EE UU, pendiente del impacto que la sucesi¨®n sovi¨¦tica pueda tener en la pol¨ªtica de desarme y en la campa?a electoral
El presidente norteamericano, Ronald Reagan, envi¨® su p¨¦same personal a las autoridades sovi¨¦ticas por la muerte de Yuri Andropov. La Administraci¨®n Reagan est¨¢ pendiente de qui¨¦n ser¨¢ el futuro sucesor y, sobre todo, del impacto que las nuevas directrices de Mosc¨² puedan tener en las relaciones Este-Oeste y en la marcha de la campa?a electoral estadounidense. No ha sido todav¨ªa decidido qui¨¦n representar¨¢ a EE UU en los funerales, mientras las primeras reacciones van en direcci¨®n de "continuar y reforzar el di¨¢logo para la paz", seg¨²n dijo, en Washington, el secretario de Estado, George Shultz.
Reagan fue informado del fallecimiento del l¨ªder sovi¨¦tico a las 3.50 horas, en su Rancho del Cielo, en California, donde pasa unos d¨ªas de vacaciones, hasta el pr¨®ximo domingo. En un comunicado posterior de la Casa Blanca se explic¨® que el presidente "expresa su p¨¦same personal" a las autoridades sovi¨¦ticas."Reiteramos", dice el comunicado, "la posici¨®n de EE UU de un di¨¢logo constructivo y positivo con la URSS, que permita una relaci¨®n m¨¢s estable entre las dos superpotencias".
El primer problema que crea a Reagan la desaparici¨®n de Andropov es el nivel de representaci¨®n que enviar¨¢ EE UU a la URSS para asistir a los actos f¨²nebres en memoria de Andropov.
Desde la oposici¨®n dem¨®crata, los l¨ªderes pol¨ªticos que participan en la campa?a electoral norteamericana piden que sea el presidente Reagan el que acuda a Mosc¨², "como se?al de buena voluntad, en la lucha por la paz", dijo Walter Mondale, el mejor situado de los candidatos dem¨®cratas para enfrentarse a Reagan en la elecci¨®n presidencial de noviembre pr¨®ximo. Sin embargo, el ex secretario de Estado, Henry Kissinger, opina que "ser¨ªa inadecuado" que el presidente asista personalmente a los funerales, a los seis meses del derribo sovi¨¦tico del avi¨®n de l¨ªnea surcoreana que viol¨® el espacio a¨¦reo de la URSS, y tres meses despu¨¦s de la interrupci¨®n, por parte de Mosc¨², de las negociaciones de Ginebra sobre reducci¨®n y control de armas nucleares.
Al entierro de Leonid Breznev, en noviembre de 1982, la Administraci¨®n de EE UU deleg¨® la representaci¨®n en el vicepresidente, George Bush. Sea cual sea la decisi¨®n de Reagan, hoy, ¨¦sta tendr¨¢ incidencia pol¨ªtica en el clima preelectoral que reina en EE UU.
Otra dimensi¨®n, menos inmediata, pero m¨¢s importante para EE UU y para el mundo, de la desaparici¨®n. de Andropov, gira en torno al futuro de las negociaciones de armamento. Para Richard Perle, adjunto al secretario de Defensa para Asuntos de Seguridad Internacional, la sucesi¨®n de Andropov puede conducir a nuevas v¨ªas de "flexibilidad" en materia de negociaci¨®n de reducci¨®n y control de armas nucleares. Para algunos analistas norteamericanos, la larga enfermedad de Andropov pudo "incidir" en la retirada de la delegaci¨®n sovi¨¦tica de las negociaciones de Ginebra, a finales del pasado mes de noviembre. Pero, en realidad, el factor que modific¨® la marcha de las negociaciones fue el inicio del despliegue por parte de la OTAN de los nuevos misiles Pershing-2 y Cruise en Europa occidental.
Resulta significativo el reciente cambio de tono en el lenguaje del presidente Reagan, a la hora de dirigirse hacia el Kremlin. De la ret¨®rica y mordaz acusaci¨®n de la primavera de 1983, de que la Uni¨®n Sovi¨¦tica "es un imperio diab¨®lico", el presidente Ronald Reagan pas¨® a ofrecer "un di¨¢logo constructivo" en su discurso sobre las relaciones EE UU-URSS del pasado mes de enero. Desde entonces, los responsables de las relaciones exteriores de las dos superpotencias, George Shultz, por parte de EE UU, y Andrei Gromiko, de lado de la URSS, dialogaron, en Estocolmo, durante cinco horas, en el foro de la Conferencia de Desarme. Es probable que planearan la posibilidad de definir, finalmente, el tantas veces anunciado encuentro en la cumbre entre Reagan y Andropov.
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