Bonanza
?Recuerdan la serie televisiva? Un apacible ranchero norteamericano apacienta a sus hijos y sus reba?os, sin m¨¢s ayuda que las dos pistolas y un caballo. Aparentemente, una serie m¨¢s "del Oeste", pero subliminalmente todo un curso de propaganda de la propiedad privada del territorio natural y del orden patriarcal de la sociedad. Unos pobres perros vigilantes se han comido a un imprudente ni?o que se les col¨® en el rancho y un tendero gerundense le ha metido un balazo a otro ni?o en un ojo, porque el tierno infante era un pesado que le invad¨ªa el rancho y le tomaba el pelo.Ignoro si en estos casos se ha aplicado la LODE, la ley antiterrorista o la reconversi¨®n industrial. No me extra?ar¨ªa nada que algo tuviera que ver lo sucedido con el interrogante Qu¨¦ es Espa?a o con la desaparici¨®n de Ruiz Mateos bajo los puentes del T¨¢mesis. Es decir, el caos que nos envuelve desde el desastre de Annual y la desecaci¨®n progresista del Coto de Do?ana. De este caos, de este inmenso caos de im¨¢genes y leyes rotas por la resurrecci¨®n del instinto, hay que extraer principios s¨®lidos y propuestas de conducta que ayuden a los espa?oles m¨¢s j¨®venes a llegar al a?o 2.000, sea cual sea su condici¨®n posible: preparados, parados, posparados, premorosos, morosos, posmorosos.
Que se advierta a los ni?os que podr¨¢n ser ahorcados si no respetan los l¨ªmites del territorio ajeno, sin que ni siquiera se pongan de acuerdo los juristas sobre si los asiste o no el derecho a que un abogado presencie el linchamiento, por encargo de la familia o designado de oficio por la piedad est¨¦tica de la comunidad. Que sepan los ni?os que son comestibles y cegables, por si alguien les hubiera enga?ado sobre los derechos que les asisten en su condici¨®n de hombres de ma?ana. Se han puesto de tal manera los tiempos que los hombres del ma?ana inspiran tanta desconfianza como los del ayer y desde el instinto de rancheros, m¨¢s vale forastero conocido que forastero por conocer. Este era el c¨®digo del propietario de Bonanza y sanos crecieron sus reba?os y sus hijos. Ni?os, el hombre es un ranchero para el otro hombre y m¨¢s ahora, con lo cara que est¨¢ la vida y lo loco que va el d¨®lar.
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