"S¨®lo los locos pueden amar la guerra"
Todo el mundo ha elogiado el comportamiento neutral, pacifista y humanitario del contingente italiano en L¨ªbano. Todos los j¨®venes soldados han alabado p¨²blicamente la personalidad del general Franco Angioni, que les ha guiado y sostenido en todo momento con coraje y lealtad. Pero en realidad el buen papel llevado a cabo por el contingente italiano tiene una explicaci¨®n y un nombre: el esp¨ªritu democr¨¢tico del general Umberto Cappuzzo, actual jefe de Estado Mayor del Ej¨¦rcito italiano, que hab¨ªa sido anteriormente comandante general del arma de Carabineros. Est¨¢ considerado como el Pertini del Ej¨¦rcito, y durante los a?os oscuros del terrorismo lleg¨® a dar lecciones importantes de democracia a algunos altos pol¨ªticos con nostalgias de r¨¦gimen autoritario y que hab¨ªan llegado a poner los ojos sobre este general de gran prestigio popular.
El general Cappuzzo, que tiene 62 a?os, es doctor en Jurisprudencia y habla correctamente ruso, ingl¨¦s, alem¨¢n y franc¨¦s, ha concedido esta entrevista al corresponsal de EL PAIS en Roma. La conversaci¨®n tuvo lugar en su despacho personal, ante la presencia del coronel Roberto Altina, del servicio de Prensa del Estado Mayor del Ej¨¦rcito. Sobre la mesa del general Cappuzzo est¨¢ un ejemplar de una reciente publicaci¨®n que recoge el juicio de la Prensa mundial sobre el contingente italiano de paz en L¨ªbano.Pregunta. ?C¨®mo explica, general, la simpat¨ªa mundial que han suscitado sus soldados en L¨ªbano?
Respuesta. Creo que el motivo principal es que han sabido mantenerse por encima de las partes en conflicto. Todo ello unido a ese sentido de humanidad que caracteriza a nuestro pueblo. Los italianos se injertan con facilidad en cualquier ambiente en virtud de esa propensi¨®n innata que poseen para comprender a todos o para hacerse entender sin prejuicios ni reservas mentales. En el caso de L¨ªbano, puedo asegurarle que a la cualidad humana de nuestro contingente se ha unido una elevada capacidad profesional, como se ha demostrado en las situaciones m¨¢s graves y dram¨¢ticas".
P. Seg¨²n un sondeo publicado hace unos meses por el Times, el pueblo italiano figura en el ¨²ltimo puesto en el amor a la guerra. ?Usted juzga este hecho positiva o negativamente?
R. Altamente positivo, en el sentido m¨¢s profundo y espiritual de la palabra. El italiano no ama la guerra ni siquiera cuando se ve constre?ido a combatir para defender los valores fundamentales en los que se reconoce. El pueblo italiano rechaza la l¨®gica aberrante de la guerra con la misma intensidad con la que cree en su libertad o en su independencia, tan duramente conquistadas. Y en la ¨¦poca en que vivimos, tristemente condicionada por el peligro de un holocausto nuclear, s¨®lo los locos pueden amar la guerra.
P. ?Y el problema de la defensa?
R. Cierto; un pueblo que renunciase a defenderse, proclamando una vulnerabilidad que empujase a los pac¨ªficos a desencadenar un conflicto, ser¨ªa igualmente peligroso. La paz en este momento hist¨®rico se basa sobre una serie de equilibrios muy delicados que no se pueden olvidar si queremos salir del t¨²nel. D¨¦jeme que le diga, sin embargo, que la actitud italiana de un pueblo que no renuncia a defenderse, pero que, al mismo tiempo, no ama la guerra, es la m¨¢s responsable para afrontar positivamente la realidad actual.
P. Se ha discutido siempre mucho sobre el papel del Ej¨¦rcito en una sociedad pluralista y democr¨¢tica. Si el verdadero papel de las Fuerzas Armadas es el de gobernar o el de defender las instituciones.
R. Para m¨ª no cabe duda de que es el de garantizar la seguridad de la naci¨®n, de toda la comunidad, mediante el apoyo consciente de todos los ciudadanos indistintamente. Por lo tanto, el Ej¨¦rcito tiene que ser la expresi¨®n m¨¢s aut¨¦ntica del pueblo en todas sus componentes, sin distinci¨®n de origen, de procedencia o de clase. Tiene que ser un punto de convergencia y de fusi¨®n. Representa un ejemplo concreto de solidaridad nacional.
P. Para usted, que ha seguido durante toda su vida el camino del Ej¨¦rcito, ?qu¨¦ ha cambiado en este campo en los ¨²ltimos tiempos?
R. El papel del Ej¨¦rcito en la sociedad italiana ha cambiado profundamente en la l¨ªnea de la transformaci¨®n sufrida por la sociedad desde finales del segundo conflicto mundial. Se ha notado un proceso muy importante de crecimiento democr¨¢tico que ha tocado todos los aspectos de la estructura, de la organizaci¨®n y de sus funciones. Se trata de un proceso que ha ido borrando todo residuo antiguo de separaci¨®n entre la sociedad y la instituci¨®n militar. Un proceso que intenta ser la expresi¨®n m¨¢s acabada de la solidaridad nacional en torno a los grandes valores democr¨¢ticos que hay que preservar y defender. Todo ello supone una atenci¨®n muy viva a toda la realidad social que nos rodea.
P. Es de todos sabido que las fuerzas militares italianas est¨¢n hoy muy lejos de tentaciones golpistas u autoritarias contra las instituciones democr¨¢ticas. ?C¨®mo se ha llegado a esta toma de conciencia?
R. Por los principios de la solidaridad humana, de la colectividad, del sentido c¨ªvico contra toda suerte de ego¨ªsmo o particularismo. Y todo ello ha sido reforzado por la ley del 11 de julio de 1978, cuando las nueve normas sobre la disciplina militar fijaron inequ¨ªvocamente el papel de las Fuerzas Armadas, poniendo sobre el mismo plano la defensa externa y "la salvaguardia de las libres instituciones" junto con "el bien de la colectividad nacional en los casos de calamidad p¨²blica", como qued¨® muy claro, por ejemplo, durante los ¨²ltimos terremotos que sacudieron a este pa¨ªs. El hecho verdaderamente nuevo es esta proyecci¨®n de las Fuerzas Armadas hacia lo interno, que lo acerca cada vez m¨¢s al pueblo en una ¨®ptica de estrecha cooperaci¨®n en todos los campos referentes a la protecci¨®n del conjunto de la comunidad. Un papel, en definitiva, fuertemente democr¨¢tico.
P. Si esto es cierto, imaginemos, general, un ejemplo concreto: que ma?ana el pueblo italiano votase mayoritariamente al partido comunista. ?Qu¨¦ har¨ªa el Ej¨¦rcito?
R. El problema no me lo planteo en el modo m¨¢s absoluto. Nuestro Ej¨¦rcito est¨¢ fuera de la dial¨¦ctica de los partidos en cuanto es expresi¨®n de la voluntad de seguridad de la entera comunidad nacional mediante la ayuda de todos los ciudadanos, sea cual fuere su orientaci¨®n pol¨ªtica. Para un Ej¨¦rcito como el nuestro, que jura fidelidad a la Rep¨²blica, a la Constituci¨®n y a sus leyes, no existe el problema sobre qui¨¦n gana las elecciones, lo cual no quiere decir que los cuadros de las Fuerzas Armadas no compartan con los dem¨¢s ciudadanos todos los derechos democr¨¢ticos y, en primer lugar, el de la libertad del voto. Estoy convencido de que nuestro Ej¨¦rcito ejerce este deber del voto y con una mayor libertad espiritual si cabe, fuertemente convencido como est¨¢ de la certidumbre de sus funciones institucionales, que prescinden totalmente de cualquier tipo de inter¨¦s sectorial.
P. S¨¦, general, que usted ha conseguido hablar, sin que lo abuchearan, a los miles de pacifistas antimilitaristas que desfilaron hace poco por las calles de As¨ªs. ?Puede repetimos lo que les dijo en aquella ocasi¨®n?
R. Lo que digo siempre, porque estoy profundamente convencido de ello: que la llegada de lo nuclear ha vaciado de significado la afirmaci¨®n clausewitziana sobre la guerra como posible instrumento final de la pol¨ªtica. El riesgo de un holocausto generalizado obliga a revalorizar la paz como un bien central irrenunciable y no como, un momento de par¨¢lisis entre los conflictos, como ha acaecido hasta ahora en la historia del g¨¦nero humano. En esta ¨®ptica, la via del desarme no admite alternativas, sino m¨¢s bien la b¨²squeda de los medios m¨¢s id¨®neos para llevarla a cabo en condiciones de seguridad lo m¨¢s r¨¢pidamente posible.
P. ?En qu¨¦ condiciones de seguridad?
R. Las que arrancan de la consideraci¨®n preliminar de que cualquier alteraci¨®n brusca y unilateral de los equilibrios existentes puede tener consecuencias negativas, por cuanto crear¨ªa tal vulnerabilidad que podr¨ªa acarrear el riesgo concreto de un ataque. Por tanto, consolidaci¨®n contempor¨¢nea y homog¨¦nea del equilibrio cada vez a niveles m¨¢s bajos y cr¨ªticos. Se trata, pues, de un problema de voluntad pol¨ªtica internacional que debe llevarse adelante con el di¨¢logo y con la disponibilidad efectiva de controles serios y rec¨ªprocos. Porque no creo que pueda existir hoy nadie capaz de negar los beneficios de un desarme que sea fruto de un proceso de colaboraci¨®n bajo una base de igualdad, y no de iniciativas individuales o autoritarias.
P. El presidente Sandro Pertini ha sido, despu¨¦s de su famoso discurso de fin de a?o, objeto de algunas cr¨ªticas que le han amargado profundamente. ?Cu¨¢l es su punto de vista?
R. Que el presidente Pertini representa hoy un punto de referencia cierto, un polo de confianza y de fuerza en los momentos de desorientaci¨®n.
P. ?Podr¨ªa trazar la imagen que de Pertini poseen hoy las Fuerzas Armadas?
R. Es la imagen de un hombre capaz de suscitar los sentimientos m¨¢s verdaderos y unificadores, de gran sensibilidad para captar los cambios y los fermentos de la sociedad y de ser su int¨¦rprete m¨¢s equilibrado, que posee un formidable sentido de la historia de una humanidad viva, atenta, generosa, con el a?adido de una fervorosa tensi¨®n moral. Y el mejor test del conjunto de sus cualidades es su capacidad para hacerse amar por los j¨®venes, que no es poco en estos tiempos que corren.
De un solo tema el, general Cappuzzo ha preferido no hablar de las Fuerzas Armadas espa?olas y del fallido golpe del 23 de febrero. "Por respeto", dijo, "s¨®lo por respeto".
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