ERT, un caso para los libros de texto
El eventual crack de ERT podr¨ªa figurar por derecho propio en los libros de texto de las facultades de Ciencias Econ¨®micas y Empresariales del futuro sobre los peligros del endeudamiento f¨¢cil y del crecimiento desaforado con dinero ajeno. Cuando el 24 de julio de 1970 se fund¨® la que llegar¨ªa a ser mayor empresa privada del pa¨ªs, resultado de la fusi¨®n de Uni¨®n Espa?ola de Explosivos y de la Compa?¨ªa Espa?ola de Minas de R¨ªo Tinto, la entidad resultante entraba en escena en pleno boom econ¨®mico espa?ol. En la nueva ERT hab¨ªa prisa por crecer, por hacer aflorar r¨¢pidamente todos los negocios de la empresa. Un estudio encargado a Stanford Research animaba a la gerencia a lanzarse a nuevas aventuras.En consecuencia, se abri¨® brecha en numerosos frentes a la vez. Empresas como Fosf¨®rico, Odiel Qu¨ªmica, R¨ªo Tinto Pati?o, Dacsa, Titanio son inversiones en marcha en aquellos d¨ªas. Y se desembarca en tromba en el sector inmobiliario, aprovechando los viejos solares de polvorines y estocaje, y, comprando otros en los que, hasta 1975, se: invierten nada menos que 20.000 millones de pesetas: Azca, Lanzarote, Somosaguas, Ciudad 2.000, etc¨¦tera. Veinte mil millones sin revalorizar, sometidos desde hace a?os a los efectos de la inflaci¨®n y la depreciaci¨®n, a causa de la crisis del sector. Como ERT no tiene fondos propios para atacar tanta inversi¨®n, recurre a crear empresas con poco capital propio y mucho empr¨¦stito. Son los tiempos de la energ¨ªa barata, la mano de obra barata y, sobre todo, del dinero barato.
Llega tambi¨¦n la furia de los petroleros, uno de los cuales, el R¨ªo Tinto, de 260.000 toneladas, se vendi¨® sin estrenar: no entraba por la boya de Huelva. La idea de la expansi¨®n con dinero ajeno inundaba el orbe de la empresa. Se entra en la farmacia, se crea una divisi¨®n de investigaci¨®n. La segunda crisis del petr¨®leo de 1979, con sus efectos nocivos, coge a ERT a contrapi¨¦, sin poder hacer frente a las ampliaciones de capital que necesitaban las filiales. Intenta enajenar sus activos inmobiliarios, pero ya no hay compradores. Los 20.000 millones salvadores quedan enterrados en Azca, Lanzarote... Desde 1979, la empresa redujo plantilla en cerca de 3.000 trabajadores, recurriendo a cerrar o vender negocios (Titanio, Dacsa, IQA, Ertisa, etc¨¦tera).
Fuentes Quintana pone su granito de arena al acabar en 1977 con los circuitos de financiaci¨®n privilegiada. ERT no tendr¨¢ m¨¢s remedio que endeudarse en el exterior. No hay otra fuente de financiaci¨®n que el d¨®lar. Los costes financieros, que en 1979 fueron de 5.600 millones, saltan a 14.200 en 1980, a 17.200 en 1981 y a 24.000 millones en 1982. Las minusval¨ªas por valoraci¨®n monetaria son de 2.000 millones en 1980, de 3.000 en 1981 y de 5.000 millones en 1982. Desde 1975 no se efect¨²a ninguna ampliaci¨®n de capital. Con 16.000 millones de capital social y 12.000 de reservas de emisi¨®n, hay que hacer frente a unos activos que sobrepasan los 180.000 millones de pesetas.
En el verano de 1982, la crisis financiera internacional pega el empuj¨®n de la muerte a ERT. La banca internacional empieza a retirar cr¨¦ditos. La tormenta est¨¢ encima. ERT financia sus importaciones de crudo con cr¨¦ditos a seis meses, solapando unas amortizaciones con el cr¨¦dito del cargamento siguiente. Pero en agosto de 1982, los bancos participantes en el juego rompen la baraja, retiran sus credenciales internacionales y dicen que no prestan un duro m¨¢s. ERT ya no puede empalmar un cr¨¦dito con otro. S¨®lo quedaba la suspensi¨®n de pagos o la moratoria y consiguiente reestructuraci¨®n ¨¢e la deuda.
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