Edipo en negro
Al rojo vivo -White heat, 1949- es una de las obras consideradas maestras de la plenitud del g¨¦nero negro. No hay ninguna exageraci¨®n en este juicio. Raymond Borde, un estudioso de este tipo de filmes, afirma que "Al rojo vivo no es menos duro que los filmes de g¨¢nsters de los a?os 30, y desde luego mucho menos sumario que ellos, m¨¢s complejo". Walsh cuenta en sus memorias que se enfrent¨® en este filme "a la historia m¨¢s cruel que hab¨ªa dirigido en su vida", y ciertamente fue la suya una larga vida en la que hubo muchas historias muy crueles. ?Qu¨¦ residuos quedan hoy, 35 a?os despu¨¦s, de tales indicios de violencia, negrura, talento y calidad f¨ªlmica?Queda mucho m¨¢s que simples residuos. El paso de los a?os ha enriquecido y decantado el filme: le ha a?adido vigor formal, ha hecho del tratamiento que dio Walsh a la escabrosa historia un modelo de empleo cinematogr¨¢fico de lo indirecto.
Raoul Walsh, preocupado por la brutalidad externa de la historia y por el peligro de grandilocuencia que amenazaba a su personaje central, el hiperb¨®lico g¨¢nster Cody Garret, un arquetipo casi irreal de demente asesino, marcado por un sentimiento ed¨ªpico demasiado evidente, rebaj¨® audazmente el tono narrativo, situ¨® la c¨¢mara a la altura de la mirada de los actores, huy¨® de cualquier tentaci¨®n de engolamiento en los encuadres, evit¨® toda ret¨®rica visual en las composiciones, e hizo una pel¨ªcula aparentemente fr¨ªa, de factura austera y pudorosa, en la que es imposible encontrar un solo gui?o c¨®mplice, un solo subrayado. "Con un gui¨®n semejante", cuenta Walsh, "tuve que arriesgarme". Y se arriesg¨®.
De ah¨ª la modernidad de este filme cl¨¢sico. El choque entre la feroz y barroca historia con la manera indirecta, Casi delicada, de narrarla, sigue echando, despu¨¦s de m¨¢s de tres d¨¦cadas, aut¨¦nticas chispas de inteligencia, pues muy pocas veces han sido representados los m¨¢s atroces mecanismos de la violencia f¨ªsica y moral con tanto tacto y tanta elegancia. Walsh escarba en un basurero ps¨ªquico y social con la pulcritud y la piedad de un cirujano. Narra las fechor¨ªas de su terrible y deforme personaje sin caer en la burda tentaci¨®n de valorarlas con moralina. Cody Garret est¨¢ ah¨ª, es un hecho, su insoportable vida es un conjunto de sucesos tr¨¢gicos, y la c¨¢mara de Walsh investiga, sin juzgarla, su condici¨®n humana. La simplicidad narrativa de Walsh es, por ello, un hecho complejo; su fr¨ªa investigaci¨®n de las superficies de un comportamiento, un acto profundo; su objetividad casi documental, un monumento de pasi¨®n y de lirismo.
En efecto, el asesino psic¨®pata Cody Garret es tratado de tal modo por Walsh que, sin escatimar ¨¦ste al espectador ni un solo de los datos de su infierno personal, logra tender un lazo de entendimiento, de tu a tu, entre espectador y personaje, de tal modo que ¨¦ste es contemplado no como caso cl¨ªnico, sino como caso po¨¦tico; no como un deforme mental, sino como sujeto de un destino tr¨¢gico.
Interviene decisivamente en la consecuci¨®n de este triunfo f¨ªlmico y ¨¦tico, el peque?o y gigantesco actor James Cagney, que alcanza una de sus mejores, sino la mejor, de sus creaciones. Su menuda figura, puro nervio y compulsi¨®n, en la apocal¨ªptica escena final ("?Madre, estoy en la cumbre!") es una imagen-sello, un icono de la historia del cine.
Im¨¢genes como la de Cody consolado en el regazo de Ma Garret, su madre, interpretada por la actriz Margaret Wycherly; el tipo de relaci¨®n que Cagney y Virginia Mayo -en el papel de Velma, su mujer- establecen en la pantalla; la famos¨ªsima secuencia de los dos movimientos de c¨¢mara sobre los rostros de una fila de presos en el comedor de la c¨¢rcel, que transmiten a Cody Garret la noticia de la muerte de su madre, as¨ª como la posterior reacci¨®n epil¨¦ptica -una de las escenas m¨¢s violentas de la historia del cine- de este, son, entre otros muchos del filme, rasgos e instantes de un caso de cine mayor, adulto. En manos de otro director y otro int¨¦rprete, la historia de Al rojo vivo hubiera bordeado lo inveros¨ªmil y lo exagerado. Pero en manos de Raoul Walsh y de James Cagney todo all¨ª resulta cre¨ªble, pr¨®ximo, emocionante.
Al rojo vivo se emite hoy a las 21.35 por la primera cadena.
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