Di¨¢logo sobre Espa?a
UN GRUPO de intelectuales se reuni¨® la pasada semana en Gerona, bajo el patrocinio del ayuntamiento de la ciudad, el semanario El M¨®n y el diario EL PAIS, para tratar de dar diferentes respuestas a la pregunta ?Qu¨¦ es Espa?a?, formulada -lejos de cualquier planteamiento esencialista- como una propuesta de reflexi¨®n hist¨®rica y como una incitaci¨®n al di¨¢logo en torno al Estado de las autonom¨ªas.Ni las elecciones en el Pa¨ªs Vasco. ni la proximidad de los comicios auton¨®micos en Catalu?a condicionaron el desarrollo de unos debates en que loa problemas de nuestra vida p¨²blica no fueron exan¨²nados desde el punto de vista de los profesionales de la pol¨ªtica -cuyo papel en los asuntos comunitarios no debe degenerar en la pretensi¨®n de la exclusiva-, sino desde enfoques preocupados fundamentalmente por las perspectivas del medio y del largo plazo. Durante la transici¨®n, la necesidad de resucitar, crear o fortalecer los partidos pol¨ªticos, instrumento fundamental para la democracia, margin¨® de la vida p¨²blica las contribuciones que los intelectuales independientes hubieran podido aportar al debate sobre las grandes cuestiones de nuestra convivencia. Aunque s¨®lo fuera por esa raz¨®n, parece deseable la celebraci¨®n de encuentros que, como los coloquios de Gerona, puedan enriquecer la visi¨®n de los problemas, gracias al distanciamiento de los participantes respecto a las luchas en torno al poder y las urgencias cotidianas. La libertad de esp¨ªritu y la ausencia de inhibiciones en los debates de la semana pasada fueron los rasgos esenciales del debate. Este asumi¨® as¨ª con correr los riesgos de las hip¨®tesis y las propuestas antes que refugiarse en la comodidad de los valores aceptados y en la prudencia del posibilismo. No han faltado, sin embargo, voces que desde fuera han clamado a favor de que en Gerona se limitara la libertad de expresi¨®n de los ponentes para que nadie pudiera poner en cuesti¨®n las definiciones y mitificaciones vigentes, tanto sobre Espa?a como sobre Catalu?a. Pero todos se expresaron como quisieron, incluso utilizando la lengua que estimaron conveniente en cada momento. Y la experiencia ha demostrado que resulta factible evitar la polarizaci¨®n y la violencia verbal en que incurren con frecuencia algunos pol¨ªticos situados a uno y otro lado de esas invisibles. fronteras ideol¨®gicas que parecen dividir internamente a las nacionalidades hist¨®ricas.
El tono de las ponencias y de la mayor¨ªa de las intervenciones estuvo de acuerdo con la actualidad de nuestro proceso pol¨ªtico, cuando la alternancia en el poder ya se ha realizado, las instituciones de autogobierno de Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco llevan cuatro a?os de funcionamiento y el Estado de las autonom¨ªas -tras las elecciones de mayo de 1983- ha quedado configurado. Ha sido as¨ª posible realizar un balance de la transici¨®n en este terreno, y de las soluciones constitucionales ofrecidas a las reivindicaciones nacionalistas. Este an¨¢lisis constituye una demostraci¨®n de madurez colectiva, por cuanto que toda sociedad necesita generar constantemente, para mantenerse viva, elementos autocr¨ªticos sobre sus propios fundamentos. El Estado de las autonom¨ªas, fruto de un pacto constitucional ratificado por el refrendo popular, merece un sereno estudio a fin de establecer las comparaciones oportunas entre las expectativas suscitadas y el funcionamiento real de las instituciones. La batalla por la reforma de la Constituci¨®n y de los estatutos equivaldr¨ªa hoy -y seguramente durante muchos a?os- a marcar un campo de juego no s¨®lo para las fuerzas del involucionismo, sino tambi¨¦n para el neocentralismo de algunos sectores de la izquierda. Las iniciativas revisionistas de los nacionalismos, independientemente de su nada probada bondad, terminar¨ªan produciendo resultados diametralmente opuestos a los deseados por sus promotores. Pero nadie debe sentir miedo ante debates que pongan de manifiesto los errores cometidos en el ¨¢mbito de la distribuci¨®n territorial del poder o que permitan exteriorizar opiniones discrepantes sobre los resultados obtenidos desde la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n. Tal fue el objetivo perseguido en Gerona, donde ha sido posible escuchar voces de muy distinta procedencia que se han expresado sin reservas mentales y que han entablado pol¨¦micas sin incurrir en agresiones.
Las jornadas han mostrado que los planteamientostradicionales sobre la cuesti¨®n nacional est¨¢n siendo sometidos a una revisi¨®n que puede liberar del drama a antiguos enfrentamientos. Las teor¨ªas de la vinculaci¨®n indisociable entre la naci¨®n y el Estado han llevado a dos postulados contradictorios: que todo Estado expresa siempre una monol¨ªtica unidad nacional subyacente (lo que equivaldr¨ªa a negar las reivindicaciones auton¨®micas de Catalu?a o del Pa¨ªs Vasco) y que toda naci¨®n carente de organizaci¨®n pol¨ªtica soberana debe aspirar siempre a construir su propio Estado (lo que constituye la matriz te¨®rica del independentismo). Pero la negaci¨®n del esencialismo nacionalista y las dudas sobre la posibilidad de definir inequ¨ªvocamente el concepto de naci¨®n pueden permitir la superaci¨®n de un dilema que obliga, o bien a emparejar r¨ªgidamente cualquier Estado existente con una realidad nacional homog¨¦nea -tentaci¨®n de nuestros centralistas-, o bien a defender el derecho de los movimientos nacionalistas a establecer su propio Estado -camino iniciado por el radicalismo abertzale en el Pa¨ªs Vasco-. Cuando -desde el Gobierno central- el PSOE desentierra la ret¨®rica del nacionalismo unitarista, y cuando -desde algunas comunidades aut¨®nomas- las corrientes independentistas alientan la utop¨ªa de un Estado propio, bueno es que las personas obligadas por oficio a trabajar con conceptos ayuden a desentra?ar el car¨¢cter patol¨®gico de ambas formas de separatismo.
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