La verdad de Juan Varea
Dijo el alcalde de Madrid, que estuvo por all¨ª un ratito para entregarle una placa a Juan Varea, que cuando asist¨ªa a uno de estos recitales de arte flamenco comprend¨ªa que all¨ª estaba la verdad. Voy a permitirme disentir de Enrique Tierno. No todo lo que escuchamos y vimos en el Monumental la noche del lunes fue verdad. No lo fue, en primer t¨¦rmino, el baile de Blanca del Rey, quien nos brind¨® el ins¨®lito espect¨¢culo de interrumpir su actuaci¨®n para explicar al p¨²blico, y lo reiter¨® al final, las posibles deficiencias de su baile. Si una bailaora tiene algo que decir, debe decirlo bailando; lo dem¨¢s es ocioso, gratuito y, por supuesto, inadmisible. Blanca del Rey hizo, primero, a comp¨¢s lent¨ªsimo, una especie de juego con un mant¨®n, que le permiti¨® componer bellas estampas, pero que dej¨® in¨¦dito su baile; despu¨¦s, cuando quiso bailar por alegr¨ªas, qued¨® en evidencia su enorme penuria interpretativa, aunque estaba arropada por dos excelentes cantaores, muy buenos animadores del baile adem¨¢s, y tres magn¨ªficos guitarristas.Los guitarristas
Homenaje flamenco a Juan Varea
'Cantaores': Basilio Villalta, Manuel Palac¨ªn, Chaquet¨®n, Fosforito, Carmen Linares, Enrique Morente, Manuel Mairena, Mar¨ªa Vargas, Ni?o del Gastor. 'Bailaora': Blanca del Rey, con Perico Sevilla y Flecha de C¨¢diz, hijo, al cante, y Curro de Jerez, Felipe Maya y David Serva, al toque. 'Tocaores':?scar Luis; Enrique de Melchor; Pepe Carmona, 'Habichuela'; F¨¦lix de Utrera, y Juan Antonio Mu?oz. Guitarra en concierto: Francisca, Juan y Rosa Mar¨ªa Carmona Marqu¨¦s. Presentaci¨®n: Pedro Saiz.Teatro Monumental de Madrid, 6 de febrero de 1984.
Lo m¨¢s verdadero de toda la noche fue, creo yo, lo que hicieron los guitarristas, de un alto nivel. Acompa?aron al cante, con su brillantez habitual, Enrique de Melchor, y Pepe Carmona, Habichuela; Enrique me parece que se pas¨® algunas veces en el lucimiento personal, en detrimento del cantaor, lo que fue notorio sobre todo en el toque para Chaquet¨®n, cuyo cante qued¨® materialmente sepultado por la m¨²sica en algunos de sus tercios; quiz¨¢ la culpa no fue tanto del tocaor como de la megafon¨ªa, que siempre. dio m¨¢s relieve a la guitarra que a la voz. F¨¦lix de Utrera, Juan Antonio Mu?oz y ?scar Luis se atuvieron m¨¢s rigurosarnente a esa regla de oro del arte flamenco que quiere que el toque y el cante sean un hermoso di¨¢logo entre partes. En concierto, Francisca demostr¨® progresar cada d¨ªa en ese dif¨ªcil camino; hizo dos interpretaciones tersas, limpias, brillantes. Los hermanos Carmona Marqu¨¦s, dos reto?os jovenc¨ªsimos de la dinast¨ªa de los Habichuela, acreditaron una excelente preparaci¨®n para seguir los pasos de sus mayores. En el cante hubo verdades tambi¨¦n, pero, no faltaron las mentiras. En el primer apartado, se?alar un formidable Fosforito, pleno de facultades, como en sus mejores tiempos, con fuerza, con garra y con la maestr¨ªa en ¨¦l habitual. Una Carmen Linares sorprendente que engrandeci¨® hasta l¨ªmites insospechados su cante habitual por malague?as y por soleares. El Ni?o del Gastor obtuvo un ¨¦xito personal al cantar con derroche de facultades -para mi gusto abusa demasiado de ellas, alargando innecesariamente algunos tercios- por malague?as y por siguiriyas,- es un cantaor a tener en cuenta que progresa constantemente. Enrique Morente cant¨® muy bien, como siempre, en esa l¨ªnea habitual en ¨¦l que se sale del flamenco cl¨¢sico. Villalta estuvo correcto por levante. No fue la, noche de Chaquet¨®n, especialmente en la malague?a del Mellizo, en que ¨¦l es un maestro; por buler¨ªas se acerc¨® a sus posibilidades reales. Tampoco Manolo Mairena brill¨® a la altura a que nos tiene acostumbrado ¨²ltimamente. Mar¨ªa Vargas hizo fandangos y buler¨ªas sin mayor relieve.
Babelia
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