S¨®lo en caso de luchas internas el Kremlin optar¨ªa por una 'sucesi¨®n colectiva'
No parece probable, excepto en el caso de graves y patentes luchas internas -bastante inveros¨ªmiles en un momento como el actual, en el que la tensi¨®n internacional lleva a cerrar filas a los hombres del Kremlin-, que Mosc¨² opte por la vieja f¨®rmula del poder colectivo para llenar el hueco abierto tras la muerte de Yuri Andropov.
Su antecesor, Leonid Breznev, enviando a la jubilaci¨®n anticipada a Nikolai Podgorni en 1977 y ocupando su puesto como presidente del Presidium (jefe del Estado), cre¨® un precedente que fue mim¨¦ticamente seguido por la mayor parte de los pa¨ªses hermanos y acab¨® definitivamente con la troika -ya, por entonces, bastante maltrecha- que sucedi¨® a Nikita Jruschov.El puesto de jefe del Estado era simplemente honorario -el propio Breznev lo hab¨ªa desempe?ado durante el mandato de su antecesor, en un corto per¨ªodo en el que parec¨ªa haber ca¨ªdo en desgracia-, pero decidi¨® hacerlo suyo ampar¨¢ndose en que el sistema vigente creaba problemas protocolarios: Breznev, cuando s¨®lo era secretario general del PCUS, puso su firma junto a la de jefes de Estado extranjeros en acuerdos tan importantes como los primeros SALT sobre limitaci¨®n de armas estrat¨¦gicas.
El despido de Podgorni coincidi¨® con la nueva Constituci¨®n, que, si bien en su contenido es muy poco expl¨ªcita en lo que afecta a los mecanismos de poder en la URSS, fue promulgada justo en el momento en el que Breznev hab¨ªa acabado de fraguar la estabilidad del sistema, prescindiendo de las purgas del pasado e introduciendo unas normas de promoci¨®n del funcionariado menos caprichosas y m¨¢s conservadoras y respetuosas con el escalaf¨®n.
El hecho de que, desde entonces, sea s¨®lo un hombre el que represente al Estado y al partido ¨²nico sovi¨¦tico no significa que se haya desterrado el concepto de poder colectivo, que precisamente fue mencionado por Constantin Chernienko en su discurso ante el pleno del Comit¨¦ Central, que, hace quince meses, design¨® a Yuri Andropov secretario general del PCUS. Este concepto, no obstante, es, m¨¢s bien, una f¨®rmula para designar al Politbur¨®, ¨®rgano supremo del PCUS.
Creciente papel del Ej¨¦rcito
Si bien es improbable que los dirigentes del Kremlin opten por una troika en la que tres personas distintas desempe?en la jefatura del Partido, del Gobierno y del Estado, no hay que olvidar el papel que en la pol¨ªtica sovi¨¦tica est¨¢ otorgado a los poderes f¨¢cticos. Al miembro del Politbur¨¦ y ministro de Defensa, mariscal Dimitri Ustinov, se le atribuy¨® bastante protagonismo durante la sucesi¨®n de Breznev. En los 15 meses del interregno andropoviano, el papel del Ej¨¦rcito se ha acrecentado m¨¢s a¨²n.
Durante los tres ¨²ltimos lustros, el KGB (servicios secretos y polic¨ªa pol¨ªtica) ha ido sustituyendo su imagen de ¨®rgano temido por todos por otra mucha m¨¢s ¨²til: la de ¨®rgano imprescindible. Los hombres, del KGB seguir¨¢n pesando mucho en el procesto sucesorio: por primera vez en su historia, entre suplentes y titulares, ahora hay en el Po litbur¨® cuatro personas que traba jaron en el organismo que durante 15 a?os fue presidido por Andropov. Pero, en cualquier -caso, es improbable que estos poderes f¨¢cticos decidan salir de la sombra para pasar a compartir el poder -en uno u otro papel- con el hombre que hoy pueda salir designado secretario general en el pleno del Comit¨¦ Central.
Otro organismo sovi¨¦tico influyente es la diplomacia. Si bien no se cree que el aparato del Ministerio de Asuntos Exteriores tenga gran influencia como tal, s¨ª tiene peso el hombre que lo viene dirigiendo desde hace m¨¢s de un cuar to de siglo. Andrei Gromiko es miembro del Pol¨ªtbur¨® y se le considera, sobre todo, como un funcionario obediente y carente de ambiciones personales.
Sin embargo, en la designaci¨®n de Andropov s¨ª parece que pes¨® su opini¨®n, apoyando la de Ustinov.
No ser¨ªa extra?o que en un colectivo como el Politbur¨® -la mayor¨ªa de cuyos componentes ignora idiomas extranjeros y no ha salido nada m¨¢s que rara vez de su pa¨ªs- se escuche con atenci¨®n lo que tenga que decir el habitualmente callado diplom¨¢tico. Tambi¨¦n queda el propio aparato del partido, cuya maquinaria es bien conocida por el favorito Chernienko.
El nombramiento del nuevo l¨ªder como Jefe del Estado se demorar¨ªa m¨¢s: Andropov tard¨® en conseguirlo siete meses, durante los cuales, el cargo sigui¨® vac¨ªo mientras nadie pon¨ªa en duda que era ¨¦l el jefe indiscutible. Por ¨²ltimo, habr¨ªa que cubrir el tercer puesto vacante: el de presidente del Consejo de Defensa, un ¨®rgano para tiempos de guerra creado por Stalin, resucitado por Breznev en tiempos de paz y heredado por Andropov, seg¨²n se pudo saber, tan s¨®lo, a base de una cita hecha de pasada por Pravda la pasada primavera.
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