Las sorpresas de un congreso
EL CONGRESO de la Democracia Cristiana se ha reunido en un momento tenso de la pol¨ªtica italiana; el Gobierno Craxi, al suprimir por decreto la escala m¨®vil de los salarios, ha provocado la ruptura de la unidad sindical, que funcionaba desde hace muchos a?os; sin un presidente socialista, tal operaci¨®n no se hubiese podido llevar a cabo. Ha provocado un enfrentamiento dur¨ªsimo entre el PC y el PS. Sin embargo, el congreso de la Democracia Cristiana no se ha centrado en los problemas de la pol¨ªtica econ¨®mica y social ni en los del Gobierno. Ha estado dedicado fundamentalmente a las cuestiones internas del partido.La Democracia Cristiana ha sido el partido m¨¢s fuerte de Italia desde la segunda guerra mundial; ha ocupado desde entonces, casi sin interrupci¨®n, la jefatura del Gobierno. Pero ahora no desempe?a ninguno de los altos cargos: el presidente de la Rep¨²blica y el del Gobierno son socialistas; el del Congreso, una diputada comunista. En las ¨²ltimas elecciones, en junio del a?o pasado, la Democracia Cristiana perdi¨® dos millones de votos; obtuvo el peor resultado de su historia, poco m¨¢s del 32%. Todo ello determina un ambiente de frustraci¨®n, que se ha traducido en excitaci¨®n en el curso del congreso. Por otro lado, ya no puede contar con algunos de los principales factores ideol¨®gicos que tanto le ayudaron en otras ¨¦pocas: el actual Papa se interesa mucho menos por las cuestiones italianas; el compromiso pol¨ªtico de la Iglesia es menor. En realidad, si la Democracia Cristiana siguiese perdiendo votos en futuras consultas, su descenso podr¨ªa alcanzar rasgos tr¨¢gicos.
Por eso Ciriaco de Mita ha podido presentarse un poco como el salvador del partido; ha proyectado el congreso con un lema central: unidad y, sobre todo, renovaci¨®n. Con una capacidad intelectual que nadie le discute, ayudado por un brain trust de personas j¨®venes, colocado fuera de las corrientes consagradas, De Mita pretende cambiar los h¨¢bitos de la Democracia Cristiana; superar el sistema, cada vez m¨¢s amorfo, de los caciquismos, los repartos de cargos por corrientes, la rutina de las corrupciones. Adem¨¢s de sus problemas propios, la DC est¨¢ afectada, inevitablemente, por la crisis de los partidos tradicionales que se manifiesta en toda Europa. El remedio que propone De Mita no es algo nuevo: pretende una reconversi¨®n hacia un partido presidencialista de estilo americano. Quiere ser el Craxi de la Democracia Cristiana. Para ello ha puesto como condici¨®n previa para aceptar la secretar¨ªa general disponer ¨¦l de poderes efectivos para dirigir, para efectuar los nombramientos sin someterse al proporcionalismo de las corrientes. A la vez, present¨® ante el congreso un informe de m¨¢s de seis horas: su objetivo era demostrar que la DC tiene una pol¨ªtica propia y no se limita a estar en el Gobierno Craxi; reafirm¨®, desde luego, el apoyo al Gobierno, pero record¨® a Craxi que s¨®lo tiene el 11 % de los votos del pa¨ªs y que, por tanto, el eje real del Gobierno de cinco partidos es la Democracia Cristiana. Con respecto al PC, si bien rechaz¨® la idea de un Gobierno de programa, adelantada por Berlinguer como una v¨ªa indirecta hacia la entrada comunista en el ¨¢rea gubernamental, dej¨®, con ambig¨¹edad buscada, puertas abiertas para el futuro.
La sorpresa del congreso ha sido que en vez de ser reelegido triunfalmente -como anunciaban todos los pron¨®sticos-, De Mita ha tenido que hacer frente a una contestaci¨®n agitada, cuyo objetivo era potenciar a su contrincante; ha sido reelegido con el 57% de los votos, pero s¨®lo al cabo de 14 horas de negociaciones entre las corrientes; y el otro candidato, Vincenzo Scotti, en lugar de un 3% o un 5%, como se preve¨ªa, ha obtenido el 32%. El resultado ha sido una sorpresa para la opini¨®n p¨²blica; y bastante distinto del que hab¨ªa proyectado De Mita. Todo ello permite abrigar serias dudas sobre las posibilidades de esa renovaci¨®n, en la que el reelegido secretario general ha puesto todas sus cartas. A todas luces, los barones han aceptado a De Mita, despu¨¦s de no se sabe qu¨¦ compromisos y arreglos, porque no ten¨ªan otra soluci¨®n viable. Pero han potenciado a Scotti para preparar una alternativa m¨¢s tradicional, aunque tambi¨¦n con abundancia de palabras sobre renovaci¨®n, palabra clave en un partido que, en cualquier caso, atraviesa por una seria crisis. Las elecciones europeas est¨¢n ya pr¨®ximas, y no parece que este congreso contribuya a elevar el n¨²mero de votos democristianos.
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