Chile, la naci¨®n amenazada
Chile ha comprendido que Alianza Democr¨¢tica es el signo de la unidad y el instrumento de la futura democracia.La alianza es un pacto de honor, en verdad exigente y ambicioso, a la altura de los desaf¨ªos del presente. La alianza pretende, ni m¨¢s ni menos, consolidar la democracia chilena al finalizar el siglo XX. Algunas voces han comentado que la alianza es un pacto demasiado ambicioso y que tal vez hubiera sido mejor un pacto m¨ªnimo, un acuerdo sobre. comunes denominaciones de car¨¢cter t¨¢ctico para derrumbar la dictadura.
No nos enga?emos, esos acuerdos t¨¢cticos hubieran sido m¨¢s realistas, al modo que el realismo de la dictadura ha habituado a la decadencia y a la ca¨ªda vertical en nuestras expectativas y horizontes espirituales.
Los acuerdos t¨¢cticos, firmados por c¨²pulas de notables, en un pa¨ªs donde abundan los notables, son similares a los trabajos de Pen¨¦lope: para justificar la vida cotidiana y aliviar la conciencia, porque as¨ª la dictadura nunca se acaba.
Quisiera destacar el verdadero contenido de Alianza Democr¨¢tica. En este pacto ninguna fuerza pierde su propia identidad. La alianza es un di¨¢logo permanente, en que cada fuerza pol¨ªtica debe expresar con toda nitidez su proyecto, su programa y su estilo de acci¨®n pol¨ªtica.
Con todo, la alianza es un pacto ambicioso, abierto y responsable. Un pacto ambicioso porque pretende consolidar un nuevo orden pol¨ªtico para el pa¨ªs, un nuevo sistema de partidos que garantice la democracia y la alternancia del poder en el futuro.
Un pacto abierto, porque la alianza no es un fin en s¨ª, es un instrumento para dialogar de manera representativa. Y finalmente, un pacto responsable, porque la crisis nacional nos obliga a extremar la predisposici¨®n para integrar opiniones, fuerzas sociales y escuchar.
Una pol¨ªtica popular
El pa¨ªs requiere que los democristianos nos aproximemos a los radicales y a los socialdem¨®cratas. La contribuci¨®n hist¨®rica del radicalismo fue y es decisiva para construir una democracia social, renovada y moderna.
Asimismo, la Democracia Cristiana estima indispensable para el futuro democr¨¢tico del pa¨ªs la plena consolidaci¨®n de un espacio para el socialismo democr¨¢tico.
Hay un espacio para el trabajo com¨²n. Ambas fuerzas tienen plena autonom¨ªa nacional, una com¨²n devoci¨®n por los derechos humanos, la voluntad ferviente de fortalecer las organizaciones populares y consolidar y profundizar, de veras la democracia. En Chile no hay dos proyectos de cambio democr¨¢tico: hay uno solo.
Agotado el r¨¦guimen en sus bases econ¨®micas y pol¨ªticas, se nos invit¨® a un di¨¢logo, sabiendo todo el pa¨ªs que la alianza hab¨ªa hecho un planteamiento p¨²blico, serio y responsable.
Dijimos por qu¨¦ nos hab¨ªamos juntado, qu¨¦ ve¨ªamos necesario para Chile, y sobre esas ideas propon¨ªamos bases de di¨¢logo para un gran acuerdo nacional.
Tratamos de buscar un entendimiento, al menos, sobre las condiciones de dignidad, respeto, acceso a la publicidad, regreso de todos los exiliados, activaci¨®n econ¨®mica y f¨®rmulas de avance para transitar pronto de la dictadura a la democracia.
De la otra parte no hubo voluntad o poder, y el di¨¢logo qued¨® frustrado por la descalificaci¨®n y la tozuda y ciega pertinacia de quien ha decidido seguir mandando m¨¢s all¨¢ de toda raz¨®n.
En los ¨²ltimos d¨ªas, desde la err¨¢tica conducci¨®n pol¨ªtica del r¨¦gimen se renuevan las vagas proposiciones de plebiscito, partidos pol¨ªticos y Congreso. Una vez m¨¢s debemos denunciar estos esfuerzos de maquillaje de un r¨¦gimen estrellado con su propio fracaso.
Estamos fuera de ese sistema, no estamos dentro de este r¨¦gimen, y es por ello que, reitero, denunciamos el intento de llamarnos a participar en actos que no estar¨¢n rodeados de las condiciones que toda naci¨®n civilizada exige para que los ciudadanos expresen su voluntad. Las burlas de los plebiscitos no, pueden repetirse.
Es por ello que pedirnos que el jefe del Estado resigne su cargo, porque Chile necesita un Gobierno que tenga por solo objeto el reencuentro pac¨ªfico de todos los chilenos en la peor encrucijada de su historia.
Desintegraci¨®n posible
Ya es hora de afirmar, con toda responsabilidad, que la naci¨®n est¨¢ amenazada de desintegraci¨®n. Hay todav¨ªa algunos chilenos que, acusando un criollismo vac¨ªo, afirman que en Chile nunca pasa nada.
Otros compatriotas nuestros han optado por militarizar la pol¨ªtica, algunos con ingenuidad, otros con astucia. Al final del siglo XX, en condiciones de enfrentamiento entre las grandes potencias, todo conflicto interno en naciones peque?as que tienda a polarizarse en t¨¦rminos de una guerra civil se convierte, tarde o temprano, en una situaci¨®n que escapa al control de los nacionales.
Ante un desaf¨ªo como el actual intentaremos siempre todas las modalidades de concertaci¨®n que impidan la guerra civil, t¨¢ctica o declarada, y eviten todas las formas de polarizaci¨®n social que obstruyan la democracia antes del final de siglo.
Para eso se precisa que cese el terrorismo del Gobierno y de algunos grupos de opositores, porque la violencia es acumulativa, y en su infierno final perecen los inocentes; que las decisiones pol¨ªticas de los partidos tengan tomo centro vital el inter¨¦s de Chile, sin lo cual todo conflicto pol¨ªtico tiende a internacionalizarse; que las fuerzas armadas comprendan que en todas las naciones civilizadas, y con mayor raz¨®n en las democracias occidentales, ellas est¨¢n subordinadas al poder civil, surgido del principio de legitimidad democr¨¢tica.
Quisiera destacar las tareas esenciales, que son las grandes metas que deben movilizar a todo Chile. La primera es dar empleo; un mill¨®n de chilenos carece de trabajo estable y productivo; varios millones trabajan en la inseguridad y ven amenazados sus destinos, la educaci¨®n de sus hijos, sus ahorros, su propiedad, su empresa.
La segunda tarea es impulsar concretamente la actividad productora, reindustrializando, recuperando la agricultura y la construcci¨®n. La inmensa masa de empresarios y de hombres de trabajo -hoy d¨ªa paralizados- deben recibir todo el est¨ªmulo y todos los medios para iniciar un inmenso esfuerzo de producci¨®n.
Es indispensable recuperar el prestigio para Chile y volver a ser un pa¨ªs m¨¢s aut¨®nomo, m¨¢s respetado, m¨¢s digno.
Otra tarea fundamental es dinamizar el crecimiento a trav¨¦s de la concertaci¨®n entre el Estado, los trabajadores y los empresarios; la paz social y el esfuerzo productivo nacer¨¢n. s¨®lo si hay un inter¨¦s concertado marcado por la perseverancia de un esfuerzo de emergencia.
El fortalecimiento de la democracia y la descentralizaci¨®n del poder son las condiciones esenciales para vertebrar este esfuerzo nacional. El pueblo no ser¨¢ inteligente de aqu¨ª a 20 a?os, como alguien dijo; es inteligente hoy, debe tomar en sus manos su propio destino, responsable, ordenada y solidariamente.
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