John Kennedy, una foto velada
Una encuesta concebida con la arrogancia de las evaluaciones escolares, realizada recientemente entre una selecci¨®n de historiadores y personalidades norteamericanas, determin¨® que John Fitzgerald Kennedy, asesinado en Dallas en 1963 y presidente n¨²mero 35 de los EE UU, quedara s¨®lo regularmente clasificado en el cuadro de honor de los primeros mandatarios del pa¨ªs. Utilizando puntuaciones sobre conceptos tales como valor, inteligencia, capacidad de liderazgo y otras abstracciones amargas, Kennedy se situaba algo por debajo de la primera docena de ocupantes de la Casa Blanca, muy lejos de presidentes presuntamente colosales, como Abraham Lincoln, o de fuerte atractivo ruralista, como el ex camisero Harry S. Truman.En la valoraci¨®n de la figura de Kennedy se ten¨ªa en cuenta, casi como pidiendo disculpas por lo discreto de su ubicaci¨®n hist¨®rica, lo inconcluso de su mandato, el car¨¢cter de obra inacabada de su presidencia, y unas aspiraciones a veces desmesuradas en comparaci¨®n a la prudencia que presid¨ªa muchas de sus realizaciones.
El embarazo visible con que sus contempor¨¢neos juzgan la ejecutoria del hombre que fue mito se explica simplemente. La formidable imagen, la capacidad de comunicaci¨®n magn¨¦tica de Kennedy, impiden a los especialistas ponerse de acuerdo sobre la verdadera val¨ªa de un presidente largamente inc¨®gnito, del que su mandato no fue m¨¢s que un prolongado futurible. Lincoln, Truman, Eisenhower, Nixon tienen un perfecto retrato robot. Kennedy es una fotograf¨ªa velada por la fuerza de su propia imagen.
El presidente quedaba sacrificado a la estrella de la sala de estar, al protagonista diario de una presidencia transmitida incesantemente en directo por la televisi¨®n norteamericana. Si Ronald Reagan ha sido calificado de gran comunicador por su facilidad para representar en conferencias de prensa y charlas radiof¨®nicas cuidadosamente ensayadas el papel de presidente, Kennedy comunicaba, tanto para la devoci¨®n como para la irritaci¨®n, de manera mucho m¨¢s formidable por el solo hecho de haber sido una imagen que todo lo cegaba.
Ese Kennedy que se oculta a s¨ª mismo tras de su propio retrato es el que interpreta, en la serie televisiva que hoy comienza, Martin Sheen, actor especializado en la galer¨ªa de personajes del clan, puesto que ya fue Robert, el herman¨ªsimo del presidente, en un docudrama de hace algunos a?os sobre la crisis de los misiles.
Sheen es m¨¢s conciso de cuerpo que el presidente, tiene menos humor en la mirada, y respira un cierto aire kennediano con el que los servicios de maquillaje habr¨¢n hecho maravillas.Dudoso es, sin embargo, que la imagen torrefacta de la serie televisiva pueda competir con la imagen real, aunque tambi¨¦n telecreada, del l¨ªder desaparecido. La esfinge del presidente que casi no tuvo tiempo de serio dif¨ªcilmente nos revelar¨¢ esta noche su secreto.
Kennedy comienza a emitirse hoy a las 22.35 por la primera cadena.
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