Fruter¨ªa
El negocio salvaje de la transici¨®n consisti¨® en transformar las fruter¨ªas familiares en videoclubes piratas. Sal¨ªas una ma?ana de casa con esa moral vegetariana que se te pone despu¨¦s del primer aviso coronario, y cuando entrabas en la tienda de la naturaleza, la descubr¨ªas invadida por las fuerzas de la cultura magnetosc¨®pica. En lugar de tomates, escarolas, melones y naranjas, las repisas estaban ocupadas por estuches de tiburones, supermanes, padrinos, karatekas, vengadores solitarios, gargantas profundas y naves espaciales.Y ¨¦sa era con exactitud la idea que yo siempre hab¨ªa tenido de la reconversi¨®n industrial. El traspaso sin trauma de la fruter¨ªa de la abuela al videoclub del nieto. Ciertamente, de las legumbres y los c¨ªtricos al sistema Beta o VHS hay un gran trecho hist¨®rico; incluso nunca mejor dicho que se trataba de una operaci¨®n mercantil contra natura. Pero al cabo de la vertiginosa mutaci¨®n del comercio agr¨ªcola al posindustrial, sin pasar por las fases intermedias, resulta que los due?os del negocio reconvertido son los mismos, el tipo de econom¨ªa es id¨¦ntica -tan sumergida la una como la otra-, y, lo que a¨²n es m¨¢s ins¨®lito: los clientes no han desertado del local. Ahora alquilan cintas de v¨ªdeo con similar desparpajo que antes escog¨ªan lechugas frescas. Lo suicida hubiera sido cerrar la fruter¨ªa para abrir una mercer¨ªa, o empe?arse en montar una fumister¨ªa.
Discuten mucho estos d¨ªas del decreto raqu¨ªtico que autoriza la exhibici¨®n p¨²blica de pornograf¨ªa. Son tipos muy lentos los de la Administraci¨®n, y, en este caso, deber¨ªan aprender del gremio de los ex fruteros.
Porque si hay una secci¨®n muerta en los videoclubes actuales es la que tiene una X grabada en el lomo, esa misma letra infamante que ahora se autoriza con tanto melindre y retraso sobre el horario previsto.
Y es que si las cosas no llegan por lo p¨²blico, acaban llegando por el consumo libre y salvaje. Mientras la burocracia espa?ola discut¨ªa todos estos a?os acerca de la mejor manera de atenuar el impacto del sexo duro, las antiguas fruter¨ªas del reino hab¨ªan hecho por su cuenta y riesgo la revoluci¨®n pornogr¨¢fica pendiente.
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