El hospital de Legan¨¦s, un manicomio en ruinas
El centro ha cumplido m¨¢s una funci¨®n de asilo que de psiqui¨¢trico, situaci¨®n que ahora se desea reinvertir
, "El paciente tiene todo el tiempo del mundo. Aqu¨ª no existe el tiempo", dice uno de los auxiliares del hospital psiqui¨¢trico Santa Isabel, de Legan¨¦s. Sin embargo, lo importante en este caso es una larga serie de carencias. De personal, por ejemplo. Aparte de los 18 pacientes agudos, que cuentan con los servicios de cuatro psiquiatras, los restantes enfermos mentales internados (144 hombres y 90 mujeres) disponen de s¨®lo cuatro m¨¦dicos -de ellos, dos est¨¢n en per¨ªodo de formaci¨®n-, que, salvo uno, acaban su jornada a mediod¨ªa. "Apenas siguen sus crisis o sus motivaciones. S¨®lo les entrevistan cuando uno de los cuidadores da parte de que alguno ha causado problemas de orden o ha roto alguna cosa", afirma uno de los auxiliares.Por los pasillos y las desvencijadas salas pululan pacientes con fren¨¦ticas caminatas a ninguna parte; otros miran por la ventana o dormitan recostados sobre un banco, y los m¨¢s, aprovechando las horas de sol, pasean por los jardines y por el inutilizado campo de f¨²tbol, al tiempo que fuman como posesos, alguno de ellos hasta cuatro cajetillas diarias. Apenas unos 30 pacientes trabajan en el huerto o en los talleres (de imprenta, forja y ebanister¨ªa), y obtienen por ello, beneficios terap¨¦uticos aparte, unas 1.500 pesetas al mes.
Uno de los m¨¦dicos psiquiatras internos reconoce que se limitan a trabajar con un 13% de los pacientes: aquellos que consideran recuperables. Otro auxiliar critica el papel omnicomprensivo que desempe?an las 11 hermanas de la Caridad del centro. ?stas, que custodian el botiqu¨ªn y en buena parte poseen estudios de enfermer¨ªa, tienen un absoluto control sobre la administraci¨®n de medicamentos, seg¨²n afirman algunos auxiliares, los mismos que denuncian el uso, con los pacientes, de f¨¢rmacos caducados hace a?os. La direcci¨®n del centro, por su parte, niega este extremo y afirma que tales medicamentos no se usan y que permanecen ah¨ª pr¨¢cticamente como piezas de museo. Lo cierto es que, en algunas vitrinas y mesas de enfermer¨ªa, se pueden observar cajas ya caducadas con signos de haber sido utilizadas recientemente.
El aseo de los internados se resume en lo siguiente: los 144 hombres desfilan una vez por semana por una de las cuatro duchas de que dispone el centro, a tal ritmo que en 20 minutos ya se han duchado 80. "Como solemos decir se les riega una vez por semana", explica un auxiliar. La limpieza cotidiana consiste en un trozo de s¨¢bana o esponja humedecida -"a veces ha sido usado previamente para limpiar a los incontinentes", seg¨²n un auxiliar- que es sucesivamente pasado por los cuidadores sobre los rostros de una hilera de pacientes. La direcci¨®n del centro niega tales extremos.
Las naves, donde se alojan hasta 40 camas, separadas unas de otras por un metro escaso, no disponen de servicio. Frente a las camas se alinean unos orinales con aspecto de chistera, cada uno de los cuales es utilizado por dos o tres pacientes tanto para orinar como para defecar.
Hacinamiento
Numerosas paredes, como las de la cafeter¨ªa o las duchas del ala de los antiguos internos distinguidos -los de pago-, est¨¢n descascarilladas. El suelo de algunos servicios sanitarios tiene un color renegrido. Las habitaciones de las internas, sin embargo -tal vez por la hacendosidad de ¨¦stas-, tienen un tono de mayor habitabilidad y limpieza.La escasa consistencia del edificio, con 133 a?os de antig¨¹edad, ya dio su primer aviso en 1980, cuando una inspecci¨®n arquit¨¦ctonica realizada a ra¨ªz de la aparici¨®n de una seria grieta en el ala de mujeres hizo que ¨¦stas fueran trasladadas al ala de hombres, al considerarse que aquella parte del edificio corr¨ªa peligro de desmoronamiento. La Administraci¨®n rehus¨® reparar la parte amenazada del edificio, con lo que se perpetu¨® el hacinamiento de los pacientes.
En un reciente informe arquitect¨®nico sobre el hospital puede leerse: "El edificio, en todo su conjunto, presenta un agotamiento total debido a la vejez y uso de sus materiales. En determinadas zonas, correspondientes a dormitorios de hombres, el armaz¨®n de las paredes, construido con vigas de madera, ha perdido el per¨ªodo de fluencia. Las caracter¨ªsticas de los materiales empleados en la construcci¨®n, especialmente madera, as¨ª como la instalaci¨®n el¨¦ctrica, envejecida, acrecientan el peligro de incendio. La rehabilitaci¨®n completa del edificio hace necesaria una fuerte inversi¨®n".
Al inicio de los a?os setenta, la plantilla se ampli¨® casi en un 50%; el hospital se hizo docente, admitiendo m¨¦dicos residentes, y los j¨®venes psiquiatras que llegaron al vetusto centro de Legan¨¦s intentaron poner en pr¨¢ctica criterios novedosos de salud mental, as¨ª como de organizaci¨®n, con una comisi¨®n ejecutiva de direcci¨®n y una junta facultativa. Tambi¨¦n entonces se revisaron los historiales cl¨ªnicos de numerosos pacientes y se intent¨® imbricar al interno en la organizaci¨®n de su vida en el hospital a trav¨¦s de las asambleas semanales de enfermos o de las comisiones de festejos. Asimismo comenz¨® el contacto de los enfermos con la comunidad de Legan¨¦s (para algunos se tradujo en trabajos ocasionales de recaderos o limpiadores) y con sus familias, y se emprendi¨® la sectorizaci¨®n, esto es, asistencia ambulatoria y labor preventiva en Legan¨¦s y otras localidades del sur de Madrid, como Alcorc¨®n y M¨¢stoles. Sin embargo, la falta de ayudas y reformas legales en el sector psiqui¨¢trico ha dificultado las iniciativas.
La direcci¨®n del centro y los trabajadores coinciden en atribuir esta situaci¨®n de deterioro a las trabas burocr¨¢ticas que pone el organismo del que dependen, la Administraci¨®n Institucional de la Sanidad Nacional (AISN), para proveerles de material o hacer frente a las reformas indispensables, as¨ª como al hecho de que se haya utilizado este hospital psiqui¨¢trico como vertedero de pacientes problem¨¢ticos de centros de toda Espa?a. ?stos eran dif¨ªcilmente recuperables, pues en su mayor¨ªa ten¨ªan una avanzada edad y un dilatado internamiento, y no pocos hab¨ªan sufrido tratamientos fuertes, electrochoques incluidos. De ah¨ª que Santa Isabel haya cumplido m¨¢s una funci¨®n de asilo que de psiqui¨¢trico, situaci¨®n que ahora se desea reinvertir.
Tanto el director del centro, Luis Guzm¨¢n, como Manuel Desviat, responsable del ¨¢rea de Legan¨¦s dentro del Instituto de Salud Mental (Insam), dependiente de la Administraci¨®n auton¨®mica, pretenden pasar a los cr¨®nicos al cercano hospital de Santa Teresa, salvo aquellos que, tras un estudio individualizado, sean juzgados aptos para reintegrarse a la comunidad. A fin de procurar una coordinaci¨®n en tanto se producen las transferencias, Insam y AISNA negocian actualmente el destino final de los centros psiqui¨¢tricos de Santa Isabel y Santa Teresa, a los que el Insam, seg¨²n Manuel Desviat, pretende dar un uso que supere los internamientos manicomiales.
Ambas partes coinciden en la irrecuperabilidad del edificio de Santa Isabel, cuya cesi¨®n al Ayuntamiento de Legan¨¦s para fines art¨ªsticos o culturales ya est¨¢ acordada, seg¨²n Manuel Desviat, y reconocen tambi¨¦n que, a medio plazo, el n¨²mero de camas necesario ser¨¢ muy reducido, como lo prueba que en los cuatro a?os de funcionamiento de la unidad de tratamiento de casos agudos ninguno de los innumerables pacientes asistidos se ha convertido en cr¨®nico, con lo que las 18 camas con que cuenta han tenido una constante rotaci¨®n.
La comisi¨®n de direcci¨®n -integrada por el director, el administrador, dos delegados de la junta, el jefe de enfermer¨ªa y representantes del comit¨¦ de empresa y de los auxiliares- acaba de proponer a la subdirecci¨®n general de la AISNA la creaci¨®n de una comisi¨®n Insam-AISNA-hospital de Legan¨¦s para estudiar el futuro del centro.
Poblado de ancianos
El Hospital Psiqui¨¢trico de Santa Isabel est¨¢ poblado de ancianos. La media de edad de sus 250 pacientes es de 67 a?os, el 46% lleva internado m¨¢s de 20 a?os y s¨®lo menos del 7% lleva dentro un tiempo inferior a 18 meses. Un 16% no recibe nunca visitas familiares, y el resto las recibe con una periodicidad que oscila entre la semana y el a?o. S¨®lo un 45% cobra pensiones o recibe dinero de la familia.Aunque no existen en la actualidad prohibiciones de salida a los pacientes y la direcci¨®n del centro es partidaria del contacto del enfermo con su entorno comunitario, un 38% de los internos nunca ha gozado de permisos para abandonar el recinto a lo largo de su veintena de a?os recluidos, seg¨²n un estudio sobre los internos de Santa Isabel, realizado a fines de 1982 por miembros del equipo terape¨²tico del centro.
La presencia en Santa Isabel de un 8% de pacientes est¨¢ motivada -dice el estudio- por "alcoholismo, deterioro org¨¢nico y hospitalismo, sin otra objetivaci¨®n diagn¨¦stica psiqui¨¢trica que justifique su ingreso", mientras que la de un 15% est¨¢ basada en retrasos mentales diversos.
El citado informe indica que un 30% es analfabeto, un 44% tiene estudios primarios; un 18%, estudios secundarios. y un 6%, estudios universitarios. El 50% de los pacientes procede de la clase obrera; otro 6%, del campesinado; un 1%, del lumpen; un 32%, de la peque?a burgues¨ªa, y s¨®lo un 10%, de la burgues¨ªa.
Por otra parte, el 89% de los pacientes est¨¢ soltero. El 30% se masturba, el 17% ha mantenido relaciones homosexuales, y un 32% no mantiene pr¨¢ctica sexual alguna.
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