La polic¨ªa y el embajador
LA DETENCI?N y posterior expulsi¨®n de Ankara de varios parlamentarios y periodistas, entre ellos el enviado especial de EL PAIS para cubrir las elecciones municipales que hoy se celebran en Turqu¨ªa, miembro de la Alianza Atl¨¢ntica -elecciones con las que Turgut Ozal pretende demostrar que la democracia retorna a Turqu¨ªa-, han puesto en evidencia que el sistema pol¨ªtico nacido del golpe de Estado militar de 1980 es incapaz de garantizar libertades, individuales o colectivas, y erigir un Estado de derecho. El incidente muestra que el Gobierno salido de las limitad¨ªsimas urnas toleradas el pasado mes de noviembre no est¨¢ en condiciones de imponer su voluntad democratiz adora. Ozal es un prisionero m¨¢s, quiz¨¢ el principal, de las autoridades militares. Las elecciones de hoy, con las que Europa occidental pretend¨ªa lavarse su mala conciencia por tolerar un r¨¦gimen militar en el seno de su alianza defensiva, caer¨¢n en el saco roto de la incredulidad internacional.La imposici¨®n de la censura mediante m¨¦todos tan repugnantes como los que comentamos -y que recuerdan infelizmente las expulsiones de corresponsales extranjeros en nuestro pa¨ªs por los ministros de Informaci¨®n del franquismo-, es la mejor de las pruebas de que la democracia en Turqu¨ªa sigue siendo una parodia. Pero hay m¨¢s: para hacer honor al tema, Espa?a mantiene all¨ª un embajador al que podemos inscribir de veras en la mejor tradici¨®n del g¨¦nero bufo. Este representante de nuestro Estado democr¨¢tico dio por sentado de buenas a primeras que lo m¨¢s l¨®gico era que la polic¨ªa turca tuviera raz¨®n y que un periodista de la redacci¨®n de EL PAIS se habr¨ªa trasladado a Ankara para repartir folletos ecologistas. Las embajadas espa?olas se distinguen en muchos casos por sus bellas sedes y por su buena cocina: s¨®lo en ocasiones por su defensa o apoyo de los intereses de los espa?oles que por azar, necesidad o encanto recalan en los pa¨ªses de referencia. Las excepciones que a esta regla existen hablan por eso a¨²n mejor de los buenos embajadores que Espa?a tiene, pese a la adversidad del medio ambiente al que tienen que enfrentarse. El medio ambiente lo simboliza a la perfecci¨®n Mart¨ªnez Caro, embajador en Ankara: en vez de compartir la presunci¨®n de inocencia a la que ten¨ªa derecho el enviado especial de EL PAIS, prefiri¨® dar por buena inicialmente la versi¨®n de la polic¨ªa turca. La r¨¢pida intervenci¨®n en apoyo de los intereses de un ciudadano espa?ol, y de la instituci¨®n que representa, por parte del Ministerio de Asuntos Exteriores y de la Oficina de Informaci¨®n Diplom¨¢tica, no hace sino poner m¨¢s de relieve la torpeza de este embajador del que conviene aprendan a protegerse los periodistas espa?oles tanto como de la polic¨ªa de Ankara.
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