Ser uno y muchos
Un motorista va hacia la muerte, despu¨¦s de un accidente: en su lecho de hospital tiene un sue?o de cloroformo y ansiedad de muerte. En el sue?o es un guerrero que huye en la noche azteca, perseguido por otros guerreros que esgrimen sus cuchillos de obsidiana; un guerrero herido que sue?a con un tiempo futuro en el que es un motorista herido de muerte en un hospital. Es uno de los cuentos m¨¢s famosos de Cort¨¢zar, y es el que ¨¦l mismo pon¨ªa como ejemplo de lo que era su obsesi¨®n:-El tiempo y el espacio son hip¨®tesis de trabajo...
Y la palabra, el idioma. Ten¨ªa esa misteriosa virtud de los biling¨¹es -la de Sempr¨²n, la de lonesco, la de Beckett, la de Ciorande- sacar a uno de sus idiomas, y precisamente a uno, las resonancias m¨¢ximas. El suyo fue un castellano con el que encontr¨® la m¨¢xima precisi¨®n para describir lo impreciso. Como si al haber aprendido duplicada cada palabra, una hiciera de espejo de la otra y prolongaran idioma y pensamiento hacia el infinito. Asimismo estaba hecha toda su textura intelectual: como un desdoblamiento continuo y perfecto de tiempos o lugares. Una calle urbana = una pradera azteca. Ser uno y muchos simult¨¢neamente. Como si tuviera una sed por esta multiplicaci¨®n de tiempo y espacio, Cort¨¢zar escrib¨ªa fragmentos, retazos, trozos. Se les puede y se les debe llamar cuentos en muchas ocasiones, pero en otras apenas tienen nombre posible.
Contaba en Par¨ªs que iba al Jard¨ªn de Plantas para ver en el acuario los axolotl: una especie de salamandras mexicanas que viven permanentemente en estado de larva:
-Paso horas contempl¨¢ndolos, observando su inmovildiad, sus movimientos oscuros. Y ahora soy un axolotl.
Bajo esta an¨¦cdota estaba una tesis que le acompa?¨® toda su vida: la transferencia, la transformaci¨®n, la transmigraci¨®n. En la humanidad, dec¨ªa, todos participamos de todos; todos tenemos componentes de todos, y nos podemos precipitar en todo y todos.
Cort¨¢zar se precipitaba en sus cuentos, en sus novelas, en la vida de otros y otras que eran ¨¦l mismo: en esta doblez que, por ser de lengua francesa y espa?ola, le hac¨ªa participar de dos vidas y de dos maneras de ver el mundo; por ser americano, era de todas las Am¨¦ricas y de Espa?a. Un estado de irrealidad o, si se prefiere, un estado no-integridad por la que alcanzar una peculiar pureza. Todo lo que pasaba en torno suyo era verdad y al mismo tiempo no lo era. Fue, sin embargo, implacable e insobornable en sus actitudes pol¨ªticas, como muestra de que en su literatura no se fugaba ni se evad¨ªa, sino que trataba de aprehender la m¨¢xima cantidad de humanidad, formar parte del todo y alzarse, en nombre de ese todo, desde el Tribunal Russell. Figura irrepetible, figura del gran retablo de la nueva conciencia que buscaba, por la literatura, el emparentamiento con las creencias en el hombre y en sus posibilidades de salvaci¨®n sobre esta misma tierra: transformaciones o transfiguraciones que no necesitaban producirse en el m¨¢s all¨¢, sino aqu¨ª y ahora. Era su mensaje.
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