Humo
A pesar de todo, un d¨ªa esta mediocridad tambi¨¦n ser¨¢ nostalgia. Cuando la memoria envuelva este tiempo en una atm¨®sfera dorada, dentro de ella bailar¨¢n algunas siluetas: Tejero cantando bajo la lluvia, los terroristas tocando a Glenn Miller con el tromb¨®n de la metralleta, los ¨²ltimos drogadictos tomando hero¨ªna con botijo a modo de zarzaparrilla en el retrete de un caf¨¦ concierto, los navajeros repartiendo loter¨ªa de Babilonia a la luz de las farolas de gas en las esquinas de la ciudad y los nuevos mendigos industriales salpicando las aceras de Gald¨®s. En el futuro usted se llevar¨¢ una gran sorpresa al comprobar que en medio de este peque?o estercolero fue incluso feliz. Para que esta miseria adquierauna desvanecida luz rom¨¢ntica, color tortilla, s¨®lo se necesita estar un poco peor, ventaja que nadie nos podr¨¢ arrebatar al cabo de los a?os. Cuando usted sea un viejo sentado en una silla de pl¨¢stico frente a una pared de cemento, en ella descubrir¨¢ en la penumbra ciertas sombras chinescas del pasado y la ternura de esta ¨¦poca le llenar¨¢ el coraz¨®n.
En el siglo pr¨®ximo alguien contar¨¢ una bella historia. Hubo un tiempo, hacia 1984, en que los enamorados a¨²n consum¨ªan a medianoche grandes copas de helado en las terrazas bajo un cielo s¨®lo poblado de sat¨¦lites esp¨ªas y las tiendas de cosm¨¦tica, a trav¨¦s de los l¨¢pices de labios, a¨²n vend¨ªan esperanza y los pol¨ªticos a¨²n miraban con inocencia a las c¨¢maras y los calmantes a¨²n hac¨ªan efecto y las ballenas supervivientes a¨²n inspiraban alguna balada y los j¨®venes de pelo calabaza a¨²n ten¨ªan la ingenuidad de colgarse un garfio en la oreja y no todos los mejillones estaban envenenados. Entonces no se hab¨ªa producido todav¨ªa la gran rebeli¨®n de los berberechos y los misiles tampoco hab¨ªan alcanzado el v¨¦rtigo m¨¢ximo de la idea. Su par¨¢bola a¨²n conced¨ªa a los ciudadanos la posibilidad de rezar las ¨²ltimas oraciones o de acabar la manga del jersey de punto bobo. En los basureros de extrarradio los traperos a¨²n descubr¨ªan esmeraldas y sobre un cementerio de autom¨®viles las modelos de alta costura danzaban con botas de amianto para anunciar una ambigua lencer¨ªa. Est¨¢ usted viviendo estos residuos de oro. Aprov¨¦chese. Ma?ana nuestra mediocridad s¨®lo ser¨¢ nostalgia.
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