'La Regenta' cumple un siglo
Como sabemos, ciertas se?oras no cumplen a?os. Por eso pueden cumplir siglos, porque 100 a?os, pongamos por caso y aun que parezca parad¨®jico, tienen la virtud de detener el tiempo, y Ana Ozores, la Regenta de Vetusta, esa ciudad de donde venimos todos, cumple su siglo y hasta se viste de ingl¨¦s. Pero si La Regenta no envejece, nos envejece a todos porque nos hace recordar muchas cosas: la incomprensi¨®n de cierta cr¨ªtica, la falta de popularidad consiguiente, ese silencio obligado de una obra que hace muchos cursos que ten¨ªa que estar en todos los programas universitarios y etc¨¦tera.
La Regenta, como novela, es una de las perfectas novelas del siglo XIX, y estoy hablando de Europa; para Espa?a es, sin duda, la mejor construida, la m¨¢s completa, si entendemos por ello la m¨¢s rigurosa materializaci¨®n de un universo, y una de las m¨¢s ricas, aunque en riqueza (tipos y situaciones, descripciones y sugerencias) tendr¨ªamos que recordar tambi¨¦n aqu¨ª a un cierto P¨¦rez Gald¨®s y a dos se?oras m¨¢s, que se llamaron Fortunata y Jacinta. Clar¨ªn acert¨® a condensar en los dos tomos de la primera edici¨®n de su novela un universo completo que siempre, hasta cierto punto, correspond¨ªa con el universo de una ciudad espa?ola de finales de siglo; pero es tal el rigor de la construcci¨®n que ning¨²n personaje de la obra "est¨¢ fuera de su sitio", se relaciona con su mundo y entre s¨ª con tal naturalidad que todos, hasta los menos importantes, ganan vida y profundidad.
Estilo sugerente
Y luego, por si fuera poco, queda el estilo; de ninguna manera lento y minucioso como aseguraron ciertos cr¨ªticos, sino malicioso, sugerente, abierto a muchas interpretaciones.
Pero La Regenta, ya lo dije, tuvo mala suerte y mala cr¨ªtica. No vamos a recoger aqu¨ª aquella frase que tildaba a Clar¨ªn de "escarabajo pelotero" y a su obra de "losa"; creo simplemente que la cr¨ªtica oficial, es decir, la ideol¨®gica cr¨ªtica en el poder, se escandaliz¨® ante el tema, era mucho hombre y poco sacerdote don Ferm¨ªn de Pas, era mucha mujer y un tanto ad¨²ltera la sin par Regenta. Y ocurri¨® algo peor: se empez¨® a juzgar a La Regenta a trav¨¦s de Madame Bovary, sin caer en la cuenta de que en la novela no hay un protagonista, sino dos (y basta calcular el n¨²mero de cap¨ªtulos protagonizados por estos dos personajes: Ana protagoniza once cap¨ªtulos, Don Ferm¨ªn el Magistral, nueve, y los dos juntos, cuatro).
No es, pues, una novela cuyo tema est¨¦ basado en la frustraci¨®n de una mujer casada, encerrada en una ciudad de provincias y con ciertas ansias insatisfechas, sino la novela de una mujer frustrada que se enfrenta con un hombre emprendedor, ambicioso, inteligente y capaz de amar y ser amado. Unir el tema, ya conocido, de la mujer frustrada, y el tema, tambi¨¦n conocido, del sacerdote que se enamora hasta humanizarse fue descubrimiento personal¨ªsimo de Clar¨ªn y quiz¨¢ uno de los mejores logros de su sin par novela. Queda, claro est¨¢, much¨ªsimo m¨¢s, pero quiz¨¢ baste con esto para comprender la impopularidad de la obra y cierto despiste cr¨ªtico.
Pero la novela continuaba ah¨ª, lista para el descubrimiento y la relectura, y hace ya 10 a?os mi colega Jos¨¦ Schraibman, de la universidad de San Luis, en Misuri, la tradujo al ingl¨¦s, con pr¨®logo, creo, de otro colega de Minnesota, esta vez espa?ol, Antonio Ramos Gasc¨®n; por unas cosas y por otras esta traducci¨®n qued¨® in¨¦dita, y con la aparici¨®n ahora de otra traducci¨®n inglesa est¨¢ visto y revisto que el trabajo -duro si los hay- de mi amigo Schraibman ha quedado inutilizado. Son cosas que pasan en el mundo de la traducci¨®n y de la edici¨®n, pero si lo he recordado ahora es simplemente para subrayar el inter¨¦s merecido que esta obra ha despertado m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras.
La Regenta, novela, es obra para leer, para releer y para estudiar y explicar; es incomprensible que los profesores no se hayan lanzado desde un primer momento sobre un texto que tantas posibilidades ten¨ªa para la literatura, para la sociolog¨ªa, para la historia, y no digamos para la psicolog¨ªa y hasta para el psicoan¨¢lisis. La obra es tan robusta, completa y rica que lo resiste todo; es m¨¢s, que se enriquece a partir de cualquier an¨¢lisis.
Lo malo, y vuelvo al principio, es esto de celebrar centenarios, porque si, por una parte, La Regenta rejuvenece, por otra parece que estamos condenados al inexorable paso del tiempo, ya que s¨®lo ¨¦ste nos permite ciertas celebraciones y da a nuestro trabajo -al de estas l¨ªneas, por ejemplo- un aire de conmemoraci¨®n que de ninguna manera quisiera yo f¨²nebre.
Vivimos tiempos de divorcio y tiempos en los que un sacerdote deja su ministerio y puede casarse, y, con todo, la novela de Clar¨ªn tiene tanta fuerza que nos a¨ªsla de las relaciones m¨¢s contempor¨¢neas y nos sumerge en un mundo en que estas relaciones nos parecen fijas, p¨¦treas casi, pero eso s¨ª, capaces de organizarse y de vivir por s¨ª mismas.
Clar¨ªn, y esto es un secreto, tambi¨¦n era brujo.
escritor, es profesor de Sociolog¨ªa de la Literatura.
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