influencia de los partidos es superficial en unos Estados cuya principal dominante es, a fin de cuentas, la religi¨®n.
Los j¨®venes son los m¨¢s fervorosos
Los soci¨®logos coinciden en otro hecho de especial inter¨¦s: no son los viejos los que con m¨¢s asiduidad se acercan a las mezquitas, o a las tariqas (hermandades) secretas o semiclandestinas, sino los j¨®venes, los adolescentes, los universitarios y los profesionales. Esos "ni?os que los agitadores colocan al frente de las manifestaciones", como denunciaba hace unos d¨ªas el rey Hassan II, en la mayor¨ªa de los casos no necesitan que nadie les incite.
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