S¨®lo valor y voluntad
Dicen los viejos maestros y los sabios aficionados que para lanzarse al ejercicio de la dif¨ªcil profesi¨®n de torero hay que hacer acopio de valor y de deseos de llegar hasta la cima. Despu¨¦s, si alguno lleva en la frente el soplo luciferino del arte y los dedos negros del duende le han tocado en el coraz¨®n, las p¨¢ginas de la historia del toreo se le abren sin dobleces ni recovecos.
Valor y ganas
Plaza de Las Ventas
18 de marzo.Cinco novillos de Eugenio Mar¨ªn Marcos, de aceptable presencia, brabucones, manejables. Segundo, de Camaligera, mansurr¨®n. G¨®mez Ja¨¦n: silencio en los dos. Antonio Camarena: silencio en ambos. Ferm¨ªn Vioque: silencio en cada uno.
Los tres novilleros que, en tarde fr¨ªa e ins¨ªpida, se enfrentaron a los novillos de Mar¨ªn Marcos, tienen valor y ganas de estar ah¨ª. Pero carecen de calidad y desconocen muchas cosas del oficio. Y, por supuesto, ni las musas ni el duende han tenido jam¨¢s trato con ellos.Tanto los novillos del hierro de Mar¨ªn como el de Camaligera se pod¨ªan torear. Pero hab¨ªa que tener m¨¢s mando en la muleta y m¨¢s raciocinio debajo de la montera. No basta con porfiar ni con levantarse encorajinado despu¨¦s de los revolcones. As¨ª s¨®lo se consigue el palmoteo de los japoneses del 10 y los gritos de esa yanqui madura y miope que ley¨® a Hemingway en su lejana juventud.
El que m¨¢s ignorancia y torpeza ha demostrado ha sido G¨®mez Ja¨¦n. Muy tosco con el capote, ha podido el genio de su novillo en todo momento con ¨¦l. Sus enemigos se hicieron los amos durante ambas faenas y si el primero lo trajo de cabeza, el segundo, con m¨¢s trap¨ªo y que derrib¨® e hiri¨® a un caballo, le hizo correr por todos los terrenos y le levant¨® los pies del suelo dos veces.
Antonio Camarena estuvo valeroso con el capote, sobre todo en una serie de faroles de rodillas que puso los pelos de punta a los nipones.
El de Camaligera mansurrone¨® en varas y fue pegajoso en la muleta, pero el sevillano se empe?¨® en ponerse encima de la oreja para citarlo, sin darle distancia y no le pudo dar ning¨²n muletazo. Una voz del tendido le ¨¢consej¨® que lo citara de lejos, y cuando as¨ª lo hizo el novillo se arranc¨® con alegr¨ªa y puso al descubierto que el matador no sabe torear. En el quinto repiti¨® las cercan¨ªas y despu¨¦s de unos mantazos lo despen¨® de dos escandalosos bajonazos.
Las faenas de Ferm¨ªn Vioque fueron sin mando y con mucho baile de zapatillas. La primera, muy larga y aburrid¨ªsima, transcurri¨® entre palmas de tango que no lograron acallar ni las fantasmadas muleteriles que sac¨® a relucir al final. Con los palos ha estado lamentable y s¨®lo ha destacado por el aguante en un de dentro a fuera que coloc¨® en el tercero. En el sexto, banderille¨® muy mal, pese a que Rafael Gago estuvo en el tercio constantemente para ponerle el toro en suerte y hacerle los quites.
Cuando los espadas abandonaban la plaza, los escasos parroquianos que todav¨ªa no hab¨ªan huido del fr¨ªo, los dejaron ir con la mayor indiferencia. Estas despedidas mudas y con la espalda vuelta, son peores que una bronca gloriosa entre almohadillas.
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