Orientar hacia la libertad a 43.000 muchachos, objetivo de Enrique Miret Magdalena
Pregunta. ?En qu¨¦ se ha notado el cambio pol¨ªtico en el Consejo Superior de Protecci¨®n de Menores?Respuesta. Pues mire usted, precisamente en el aumento de los menores sometidos a un tratamiento m¨¢s libre o familiar. Cuando se afirma que la sociedad est¨¢ tan mal y se hacen esos diagn¨®sticos pesimistas sobre la juventud puede resultar curioso que el n¨²mero de menores de 16 a?os internados por haber cometido actos delictivos se mantiene sin variaciones, desde hace tres a?os, en unos 3.000, mientras que se ha incrementado notablemente la cantidad de menores en r¨¦gimen familiar y en libertad vigilada. Los 2.200 muchachos que en 1981 estaban al cuidado de familias aumentaron en 1983 a 7. 100, y los 2.400 sometidos hace tres a?os a libertad vigilada pasaron en el ¨²ltimo a?o a 7.400.
P. ?Pero qu¨¦ tipo de educaci¨®n reciben esos 3.000 internos y los 40.000 sometidos a r¨¦gimen abierto?
R. Estamos estudiando con la inspecci¨®n de EGB una educaci¨®n especial para nuestros menores, que asimilan mal la actual EGB y tienen un promedio de tres cursos de retraso. Hay un fracaso escolar que se puede cifrar en el 80%. La experiencia de Estados Unidos demuestra que es posible un porcentaje elevad¨ªsimo de recuperaci¨®n y reinserci¨®n social de menores mediante una escolarizaci¨®n adaptada. Tambi¨¦n queremos estudiar con el Ministerio de Educaci¨®n el modo de cubrir el vac¨ªo existente entre los 14 a?os, edad a la que termina la EGB, y los 16, edad en que concluye la tarea de protecci¨®n.
P. ?Con qu¨¦ personal cuenta para esta labor educativa?
R. Los menores reciben clases en n¨²cleos escolares regentados por nosotros o van a otros centros ajenos. En nuestros 26.000 centros de protecci¨®n contamos con un personal formado por 3.000 funcionarios propios, m¨¢s los que trabajan en centros auxiliares.
P. ?Qu¨¦ cualificaci¨®n profesional se exige?
R. Exigimos t¨ªtulo acad¨¦mico de grado medio y hacemos unas pruebas de valoraci¨®n mediante test psicol¨®gicos y entrevistas.
P. ?Es cierto que algunos funcionarios son ingenieros, t¨¦cnicos de telecomunicaci¨®n ... ?
R. Hay de todo. Ingenieros, soci¨®logos, bi¨®logos.
P. ?Y no se realiza al menos un reciclaje para adaptar a estos profesionales a la delicada tarea pedag¨®gica con los menores?
R. Ellos mismos han pedido una escuela para educadores, y ya se ha realizado alg¨²n curso, como el que se celebr¨® en Alcal¨¢ de Henares sobre drogas, o en Santander sobre inadaptaci¨®n y marginaci¨®n social del menor.
P. ?No existe un desfase en el reparto de los 13.000 millones del presupuesto entre las dotaciones para construcci¨®n de centros y las asignaciones, por ejemplo, para personal?
R. ?sa era la t¨®nica de los ¨²ltimos a?os. Para 1984 se ha aumentado bastante el cr¨¦dito para el personal educador.
P. ?Puede dar cifras?
R. Aproximadamente, un 56% se destinar¨¢ a personal. Se han disminuido las dotaciones para obras y han aumentado tambi¨¦n las subvenciones para alimentaci¨®n y estancias.
P. ?Pero contin¨²an existiendo centros construidos que no funcionan por carecer de dotaci¨®n para personal?
R. S¨ª, pero este a?o se van a inaugurar varios de ellos.
P. ?D¨®nde?
R. Prefiero no citar a ninguno, porque se enfadar¨ªan los de las provincias no mencionadas. Lo importante es que en esos centros en construcci¨®n se est¨¢ evitando todo aspecto represivo y se gst¨¢n creando talleres para formaci¨®n y campos de deportes, sin dem¨¦rito de las zonas de mayor seguridad, nunca carcelarias.
P. Pero la estructura existente antes del 28 de octubre de 1982 se mantiene todav¨ªa, ?no?
R. No, se ha renovado. Es inminente que se realicen las transferencias de competencias a las comunidades aut¨®nomas. Nuestro Consejo Superior se va a quedar s¨®lo con los tribunales de menores, mientras que las juntas protectoras ser¨¢n absorbidas por las comunidades aut¨®nomas. Adem¨¢s se les va a transferir la gesti¨®n de los centros de reforma, pero nosotros mantendremos la distribuci¨®n de las plazas y la orientaci¨®n psicopedag¨®gica de los centros.
P. Seg¨²n mis noticias, subsisten m¨¦todos antipedag¨®gicos.
R. Ese problema va a ser resuelto por los centros pilotos, que emplear¨¢n m¨¦todos nuevos. Por ejemplo, es un desastre que la drogadicci¨®n est¨¦ sin atenci¨®n espec¨ªfica y que los disminuidos ps¨ªquicos se encuentren mezclados con los dem¨¢s menores. A trav¨¦s de los centros pilotos queremos crear peque?os hogares de 12 o 15 muchachos en r¨¦gimen de vida familiar.
P. Usted debe saber que en algunos centros se utilizan t¨¦cnicas represivas, se retiene a los menores durante una semana entera en la celda, sigue sin sustituirse el concepto de alta seguridad y no existe dotaci¨®n de educadores especializados.
R. Es cierto que el conductismo, basado en la t¨¦cnica de premios y castigos, o en lo que yo llamo "el palo y la zanahoria", ha hecho mucho da?o y ha dado, adem¨¢s, muy mal resultado, porque no s¨®lo ha producido el deterioro psicol¨®gico de los chicos, sino que ha fomentado la agresividad y la violencia interna. En Estados Unidos, la patria del conductismo, los centros que siguen este sistema no cuentan con subvenci¨®n estatal. En Madrid ha habido que cerrar el centro de Santa Tecla, en Canillejas, y en una provincia espa?ola ha habido que clausurar una celda que era un aut¨¦ntico bunker, cerrada y con camas de cemento. Tengo que reconocer que estas situaciones ya eran excepcionales cuando yo acced¨ª al cargo.
P. Y ahora, ?qu¨¦ alternativas educativas existen?
R. Estamos contra el castigo y la represi¨®n y a favor del est¨ªmulo, que produce mucho m¨¢s ¨¦xitopara cambiar la conducta del muchacho. Incluso las fugas, que tanto obsesionaban a la Administraci¨®n anterior, no han aumentado con mucha m¨¢s libertad. Existe el ejemplo de un colegio en el que el director rebaj¨® la altura de un muro para quitar a los muchachos la tentaci¨®n de huir. Uno de ellos se subi¨® a la valla e hizo adem¨¢n de fugarse, pero al observar la indiferencia de los educadores, termin¨® reingresando en el centro por la puerta principal.
P. ?Y qu¨¦ me dice de los centros regentados por ¨®rdenes religiosas?
R. Los centros auxiliares los gobiernan ellos, y tienen que respetar la Constituci¨®n. En los centros nuestros que cuentan con religiosos les exigimos, incluso contractualmente, que, adem¨¢s e respetar la libertad de los muchachos, se atengan a nuestras normas generales psicopedag¨®gicas. Y existe un servicio de inspecci¨®n para comprobar si esto se cumple.
P. ?No mercantilizan los objetos que confeccionan los menores?
R. En realidad son trabajos poco importantes y normalmente se gratifica a los muchachos.
P. ?Hay una suficiente informaci¨®n sexual y se orienta a las menores sobre el uso de anticonceptivos?
R. El mayor problema en este campo lo plante¨® un centro para menores embarazadas solteras, algunas de las cuales tuvieron el segundo o el tercer hijo estando dentro del centro. Nuestra posici¨®n es que lo tengan si quieren, pero tampoco queremos que estos centros se conviertan en f¨¢bricas de ni?os. En todo caso, fomentamos la libertad de decisi¨®n. El a?o pasado, un psiquiatra, un ginec¨®logo y yo dimos un cursillo de orientaci¨®n sexual. Pero falta mucho por hacer en este terreno.
P. ?Qu¨¦ pasa con los menores cuando salen de los centros? ?Cu¨¢ntos salen con la EGB superada, cu¨¢ntos se colocan?
R. Vamos a ser sinceros y no triunfalistas. En Espa?a no tenemos estad¨ªsticas fiables. Cuando llegamos aqu¨ª, no hab¨ªa ni secci¨®n de estad¨ªstica. Ahora, en cambio, vamos a contar con un sistema moderno, informatizado, con 17 term¨ªnales en las 17 comunidades aut¨®nomas.
P. ?Con qu¨¦ dificultades principales ha tropezado en su labor?
R. La mayor dificultad procede, m¨¢s que de la estructura administrativa, de la estructura psicosocial o de las costumbres, que, como dec¨ªa Ortega, son las que hay que cambiar.
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