Jorge Guill¨¦n fue enterrado ayer en M¨¢laga "en un acto popular que confirma el caracter humano de su poes¨ªa"
ENVIADA ESPECIAL"Es un acto popular y multitudinario que confirman que su poes¨ªa era humana y que fue un hombre que se hizo querer. Esta demostra ci¨®n popular es tambi¨¦n una prueba del momento de buena voluntad que se vive en Espa?a". ?l comentario fue hecho por su hijo Claudio, a la vista de la multitud de personas que ha querido despedir a su padre. Su, hija Teresa se expresar¨ªa momentos despu¨¦s en t¨¦rminos semejantes. El poeta fue enterrado ayer en el cementerio Ingl¨¦s de M¨¢laga, sin ceremonia religiosa.
Como prueba de esa buena voluntad y de ese amor al poeta, la ma?ana de ayer, con una tempera tura de veinte grados, sirvi¨® para que cientos de personas en su mayor¨ªa ni?os, se acercaran hasta el sal¨®n de Espejos del Ayuntamiento para contemplar unos instantes el ata¨²d desnudo de adornos en el que ya descansaba definitivamente el poeta.
Poco antes de las cuatro de la tarde, hora fijada para la ceremonia, sus familiares m¨¢s pr¨®ximos y los representantes de la Administraci¨®n llegaron al Ayuntamiento. El pintor Jos¨¦ Guerrero, uno de los escasos representantes del mundo art¨ªstico, amigo personal del poeta, no ocultaba su emoci¨®n. "Le conoc¨ª en Nueva York en los a?os 50. Su poes¨ªa me sirvi¨® para descubrir mi pintura. Esa es la ¨²nica influencia que reconozco".
La pintora Gloria Garc¨ªa Lorca, sobrina del poeta, fue otra de las personas del mundo art¨ªstico qu¨¦ asisti¨®, "porque sus familiares son grandes amigos m¨ªos y porque a ¨¦l le conoc¨ª en Estados Unidos. Nuestra vinculaci¨®n era muy fuerte para que yo faltara".
El comienzo de la ceremonia fue puntual. Sin ning¨²n ritual religioso, los alcaldes de Valladolid y M¨¢laga, acompa?ados de seis concejales, cargaron a hombros el ata¨²d hasta el coche en el que ser¨ªa trasladado hasta el cementerio.
La polic¨ªa municipal, con uniforme de gala, y portando ocho coronas, abr¨ªa el cortejo. Tras el coche f¨²nebre familiares y representantes de la Administraci¨®n encabezaban el acompa?amiento de casi todo el pueblo de M¨¢laga.
Cientos de ni?os llevaban claveles rojos y blancos en la mano. "No hemos le¨ªdo mucho de ¨¦l, pero s¨ª alguna poes¨ªa y sabemos que era un hombre muy simp¨¢tico", contestaban algunos ni?os al ser preguntados sobre su los motivos por su presencia en el acto.
La esperanza
Mujeres mayores, algunas muy ancianas y gente de la calle, integraban el grueso de la comitiva. "Mi padre era un hombre muy cari?oso. Cada vez que sal¨ªa a pasear se entreten¨ªa a charlar con todo el mundo y eso, en una ciudad no demasiado, grande, trasciende de alguna manera. Era adem¨¢s" -prosigue su hijo Claudio- "un hombre muy preocupado por la democracia y por los problemas sociales. Eso la gente lo sabe".Al llegar al cementerio y con los ¨²ltimos aplausos que los malague?os dedicaron al poeta, Emilio G¨®mez Orbaneja, amigo ¨ªntimo del poeta, ley¨® unas palabras antes de que el ata¨²d fuera definitivamente colocado. Habl¨® de sus 60 a?os de amistad y record¨® palabras del propio Guill¨¦n al decir que ¨¦ste siempre defendi¨® la idea de que hay que enterrar a los muertos, pero jam¨¢s a la esperanza; una esperanza vinculada a la certeza de la vida, a la creaci¨®n constante. Habl¨® tambien de C¨¢ntico, "un himno al ser y a la vida. ?l ha sabido reunir en u n solo volumen todo lo que se dispersa en el universo".
Despu¨¦s, bajo dos grandes ¨¢rboles de la pimienta". caracter¨ªsticos de la zona, la Polic¨ªa Municipal hizo descender el ata¨²d. El epitafio recoger¨¢ s¨®lo el nombre del poeta y los datos de su nacimiento y muerte: Jorge Guill¨¦n. Valladolid-1893 - M¨¢laga-1984.
"Es una inscripci¨®n austera como lo era ¨¦l mismo", se?al¨® su hijo, quien a?adi¨® que todo la ceremonia se estaba desarrollando conforme a lo su padre hab¨ªa pedido. "La ausencia de s¨ªmbolos religiosos no se debe a que mi padre fuera un anticlerical furibundo, pero ¨¦l siempre quiso algo acorde con su vida. Y le horrorizaba el poder ser enterrado en un cementerio en el que cupiera la posibilidad de que estuvieran enterrados inquisidores o dictadores. Esa es la ¨²nica raz¨®n de que ¨¦l eligiera el cementerio Ingl¨¦s".
Concluida la ceremonia de la inhumaci¨®n, largas colas de personas permanec¨ªan a las puertas del cementerio esperando su turno para pasar junto a la sepultura. El ministro de Cultura, Javier Solana, se confes¨® impresionado por lo que ocurr¨ªa. "Es un acto emotivo por su gran sencillez y por el calor de la gente malague?a que con su presencia ha tra¨ªdo el ¨²ltimo homenaje de todo el pueblo espa?ol".
Babelia
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