La Guardia Nacional intenta mantener su control sobre el proceso pol¨ªtico en Panam¨¢
La sorprendente dimisi¨®n del presidente paname?o, Ricardo de la Espriella, y su sustituci¨®n constitucional por el vicepresidente, Jorge Illueca, en la noche del lunes, fue interpretada ayer por los observadores como un intento de la poderosa Guardia Nacional para mantener su control sobre el proceso pol¨ªtico que culminar¨¢ con las elecciones para la jefatura del Estado, dentro de 80 d¨ªas. Otros analistas no descartan que se trate de una decisi¨®n de De la Espriella para poder presentar su candidatura presidencial.
En un clima de gran confusi¨®n pol¨ªtica se ha producido el relevo que ha sido calificado por los partidos de la oposici¨®n como "revoluci¨®n palaciega", "golpe de Estado" o "abrupto cambio".Illueca, en su primer mensaje a la naci¨®n, afirm¨® su "compromiso sagrado" de mantener las elecciones previstas para mayo pr¨®ximo y entregar el poder en octubre al vencedor de los pr¨ªmeros comicios libres desde el golpe militar de 1968, reiter¨® su apoyo al grupo de Contadora en sus gestiones para pacificar Centroam¨¦rica, y manifest¨® su decisi¨®n de mantener "arm¨®nicas relaciones con todos los pa¨ªses del hemisferio".
De la Espriella present¨® su renuncia ante el presidente del Consejo Nacional de Legislaci¨®n con este lac¨®nico mensaje: "He tomado la decisi¨®n de renunciar a la presidencia de la Rep¨²blica a partir de hoy".
Illueca es el tercer presidente de Panam¨¢ desde la muerte del general Omar Torrijos, protagonista del golpe de 1968 y que domin¨® la escena pol¨ªtica del pa¨ªs hasta su fallecimiento en accidente a¨¦reo en julio de 1981. Desde entonces, la lucha por el poder no ha cesado entre los dirigentes pol¨ªticos civiles y los jefes sucesivos de la Guardia Nacional, equipada y entrenada por Estados Unidos.
El actual comandante en jefe de la Guardia Nacional, el general Manuel Antonio Noriega, es un fiel seguidor de Torrijos y se presenta como su heredero. Si Noriega no confiesa ambiciones pol¨ªticas, su ascendencia sobre la Guardia Nacional no tiene dudas y es partidario de que esta instituci¨®n militar no pierda su influencia pol¨ªtica.
Para justificar la dimisi¨®n de De la Espriella, un banquero paname?o ha aludido a "razones personales", las mismas aducidas por el actual embajador paname?o en Madrid, Ar¨ªstides Royo, cuando renunci¨® a la presidencia en julio de 1982 ante las presiones del general Rub¨¦n Dar¨ªo Paredes, entonces jefe de la Guardia Nacional y hoy candidato a la presidencia.
El general Paredes se ha enfrentado varias veces a su sucesor, el general Noriega, m¨¢s cuidadoso ¨¦ste en no comprometer a Panam¨¢ en una pol¨ªtica diferente a la preconizada por el general Torrijos.
Parece que Noriega, m¨¢s h¨¢bil y eficaz, lleva ventaja sobre su predecesor castrense en esta batalla por el poder.
La forma en que Panam¨¢ debe pronunciarse sobre los conflictos centroamericanos no parece ausente del debate que ha llevado a la renuncia de De la Espriella. Torrijos jugaba un papel decisivo gracias a sus excelentes relaciones con los dirigentes pol¨ªticos de la regi¨®n. Noriega trata de asumir esta tarea m¨¢s discretamente y m¨¢s modestamente en un contexto hoy m¨¢s explosivo, mientras el general Paredes es un adversario declarado de sandinistas y cubanos. Al parecer, tambi¨¦n ha habido divergencias entre el general Noriega y De la Espriella, tanto sobre el tema centroamericano como sobre las perspectivas electorales de mayo.
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