Trabajar la realidad
En este caso, el peaje de sensibler¨ªa que ha exigido la productora Walt Disney ha sido escaso, circunscribi¨¦ndose a unas escenas finales, farragosamente cargadas de mensaje. El resto es espl¨¦ndido, tanto por la calidad y fuerza de las im¨¢genes como por el tono del relato. Porque Los lobos no lloran arranca como una novela de aventuras de Jack London, en la que hubiera una mayor dosis de humor, para seguir en una l¨ªnea semejante a la de Kurosawa en Dersu Uzala, siempre conservando unos peque?os toques de comedia.Los lobos no lloran muestra el aprendizaje y adaptaci¨®n de un bi¨®logo a un mundo -el Canad¨¢ ¨¢rtico- que s¨®lo conoce en teor¨ªa. Todo su saber libresco, todos sus aparatos para leer la naturaleza, se revelan in¨²tiles: ni sus heladas manos est¨¢n en condiciones de hacerlos funcionar ni las temperaturas extremas respetan engranajes u hornillos de gas. Si el protagonista logra sobrevivir se debe tanto a la ayuda de un esquimal como a su capacidad para aceptar las reglas del juego que imponen las vastas extensiones nevadas.
Los lobos no lloran
Director. Carrol Ballard. Int¨¦rpretes: Charles Mart¨ªn Smith, Brian Dennehy, Zachary Ittimangnag, Sarnson Jorah. Gui¨®n: Curtis Wamson, Sam Hamm y Richard Fletter, bas¨¢ndose en el libro de Farley Mowat. Fotograf¨ªa: Hiro Narita. M¨²sica: Mark Isham.Local de estreno: Madrid 4.
El atractivo del filme -que es considerable- se funda en c¨®mo explica la manera en que Farley Mowat aprende a comunicarse con los animales, imitando sus t¨¦cnicas como las de se?alizaci¨®n del territorio- o estudiando sus costumbres. Todo esto Carrol Ballard tiene el acierto de contarlo sin grandilocuencia, de manera emocionante y divertida y de hacerlo jugando muy bien con el montaje. El cineasta no usa y abusa de su poder para crear efectos con la moviola, sino que busca la magia de la verdad fotogr¨¢fica. Las secuencias pueden estar construidas a posteriori, pero siempre hay ese plano, de gran intensidad, en que el hombre aparece junto al animal, en medio de un paisaje aut¨¦ntico, viviendo aquello que la c¨¢mara capta.
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