Exposici¨®n Universal con intereses particulares
LA CANDIDATURA de Ricardo Bofill, anunciada hace dos semanas por el presidente del Instituto de Cooperaci¨®n Iberoamericana (ICI), para el cargo de comisario de la Exposici¨®n Universal de Sevilla de 1992 produjo tal revuelo en algunos medios pol¨ªticos andaluces que el Consejo de Ministros ha aplazado su decisi¨®n. Los intereses de todo tipo implicados en el asunto, incluida la asignaci¨®n de los cuantiosos recursos econ¨®micos (miles de millones de pesetas) que las obras de construcci¨®n exigir¨¢n a lo largo de los pr¨®ximos a?os, est¨¢n en el trasfondo, sin ninguna duda, de no pocas airadas reacciones. Desde este punto de vista, no es del todo mal criterio entregar la responsabilidad de la Exposici¨®n Universal a una persona que, por ser de fuera, est¨¦ por encima de cualquier sospecha de hallarse enfeudada por grupos de presi¨®n locales. Si tenemos en cuenta la peligrosa tendencia que algunas recien nacidas autonom¨ªas tienen a convertirse en la legitimaci¨®n del caciquismo, esta advertencia no resulta gratuita. Por lo dem¨¢s, en el caso de Bofill no cabe buscar rastros de sectarismo partidista en la propuesta, ya que el arquitecto y urbanista catal¨¢n -sin duda uno de los grandes artistas vivos que tiene este pa¨ªs- es visto con notable recelo por el Partido Socialista de Catalu?a (PSC-PSOE) a consecuencia de su colaboraci¨®n profesional con Ram¨®n Tr¨ªas Fargas, candidato a la alcald¨ªa de Barcelona por Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU) en las pasadas elecciones locales. Los socialistas espa?oles han sido acusados muchas veces, con raz¨®n, de preferir la disciplina al m¨¦rito a la hora de realizar nombramientos. Ser¨ªa injusto entonces regatearles el elogio cuando Luis Y¨¢?ez propone como candidato al cargo de comisario de la Exposici¨®n Universal de Sevilla a un hombre que no milita en las filas de su organizaci¨®n y que recibi¨® apoyos para sus anteriores proyectos de la derecha francesa de Giscard y de los nacionalistas catalanes.O sea, que la. candidatura de Bofill no podr¨ªa recibir otras cr¨ªticas razonables que las derivadas de la idoneidad de sus conocimientos profesionales y capacidad personal para desempe?ar el cargo de comisario de la Exposici¨®n Universal de Sevilla. Resulta, por eso, bochornoso que la casi totalidad de las protestas se hayan basado en que Bofill sea de origen catal¨¢n y no viva desde hace a?os en la capital de Andaluc¨ªa. El art¨ªculo 14 de la Constituci¨®n garantiza que "los espa?oles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminaci¨®n alguna por raz¨®n de nacimiento, raza, sexo, religi¨®n, opini¨®n o cualquier otra condici¨®n o circunstancia personal o social". As¨ª pues, la justificaci¨®n localista de la oposici¨®n desplegada contra el candidato propuesto por autoridades estatales para un cargo estatal, que tendr¨¢ bajo su responsabilidad la organizaci¨®n de una exposici¨®n de alcance universal, no s¨®lo revela una mentalidad parroquial y provinciana, que desdice y desdora las tradiciones culturales de Andaluc¨ªa, sino que tambi¨¦n muestra una escasa asimilaci¨®n de los valores b¨¢sicos y del esp¨ªritu vivo de la Constituci¨®n.
Es cierto que no pocas comunidades aut¨®nomas han comenzado su andadura bajo el signo de un exacerbado localismo y de una afirmaci¨®n excluyente de los propios valores. Y que esto ha sido especialmente penoso en la propia Catalu?a, donde el nacionalismo oficial tiene preocupantes tendencias localistas. Tanto en el Pa¨ªs Vasco como en Catalu?a, los Gobiernos auton¨®micos, en manos de formaciones nacionalistas, han sido justamente criticados por su tendencia a discriminar, a la hora de realizar nombramientos y de repartir cargos, a quienes no fueran militantes o simpatizantes del PNV o de CiU. Si eso nos parece censurable, m¨¢s debe serlo en todo caso en el tema de la Exposici¨®n Universal de Sevilla, al que son ajenos los reflejos partidistas y en el que anda en juego un cargo estatal y no un nombramiento auton¨®mico. Si los agravios comparativos de andaluces contra vascos, catalanes o madrile?os fueran utilizados como coartada para agraviar a Ricardo Bofill, nos encontrar¨ªamos ante una despreciable demagogia que para nada representa la tradici¨®n de tolerancia del pueblo andaluz, fusionado de culturas.
El presidente y el vicepresidente del Gobierno y el presidente del ICI, partidarios del nombramiento de un arquitecto catal¨¢n como comisario de la Exposici¨®n de Sevilla, son andaluces de pura cepa que no han perdido ni su acento ni sus ra¨ªces. No es la categor¨ªa de catal¨¢n de Bofill lo que interesa, sino el hecho de que es un ciudadano espa?ol, y uno de los espa?oles cuyo talento ni Andaluc¨ªa, ni Castilla, ni Catalu?a, ni nadie en este pa¨ªs puede permitirse el lujo de dilapidar o menospreciar. Los andaluces pueden exhibir un largo pliego de cargos contra el r¨¦gimen de propiedad agraria que les impidi¨® acometer a tiempo la modernizaci¨®n de su econom¨ªa y les oblig¨® a emigrar en penosas condiciones que posibilitan su marginaci¨®n y discriminaci¨®n en sus nuevos lugares de asentamiento. Tambi¨¦n tienen derecho a denunciar la insuficiencia de equipamientos colectivos, de escuelas y de centros sanitarios en su propia tierra. Pero faltar¨ªa a la verdad quien a?adiese fraudulentamente a esa lista de agravios la supuesta discriminaci¨®n pol¨ªtica de los andaluces para ocupar cargos de naturaleza estatal. Si a nadie se le ocurre protestar por que el presidente del. Gobierno es anda luz, tampoco tiene sentido que algunos -entre otros Rafael Escuredo- se mesen los cabellos por que el comisario de la Exposici¨®n Universal de Sevilla sea catal¨¢n. Pero tiene un sentido muy claro el an¨¢lisis de qu¨¦ es lo que est¨¢ sucediendo verdaderamente en esta historia, y la pregunta de si no es repugnante que en nombre de la autonom¨ªa pol¨ªtica y el andalucismo se levanten, desde la propia presidencia de la Junta, actitudes demag¨®gicas. Mientras los miles de millones de pesetas que costar¨¢ la exposici¨®n esperan la respuesta de c¨®mo y por qui¨¦nes van a ser administrados.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.