Que dimita TVE

Una vez m¨¢s, Calvi?o es actualidad. Al suma y sigue de peticiones de dimisi¨®n del director general de Televisi¨®n Epa?ola se a?adieron ayer todos los grupos del arco parlamentario, excepci¨®n hecha del partido socialista gobernante. No nos confundamos: no es Calvi?o el problema. Las quejas que hoy llueven sobre Calvi?o llovieron antes sobre sus antecesores y llover¨¢n ma?ana sobre quien le suceda, hasta que se opte por cambiar de modelo de televisi¨®n. No es, por tanto, un problema de personas que se pueda resolver sustituyendo a un director por otro. Calvi?o no hace m¨¢s que obedecer una l¨®gica: la l¨®gica de la televisi¨®n, que emana directamente del poder pol¨ªtico y que no tiene otro criterio de funcionamiento que la raz¨®n de gobierno. La dimisi¨®n de Calvi?o s¨®lo ser¨¢ fecunda si previamante se destierra este modelo y se opta por una concepci¨®n abierta y libre de la comunicaci¨®n televisiva.Quien tiene que dimitir es la televisi¨®n superpolitizada; la televisi¨®n al servicio del partido gobernante, cuyo color corresponde siempre, sin fisuras, al del ocupante de la Moncloa; la televisi¨®n de Estado, dominada por una concepci¨®n absolutamente burocr¨¢tica de la comunicaci¨®n y del periodismo; la televisi¨®n con mentalidad de poder centralista, para la que Espa?a es un oasis madrile?o rodeado de provincias des¨¦rticas cultural y socialmente; la televisi¨®n prepotente que niega el pan y la sal a las televisiones auton¨®micas; la televisi¨®n monopolio que, c¨®modamente instalada en un mundo sin competencia, ofrece a diario un espect¨¢culo de lasitud, falta de motivaci¨®n y escasa consideraci¨®n al p¨²blico espectador con cuyo dinero se financia. Son los vicios de un modelo que permanecen constantes.

Cambiar el modelo quiere decir hacer llegar el esp¨ªritu y los beneficios de la libertad de expresi¨®n al medio televisivo. La libertad es pluralidad. Y la pluralidad s¨®lo se dar¨¢ si se rompe este absurdo monopolio, construido sobre la paternalista y totalitaria idea de que el Estado debe velar por la salud espiritual de los ciudadanos, no dejando al juego abierto de la libertad un medio tan poderoso. Es urgente crear las condiciones legales para que la televisi¨®n deje de ser privilegio del Estado. Entonces, cuando tanto desde la iniciativa privada como desde las instituciones auton¨®micas puedan funcionar las televisiones con normalidad, ya no ser¨¢ necesario pedir la dimisi¨®n de Calvi?o o de su sucesor. ( ... )

7 de marzo