La falsedad del realismo
Seg¨²n parece, Los hijos de S¨¢nchez es fruto de una obsesi¨®n de Anthony Quinn, que ver¨ªa en el patriarca mexicano preocupado por reunir a su alrededor a los hijos habidos con 12 mujeres distintas una especie de monstruo de vitalidad, un personaje parecido al de Zorba. Teniendo en cuenta que Zorba supuso para Quinn el acceder a papeles de protagonista, no es extra?o que el docudrama mexicano, con toda su carga folletinesca, tuviera el atractivo de su populismo, de su aparente aproximaci¨®n a la realidad, siempre en la l¨ªnea de que es m¨¢s aut¨¦ntica una familia proletaria que otra peque?o-burguesa, y que ¨¦sta, a su vez, es m¨¢s veros¨ªmil que una de millonarios o de arist¨®cratas, confundi¨¦ndose cantidad con representatividad. Abona esta interpretaci¨®n la presencia de Stahis Giallelis, al que se rescata del olvido en que viv¨ªa despu¨¦s de Am¨¦rica, Am¨¦rica, para encargarle que de nuevo simbolice a los desheredados de la tierra, a los hijos que sue?an con emigrar.Que un filme trate el problema del machismo en la familia, con el subsiguiente bloqueo sentimental que comporta, especialmente para el patriarca d¨¦spota que todo lo controla y todo quisiera solucionarlo, no es nuevo. Pero a las pel¨ªculas no hay que exigirles novedades argumentales, sino capacidad para hacer vivir ciertas emociones que s¨®lo pueden nacer de un juego sutil de similitudes y diferencias.
Los hijos de S¨¢nchez
Director: Hal Bartlett. Int¨¦rpretes: Anthony Quinn, Lupita Ferrer, Dolores del R¨ªo, Stahis Giallelis, Katy Jurado. Gui¨®n: Cesare Zavattini, basado en el libro hom¨®nimo de ?scar Lewis.Locales de estreno: Palace y Pe?alver.
Bartlett no comparte este punto de vista y prefiere acumular datos y hechos, como uno de esos pretenciosos ensayos antropol¨®gicos -nada que ver con el original de Lewis- que inventan la historia a partir de un caso concreto al que se confiere un valor emblem¨¢tico. En descargo del director hay que hacer constar que le record¨® en su docudrama -la palabreja, como casi todas las acu?adas por el medio televisivo, define a un h¨ªbrido, un producto que est¨¢ a medio camino de la ficci¨®n y el documental, que ha heredado los defectos m¨¢s sobresalientes de los dos terrenos para quedarse s¨®lo en la superficie de las virtudes- e incorpora relaciones incestuosas, muertes, premios de loter¨ªa, hijas apaleadas, hijos jugadores y mujeriegos, prostituci¨®n, triunfo social, construcci¨®n de hogares, sociolog¨ªa de la mexicanidad y t¨®picos norteamericanos.
Esto y mucho m¨¢s -cada secuencia podr¨ªa ser un cap¨ªtulo de una radionovela que se titular¨ªa La mulata que quiso ser gringa-, al acumularse en las dos horas de duraci¨®n del filme, garantizan una cierta diversi¨®n, al mismo tiempo que configura Los hijos de S¨¢nchez como uno de los productos punta en eso de asociar realismo y miseria. En cualquier caso, de antropolog¨ªa cultural, cr¨®nica de un desarraigo y retrato de un capitalismo salvaje, nada de nada.
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