Zita Seabra
M¨¦dica y diputada comunista, ha sido la aut¨¦ntica protagonista de la batalla por la legalizaci¨®n del aborto en Portugal
En Francia, la ley que liberaliz¨® el aborto lleva el nombre de una mujer: Simone Veil. En Portugal, tambi¨¦n la batalla por la opci¨®n de las mujeres a disponer libremente del derecho a ser madres quedar¨¢ ligada al nombre de una mujer: Zita Seabra, de 34 a?os, m¨¦dica, diputada y miembro desde hace pocas semanas del Comit¨¦ Central del Partido Comunista portugu¨¦s.
A los comunistas portugueses no les gusta ventilar los problemas internos de su partido, pero Zita Seabra tendr¨ªa muchas cosas que decir acerca de las dificultades que tuvo para convencer a sus camaradas de la importancia y de la oportunidad de lanzar la batalla del aborto ocho a?os despu¨¦s de la revoluci¨®n de los claveles.
La primera derrota, las reticencias del partido socialista, la agitaci¨®n de la Iglesia, complicaron a¨²n m¨¢s las cosas. Y cuando Zita fue nombrada candidata del partido en Aveiro, en el norte de Portugal -zona predominantemente conservadora, donde los comunista hab¨ªan elegido en los anteriores comicios su primer diputado-, muchos pensaron que la direcci¨®n del PCP hab¨ªa echado a la joven parlamentaria de Lisboa a las fieras con la secreta esperanza de librarse de su presencia en el Parlamento de San Bento.
La situaci¨®n de la mujer
Pero Zita gan¨® la apuesta tan bien que los comunistas estuvieron a punto de elegir un segundo diputado en Aveiro: estaba hecha la prueba de que el tema del aborto era un excelente argumento electoral, a pesar de los obispos, y tal vez esta constataci¨®n haya ayudado a los socialistas a perder miedo al asunto. Y tambi¨¦n la situaci¨®n de la mujer en Portugal, a la que Zita Seabra dedic¨® toda su intervenci¨®n en el ¨²ltimo congreso del PCP: fue tan cr¨ªtica cuanto permite la dura disciplina impuesta a los comunistas portugueses, y obtuvo la mayor ovaci¨®n, despu¨¦s de Cunhal, cuando termin¨® de hablar y cuando fue anunciada su elecci¨®n para el comit¨¦ central.Es una mujer bonita, de aspecto fr¨¢gil; habla deprisa, pero con energ¨ªa; su rapidez nunca parece obedecer al nerviosismo o a la alteraci¨®n: es apenas el resultado de lo mucho que tiene que decir. Porque es mujer, y m¨¦dica, y trabaja incansablemente durante meses para preparar un informe que es el m¨¢s violento, cruel, a veces insoportable requisitoria contra el aborto clandestino, Zita imprimi¨® un fuerte impulso humanitario al proyecto de ley comunista sobre la despenalizaci¨®n del aborto. Con las informaciones recogidas hizo una especie de trinchera inexpugnable, con la cual interpela a la conciencia de sus colegas parlamentarios, hombres en su aplastante mayor¨ªa.
Nadie contest¨® seriamente a sus acusaciones. Los propios diputados democristianos prometieron tambi¨¦n "propuestas alternativas" para combatir este mal con medidas "no atentatorias al sagrado derecho a la vida".
Para Zita Seabra, no se trata de una cuesti¨®n personal, sino de una parte de la lucha de los comunistas por los derechos de todos los trabajadores, hombres y mujeres. Pero la opini¨®n p¨²blica portuguesa no olvidar¨¢ tan f¨¢cilmente que fue su voz la que denunci¨®, por primera vez, en el Parlamento "el submundo dram¨¢tico y silencioso que cruzan diariamente, con angustias, dolores y miedos, miles y miles de mujeres". Fue ella quien dijo que, aunque no existan estad¨ªsticas oficiales, se calcula entre 100.000 y 300.000 los abortos practicados anualmente en Portugal; que los hospitales de Lisboa reciben un caso de complicaci¨®n posabortiva cada media hora, y que de las 2.000 muertes y casos graves de mutilaciones irreversibles, la mayor¨ªa de las veces corresponden a adolescentes que esperaron hasta el cuarto o quinto meses del embarazo para revelar su situaci¨®n y acudir a una comadrona. Habl¨® tambi¨¦n de las mujeres cancerosas que ten¨ªan que salir del hospital para abortar clandestinamente, hasta que el Colegio de M¨¦dicos decidi¨® abrir, ilegalmente, una v¨ªa en favor del aborto terap¨¦utico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.