Unos comicios con letra y m¨²sica ya conocidas
En el primer d¨ªa de campa?a, y como primer acto electoral, los candidatos socialistas se aprestaban a repartir rosas a los viandantes. Era el viernes por la ma?ana en la Gran V¨ªa bilba¨ªna. La llegada, por la misma calle, de varios miles de trabajadores que protestaban contra los despidos en la empresa Aceriales y el proyectado cierre del astillero de Euskalduna aconsej¨® a los candidatos posponer, para una mejor ocasi¨®n, el despliegue floral.Tanto m¨¢s por cuanto que entre las consignas que se o¨ªan a lo lejos destacaba la que utilizaba el ep¨ªteto de "capullos" para definir a varios ministros del gabinete socialista. Desde las alturas, un globo aerost¨¢tico en forma de zepel¨ªn y con el anagrama del PNV en su fuselaje, invitaba a los lejanos espectadores a "seguir adelante" y a votar por dicho partido, contribuyendo de paso a dar cierto tono irreal al escenario.
Aproximadamente a la misma hora, en Renter¨ªa, algunas personas trataban de apoderarse de cierto n¨²mero de botellas de vino marca Paternina, banda roja, de los restos de un cami¨®n con matr¨ªcula francesa que acababa de ser incendiado por grupos de manifestantes que protestaban contra el asesinato por los GAL, en Hendaya, de dos activistas de ETA. La campa?a electoral no ha podido sustraerse a la realidad de una sociedad marcada por una polarizaci¨®n pol¨ªtica extrema y una aguda conflictividad social.
La duda es saber si el PNV podr¨¢ gobernar en solitario
En general, nadie en Euskadi pone seriamente en duda que el PNV ganar¨¢ las elecciones. La inc¨®gnita principal consiste en saber por qu¨¦ tanteo lograr¨¢ la victoria, es decir, si obtendr¨¢ o no la mayor¨ªa absoluta. M¨¢s concretamente: si volver¨¢ a haber un Gobierno monocolor nacionalista o si, por el contrario, los resultados har¨¢n necesaria la formaci¨®n de un Gobierno de coalici¨®n.En 1980 se registr¨® una abstenci¨®n superior al 40%. Los socialistas fueron, seg¨²n diversos estudios, los m¨¢s perjudicados por esa actitud pasiva de buena parte del electorado. La m¨ªnima abstenci¨®n registrada el 28 de octubre de 1982 coincidi¨® con la m¨¢xima cota electoral del PSE-PSOE. De hecho, si el 26-F se repitieran los resultados del 28-O, los socialistas obtendr¨ªan un esca?o m¨¢s que el PNV. A reducir la abstenci¨®n van dirigidos, en primer lugar, los esfuerzos del partido de Txiki Benegas. Ha elegido para ello la v¨ªa de la confrontaci¨®n directa con el nacionalismo.
El verdadero cerebro de la campa?a socialista, el diputado vizca¨ªno Ricardo Garc¨ªa Damborenea, acaba de publicar un libro, cuyas 250 p¨¢ginas constituyen un implacable alegato contra el nacionalismo y los nacionalistas. La tesis de Garc¨ªa Damborenea es que la convivencia civil en el Pa¨ªs Vasco, la superaci¨®n del contencioso hist¨®rico iniciado a finales del siglo pasado, depende del entendimiento entre el PNV y el PSOE. Y que la doble condici¨®n para que el PNV se avenga a sellar ese pacto de entendimiento es que pierda, por v¨ªa electoral, su actual hegemon¨ªa en las instituciones y, por otra parte, que desaparezca ETA como condicionante de la pol¨ªtica nacionalista. A su vez, ETA se extinguir¨¢ en la medida en que pase de ser una organizaci¨®n terrorista-nacionalista a convertirse en una organizaci¨®n terrorista a secas. Es decir, en la medida en que la comunidad nacionalista dirigida por el PNV se distancie ideol¨®gicamente -y no s¨®lo pr¨¢cticamente- de ETA y sus apoyos.
De ah¨ª el tono de la campa?a socialista, dirigida a favorecer la polarizaci¨®n PNV-PSOE y a presentar a Benegas como candidato "por la paz" de todos los que no son nacionalistas, sean de derechas o de izquierdas. Lo dem¨¢s -espera el PSOE- vendr¨¢ por a?adidura.
El PNV, por su parte, se presenta bajo el signo de la continuidad: "Tenemos que seguir adelante".
Desde el 28-O, los dirigentes del PNV saben que pronto o tarde tendr¨¢n que pactar con el PSOE. Si no al d¨ªa siguiente de las elecciones, en el transcurso de la legislatura. De ah¨ª el aceler¨®n dado a lo largo de 1983 a las tareas de construcci¨®n y consolidaci¨®n de las estructuras pol¨ªticas del Pa¨ªs Vasco aut¨®nomo.
Confrontaci¨®n directa con el poder central
Cerca de 20.000 funcionarios, un cuerpo policial propio, un canal aut¨®nomo de televisi¨®n y un sistema particular de financiaci¨®n a trav¨¦s de los conciertos econ¨®micos constituyen el esqueleto del aparato pol¨ªtico y administrativo de la comunidad. Si a ello se a?ade la influencia del PNV en los m¨¢s diversos colectivos sociales, desde los sindicatos hasta las patronales, desde la Iglesia hasta los clubes de f¨²tbol, parece evidente que, ocurra lo que ocurra en las elecciones, el nacionalismo vasco moderado no podr¨¢ ser desalojado del poder auton¨®mico en muchos a?os. Y que, si no hay m¨¢s remedio, siempre podr¨¢ pactar desde posiciones s¨®lidamente establecidas.Ese aceler¨®n ha ido acompa?ado, en el terreno ideol¨®gico, por un afianzamiento de las se?as de identidad nacionalistas, plantea do desde la f¨®rmula de la renovada confrontaci¨®n con el poder central, incluyendo el amago de la eventual reforma del estatuto. La llamada guerra de las banderas demostr¨® que la presi¨®n de Herri Batasuna ten¨ªa mucho que ver con esa vuelta a las ra¨ªces, movimiento que s¨®lo moment¨¢neamente ralentiz¨® la emergencia de las inundaciones.
En el haber de la gesti¨®n del Gobierno de Garaikoetxea figura, en primer lugar, haber logrado una paulatina pero real disoluci¨®n de las reticencias que la f¨®rmula estatutaria suscitaba hace todav¨ªa un lustro en amplios sectores de la poblaci¨®n vasca. El Gobierno vasco y el Parlamento aut¨®nomo son hoy las dos instituciones p¨²blicas que cuentan con un mayor ¨ªndice de legitimaci¨®n popular.
La derecha, particularmente centralista en el Pa¨ªs Vasco durante los ¨²ltimos 50 a?os, considera ya irreversible la f¨®rmula estatutaria y acepta sin mayores reservas el terreno de juego definido por el texto de Guernica, al igual que el empresariado y los sindicatos obreros. La contestaci¨®n desde el flanco radical nacionalista ha quedado circunscrita al ¨¢mbito de Herri Batasuna, lo que indirectamente favorece la identificaci¨®n entre defensa del estatuto y oposici¨®n a la violencia.
La actividad desplegada por departamentos como los de Econom¨ªa e Industria que, apoy¨¢ndose en el margen de maniobra de los conciertos econ¨®micos, han multiplicado por cinco la inversi¨®n p¨²blica en el Pa¨ªs Vasco- permite al Ejecutivo de Vitoria presentar datos como el incremento neto de 3.900 puestos de trabajo en la comunidad aut¨®noma en el ¨²ltimo semestre de 1983, en contaste con la p¨¦rdida de 100.000 empleos en el conjunto de Espa?a en el mismo per¨ªodo.
El Gabinete de Garaikoetxea ha demostrado, por lo dem¨¢s, bastante eficacia en la resoluci¨®n de otros problemas que tocan muy de cerca al ciudadano, como el de las obras p¨²blicas y los servicios sociales, con la notable excepci¨®n de la sanidad, todav¨ªa no transferida. Que la autonom¨ªa funciona es el primer mensaje electoral del PNV. El segundo es que si algo no funciona es por culpa de Madrid.
Seguir adelante, pero gobernando de otra manera
El problema no reside, pues, en las instituciones auton¨®micas en cuanto tales, ampliamente aceptadas hoy, sino en el modelo concreto de configuraci¨®n pol¨ªtica dado por el PNV a las mismas. Ese modelo, que en parte reproduce el del propio partido y que ha sido desarrollado de manera unilateral, aparte de producir innecesarias irritaciones (por ejemplo, en el terreno simb¨®lico, la imposici¨®n del himno del PNV como himno de Euskadi), no parece el m¨¢s adecuado para favorecer el clima de consenso pol¨ªtico y social que exigir¨¢ una legislatura en el curso de la cual deber¨¢ renovarse lo fundamental del aparato productivo vasco, dando origen a una inevitable secuela de conflictos sociales muy agudos.Los reproches de la oposici¨®n, que ha acusado al PNV de sectarismo prepotente, de querer convertir a Euskadi en un gran batzoki, de gobernar olvidando que tres cuartas partes de la poblaci¨®n no hab¨ªan votado al partido que ocupa Ajuria Enea, podr¨ªan ahora verse avalados por una conflictividad que resaltase la distancia entre la plural realidad social y pol¨ªtica vasca y la monocolor realidad institucional. La oposici¨®n lo sabe y se dispone a pasar factura, contraponiendo a la invitaci¨®n del PNV a "seguir adelante" (pero en la misma direcci¨®n) la necesidad de gobernar "de otra manera".
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