Mi querida se?orita.
"Su marido es una mujer, a pesar de su apariencia de hombre", le dijo el m¨¦dico a una madre con dos hijos
En Espa?a el n¨²mero de transexuales no pasar¨¢ de 500. El transexual no tiene nada que ver con el, homosexual, ni con el travestido. Detr¨¢s de cada transexual suele haber un drama humano, que no siempre resuelve la operaci¨®n de cambio de sexo, que desde hace unos meses puede realizarse sin problemas legales en nuestro pa¨ªs. El caso de Manuel, ciudadano de este pa¨ªs, padre de familia, que al atardecer se viste con ropas femeninas para sentirse mujer mientras su esposa piensa que hace horas extraordinarias, puede servir como ejemplo. Manuel ha decidido dar el paso, operarse, y dejar de robar las p¨ªldoras anticonceptivas a su compa?era en su intento desesperado por hacer crecer sus senos. Sin embargo, deber¨¢ renunciar a sus dos peque?os, a sus amigos, a su ciudad y a su trabajo.
Manuel ha cumplido los 35 a?os. Trabaja en un taller de cer¨¢mica de una ciudad que ba?a el Mediterr¨¢neo. Sus vecinos, sus amigos, su dos hijos desconocen el drama que vive Manuel. Mar¨ªa, su mujer, que regenta un colmado, descubri¨® su secreto al recibir una llamada de un psiquiatra catal¨¢n: "Mar¨ªa, su marido es una mujer, a pesar de su apariencia de hombre. No es un homosexual, ni tampoco un travestido, Manuel es una mujer que desea someterse a los cambios fisiol¨®gicos necesarios para realizarse como tal". Mar¨ªa le explic¨® que su marido era una persona encantadora con la que hab¨ªa tenido dos hijos, de siete y cuatro a?os, y, aunque no era muy activo sexualmente, manten¨ªa una relaci¨®n que consideraba normal. "Trabaja mucho, hasta las diez de la noche, y le encanta estar en casa". Y con la voz entrecortada todav¨ªa se atrevi¨® a preguntar: "?Pero no hay soluci¨®n, doctor; est¨¢ usted seguro de lo que dice?".Manuel naci¨® en el seno de una familia de clase media baja. Recuerda que a los ocho a?os le gustaba jugar con las mu?ecas de su hermana y con la cocina de madera que le trajeron los reyes. Sus recuerdos infantiles pasan por un vestido azul del armario familiar que se pon¨ªa a escondidas y por el hurto de una barra de labios del bolso de su madre. A los 14 entr¨® de chico de los recados en una boutique, "donde, a veces, mientras la dependienta despachaba, me sub¨ªa a unos zapatos de tac¨®n o me probaba una pamela, lo que me produc¨ªa una extra?a sensaci¨®n de felicidad".
Experiencia prematrimonial
La situaci¨®n familiar no era f¨¢cil y la adolescencia de Manuel se desarroll¨® entre peque?os trabajos con los que aportar alg¨²n dinero a casa y unos estudios profesionales en los que aprendi¨® el oficio de ceramista, que posteriormente le permitir¨ªa formar un hogar. Su primera relaci¨®n sexual fue con una prostituta, a los 23 a?os de edad, pero aquello no funcion¨®. Para Manuel fue un intento de enfrentarse cara a cara con el otro sexo, pero en realidad result¨® una relaci¨®n castrante y embarazosa, en la que los mil esfuerzos de una rubia torpemente maquillada no consiguieron forzar la erecci¨®n. Manuel pens¨® que era infinitamente m¨¢s feliz con sus placeres solitarios en los que se excitaba pensando que era una mujer que estaba siendo pose¨ªda por un hombre. Entr¨® a trabajar en un taller de cer¨¢mica. de su ciudad y su propietario asegura que conoce el oficio como nadie. Un d¨ªa conoci¨® a Mar¨ªa, una buena chica con la que, casi sin darse cuenta, se encontr¨® casado. Manuel crey¨® que sus fantasmas juveniles desaparecer¨ªan como por, encantamiento, pero Mar¨ªa no fue la varita m¨¢gica que hab¨ªa so?ado y pronto se dio cuenta de su error. La relaci¨®n sexual entre la pareja, m¨¢s aislada de lo que correspond¨ªa a un matrimonio joven, sin ser satisfactoria, permiti¨® creer a la joven que all¨ª no pasaba nada anormal, salvo que su marido trabajaba demasiado. "Siempre me han gustado las mujeres como una envidia que yo sent¨ªa", confiesa Manuel. Y en una ocasi¨®n, viendo a su mujer desnuda sobre el lecho, no reprimi¨® una exclamaci¨®n cuyas claves no interpret¨® su esposa: "Te envidio este cuerpo tan bello".
En sus 10 a?os de matrimonio ha tenido dos hijos. Su mujer, unos a?os m¨¢s joven que ¨¦l, nunca le ha descubierto comportamientos extra?os. Sin embargo, poco despu¨¦s de casarse empez¨® a travestirse fugazmente. M¨¢s recientemente habl¨® con el due?o del taller de cer¨¢mica donde trabaja ma?ana y tarde y le explic¨® el problema. Este pareci¨® entenderle, le manifest¨® que sus inclinaciones no le importaban, que su trabajo era muy satisfactorio y le pregunt¨® qu¨¦ pod¨ªa hacer para ayudarle. "D¨ªgale a mi mujer que tengo que hacer un par de horas extraordinarias y en este tiempo me travestir¨¦". As¨ª lo hizo y diariamente pasea al atardecer, vestido de mujer, con peluca y un fino maquillaje. No se prostituye, ni siquiera busca un ligue ocasional. Su felicidad estriba en pasear, que le miren y a lo sumo escuchar un piropo. "Mi felicidad consiste en sentirme mujer".
Cambio de sexo
Est¨¢ preocupado por su barba cerrada; por esta raz¨®n desde hace cierto tiempo toma anticonceptivos en un intento desesperado por afeminarse y ver crecer sus senos. Poco a poco va adoptando actitudes de mujer, como orinar sentado en la taza del w¨¢ter. Un ur¨®logo le descubri¨® su secreto inconfesable, unos cortes superficiales en el escroto en un intento desesperado de simular una vulva, lo que le hizo saltar las l¨¢grimas, l¨¢grimas que el especialista soslay¨® con el silencio.
Hace seis meses, Manuel habl¨¦ con su mujer. Ella no entendi¨® del todo el problema. Pens¨® que quiz¨¢s pasaba un mal momento, que pod¨ªa haber tenido alguna experiencia homosexual, que pod¨ªa sufrir alg¨²n trastorno fisiol¨®gico... Inici¨® as¨ª un recorrido por diferentes consultas psiqui¨¢tricas que acabaron por diagnosticarle su problema. Manuel es un transexual, una mujer con cuerpo de hombre, posiblemente el error en un mensaje gen¨¦tico durante el embarazo. En cualquier caso, cab¨ªa la posibilidad de una operaci¨®n de cambio de sexo, actualmente legal, tras una preparaci¨®n psicofisiol¨®gica extensa. Los especialistas les han hecho ver que tendr¨¢ que aprender a actuar como mujer, que deber¨¢ renunciar a sus hijos, a los que quiere infinitamente, y que tendr¨¢ que cambiar de residencia y, seguramente, de puesto de trabajo. A pesar de todo est¨¢ decidido y trabaja d¨ªa y noche para financiarse una operaci¨®n que cuesta casi medio mill¨®n de pesetas: "Si no consiguiera ser mujer, quiz¨¢s no tendr¨ªa m¨¢s remedio que el suicidio".
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