Peque?os pasos, gran objetivo
LA PRIMERA etapa de la Conferencia de Estocolmo, con los discursos de los ministros, ha tenido sus momentos de tensi¨®n y pol¨¦mica; era inevitable, teniendo en cuenta la reciente ruptura de las negociaciones de Ginebra sobre reducci¨®n de armas nucleares de alcance intermedio en Europa. Pero ha dejado una impresi¨®n, si no de optimismo, s¨ª de cierta esperanza en que algo puede hacerse; en que algunos pasos, quiz¨¢ peque?os al principio, pueden darse. Conviene recordar que fue bastante dificil fijar la convocatoria de la reuni¨®n de Estocolmo durante las reuniones de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa celebrada en Madrid; durante un plazo bastante prolongado, la oposici¨®n de EE UU fue cerrada; para los sovi¨¦ticos, fue uno de los aspectos en los que se mostraban particularmente satisfechos. Pero, si ahora se intentase llevar al foro de Estocolmo todos los temas hoy en conflicto, todas las propuestas m¨¢s o menos propagand¨ªsticas que permiten a una parte demostrar la mala fe de la otra, ser¨ªa ir a un fracaso seguro, lo que acarrear¨ªa efectos muy negativos en toda la situaci¨®n internacional.El mandato formulado para el foro de la capital sueca, enunciado con bastante precisi¨®n en el Documento de Madrid, deber¨ªa evitar ese peligro. El objetivo de la Conferencia -se dice en dicho documento- es emprender, por etapas, acciones nuevas, efectivas y concretas que permitan realizar progresos en temas como la confianza mutua y la seguridad, y a continuaci¨®n en la del del desarme. En su primera etapa -la actual en Estocolmo- se trata de negociar y aprobar medidas que reduzcan el riesgo de una confrontaci¨®n militar en Europa. Estas medidas ser¨¢n "de significaci¨®n militar, pol¨ªticamente vinculantes", y se completar¨¢n con "formas adecuadas de comprobaci¨®n". Hay, pues, una serie de novedades de suma importancia en el mandato definido en el Documento de Madrid: la aceptaci¨®n de medidas militares "pol¨ªticamente vinculantes", de formas de comprobaci¨®n, lo que implica la presencia de observadores. Por a?adidura, el territorio en el que tales medidas se aplicar¨¢n ser¨¢ el de toda Europa, del Atl¨¢ntico a los Urales, incluidas las zonas oce¨¢nicas m¨¢s pr¨®ximas.
Por eso no sorprende que, entre lo propuesto por los pa¨ªses de la OTAN en Estocolmo y las ideas adelantadas por un,pa¨ªs del otro bloque, Ruman¨ªa, haya, de entrada, un punto de coincidencia: medidas de informaci¨®n mutua sobre estructuras y maniobras militares de cada pa¨ªs. Las propuestas de la OTAN son bastante precisas: prev¨¦n que se informe cada a?o sobre estructura militar, sobre movimientos en los que participen m¨¢s de 6.000 soldados (o 3.000 en caso de maniobras anfibias), sobre presencia de observadores de los otros pa¨ªses. Se trata de peque?os pasos. Por s¨ª solos no cambiar¨ªan la situaci¨®n de Europa, pero corresponden plenarnente al marco fijado para la reuni¨®n de Estocolmo. Y, si fuesen aprobados, contribuir¨ªan, a todas luces, a aumentar la confianza. Las objeciones formuladas en las declaraciones sovi¨¦ticas, alegando que se pretende "permitir a los generales de la OTAN mirar por los agujeros de la valla", no son serias: evidentemente se trata de abrir agujeros en las vallas de los preparativos militares, para poder mirar en ambos sentidos. Pero eso se aprob¨® ya en Madrid por todas las delegaciones, la URSS incluida. Lograr el m¨¢ximo de transparencia en los sistemas militares es una condici¨®n decisiva para crear confianza. Por otra parte, cuando los emplazamientos de los misiles, los principales secretos militares, son hoy descubiertos por los sat¨¦lites, hablar de agujeros en la valla por la presencia de observadores resulta simplemente absurdo. Es probable que los sovi¨¦ticos busquen con tal actitud compensaciones en otros terrenos. Entre otras propuestas presentadas por la delegaci¨®n rumana, hay cuestiones interesantes, y que entran sin duda en el mandato que tiene la Conferencia de Estocolmo; algunas han sido ya debatidas en la ONU, como la congelaci¨®n de los presupuestos militares. El tema de las zonas desnuclearizadas refleja una voluntad muy general de los pueblos europeos de reducir, por todos los caminos posibles, el proceso de rearme nuclear que est¨¢ sufriendo nuestro continente. El estudio de una gama variada de medidas, encaminadas a promover un mayor grado de confianza y seguridad mutuas, no debe impedir, sin embargo, avanzar, con toda la eficacia que sea posible, en aquel punto en que el terreno est¨¢ ya m¨¢s preparado; no parece dudoso que ¨¦ste es el de la informaci¨®n sobre movimientos militares, y el de su verificaci¨®n. Es probable que, si los Gobiernos occidentales hubiesen presentado sus propuestas como tales, y no como OTAN (tal era el deseo de Francia y Espa?a), ello hubiese facilitado la discusi¨®n. En cualquier caso, lo importante es el contenido, y mucho menos el procedimiento. Estocolmo necesita demostrar, incluso con pasos peque?os, que puede avanzar hacia su objetivo; que no es un foro m¨¢s de debates interminables y est¨¦riles. Ello requiere por otra parte que la opini¨®n p¨²blica europea, muy sensibilizada ya ante el tema nuclear, comprenda que tambi¨¦n los peque?os pasos de Estocolmo pueden ser decisivos; que los Gobiernos den a conocer sus posiciones; que los ciudadanos puedan opinar e intervenir.
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