Petici¨®n generalizada de la pena de muerte por parte de la opini¨®n p¨²blica en Per¨² tras el mot¨ªn en la c¨¢rcel de El Sexto
El n¨²mero definitivo de muertos como consecuencia del mot¨ªn en la c¨¢rcel de El Sexto, de la capital peruana, fue de 20 personas, seg¨²n los datos que fuentes oficiales proporcionaron a ¨²ltima hora de la noche del mi¨¦rcoles. Se desconoce todav¨ªa la cifra definitiva de heridos, aunque la m¨¢s aproximada ronda los 60. Hace falta ver la pel¨ªcula de lo sucedido -como hacen los lime?os en diferentes canales de televisi¨®n- para comprender la magnitud del acontecimiento y calificarlo de org¨ªa de sangre. No es de extra?ar que, ante el sadismo y la crueldad de las escenas, los pol¨ªticos, del poder y de la oposici¨®n, y la opini¨®n p¨²blica en general -en encuestas que publican todos los peri¨®dicos- reivindiquen pasionalmente la pena de muerte
De los 20 muertos, 19 son reclusos amotinados, y entre ellos figuran todos los cabecillas, considerados extremadamente peligrosos, que protagonizaron la masacre del martes en Lima. El ¨²nico reh¨¦n fallecido ha sido el tambi¨¦n recluso Guillermo Porta C¨¢rdenas, Mosca Loca, a quien algunas fuentes atribuyen la influencia determinante para que estallase el mot¨ªn. Mosca Loca, el rey del penal, fue guillotinado despu¨¦s de que le cortasen las dos orejas.El presidente de la C¨¢mara de Diputados, Dagoberto L¨¢ynez, sentenci¨® ayer que "entre el principio de autoridad y el derecho a la vida, el Gobierno da prioridad al primero de ellos, porque es el sustento de toda sociedad".
Los sentimientos necrof¨ªlicos de la poblaci¨®n lime?a s¨®lo son comprensibles tras recordar c¨®mo a uno de los rehenes se le disparaba a bocajarro y luego se le cortaba a pedazos una pierna; c¨®mo a una mujer se le cortaba la lengua; c¨®mo a otro de los retenidos se le acuchillaba hasta 10 veces, y con la sangre que le brotaba se hac¨ªa una pancarta pidiendo la libertad de los rehenes, o c¨®mo a Mosca Loca, antes de ajusticiarle, se le cortaban las orejas, y hasta se le castr¨®, seg¨²n otras fuentes. Nadie sabe exactamente todo lo que sucedi¨® en las 15 horas que dur¨® el mot¨ªn.
A la ma?ana siguiente de la masacre, grupos de familiares de los presos de El Sexto cortaban la circulaci¨®n de la avenida Bolivia (en la que se encuentra la c¨¢rcel), pidiendo informaci¨®n sobre la salud de sus allegados. La Guardia Republicana tuvo que intervenir para serenar los ¨¢nimos.
Paralelamente, los funcionarios de prisiones se pon¨ªan en huelga reivindicando salarios m¨¢s altos y un plus de peligrosidad, que, a juzgar por lo que ocurre cada poco tiempo en las c¨¢rceles peruanas, parece al menos sensato.
Por ¨²ltimo, el ministro de Justicia, Ernesto Alayza, transcurridas casi 24 horas desde la masacre, hizo p¨²blico por televisi¨®n su deseo de dimitir, no porque se considerase culpable, sino para no violentar el proceso pol¨ªtico, que podr¨ªa deteriorar a su partido (de la coalici¨®n gobernante). El presidente del Gobierno, Fernando Bela¨²nde Terry, no le acept¨® la dimisi¨®n. Todo esto hace que varios diarios lime?os publiquen las caras de Bela¨²nde, el ministro de Justicia y el ministro del Interior y titulen: "Todos se lavan las manos, ?qui¨¦n es el Pilatos?".
Por cierto, el cabecilla de la revuelta, Luis Garc¨ªa Mendoza, Pilatos, muri¨® a balazos y no se suicid¨®, como en un principio se hab¨ªa dicho. El que s¨ª se suicid¨®, ocho horas despu¨¦s de que casi todo hubiera acabado, fue Juan Zavaleta Gonzales, Beto, el ¨²ltimo en rendirse. A las ocho de la ma?ana del mi¨¦rcoles, cuando la Guardia Republicana hac¨ªa recuento de los muertos y heridos, se ech¨® de menos a Beto. ?ste se hab¨ªa encerrado en los ba?os e intentaba pasar inadvertido. Cuando fue descubierto, Beto prendi¨® fuego a sus ropas. Antes de que quedase como un bonzo, un tiro en el coraz¨®n le dej¨® cad¨¢ver.
En el dep¨®sito central de cad¨¢veres de Lima se reproduc¨ªa ayer el espect¨¢culo dantesco. 20 cad¨¢veres desnudos, algunos de ellos pr¨¢cticamente destrozados, posaban para los fot¨®grafos antes de iniciarse la autopsia. Algunos diputados de la oposici¨®n pidieron sensibilidad a los periodistas a la hora de publicar fotograf¨ªas o rodar secuencias televisivas verdaderamente escalofriantes. En los diferentes hospitales, las decenas de heridos se recuperaban de las heridas de bala, gases lacrim¨®genos y paralizantes y acuchillamientos masivos de que hab¨ªan sido objeto. Una de las rehenes, embarazada, hab¨ªa abortado.
Repercusiones pol¨ªticas
La masacre ha tenido, indudablemente, repercusiones pol¨ªticas. Al margen del suceso, la oposici¨®n recuerda que la pol¨ªtica penitenciaria ha sido desastrosa, que no se entiende el tr¨¢fico generalizado de narc¨®ticos dentro de los penales, las fugas de presos con la connivencia de funcionarios o la entrada masiva de armas de fuego y piquetes de dinamita, como ha ocurrido en El Sexto. El presidente de la C¨¢mara de Diputados echaba la culpa al Ministerio de Justicia, y ¨¦ste, al del Interior.Las disensiones en el Gabinete, por otra parte, no afectan s¨®lo a la pol¨ªtica de orden p¨²blico. La ca¨®tica situaci¨®n econ¨®mica y la actitud ante la carta de intenciones del Fondo Monetario Internacional han hecho que Bela¨²nde Terry cesara al hasta ahora todopoderoso ministro de Econom¨ªa, Carlos Rodr¨ªguez Pastor, y pusiese en su lugar al que muchos consideran un hombre de paja del mismo presidente, que habr¨ªa pasado ante la emergencia a controlar directamente el aparato econ¨®mico del pa¨ªs.
La decisi¨®n gubernamental de mantener en su puesto al ministro amenaza con aumentar, en los pr¨®ximos d¨ªas, la tesi¨®n pol¨ªtica que vive Per¨². Los ciudadanos pudieron ver en la televisi¨®n c¨®mo un grupo de reclusos enloquecidos degollaba a uno de los rehenes y disparaba a otro en el abdomen. El salvajismo de los cabecillas del mot¨ªn -Pilatos, Chino Sakuda, Lalo y otros, todos ellos considerados como extremadamente peligrosos- lleg¨® al extremo de cortar la lengua a la joven psic¨®loga Amelia R¨ªos de Coloma y a rociar con gasolina, para despu¨¦s prenderle fuego, a otro de sus cautivos.
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