El vaiv¨¦n de la distensi¨®n
Esta segunda guerra fr¨ªa, en la que el mundo parece sumirse acentuadamente estos ¨²ltimos a?os, obliga a reflexionar sobre la historia y evoluci¨®n de la distensi¨®n. La naturaleza de la distensi¨®n est¨¢ en que la paz no se impone ya por la amenaza de lanzarse a la guerra total, sino que es un proceso de creaci¨®n continua de una situaci¨®n que evite este ¨²ltimo recurso. El tratado de no proliferaci¨®n nuclear es un buen ejemplo de las exigencias de la estabilidad de la confrontaci¨®n, que ha sustituido a la vieja disuasi¨®n como di¨¢logo irracional. Estados Unidos alcanzaba su credibilidad a base de la ideolog¨ªa y de la MAD -doctrina de la mutua destrucci¨®n asegurada- mientras los europeos, reticentes por verse implicados en un conflicto ajeno, creaban su propia distensi¨®n con la apertura de De Gaulle o la ostpolitik de Willy Brandt. La intervenci¨®n de la URSS en Checoslovaquia mostr¨® que la distensi¨®n pasaba por Mosc¨², camino que lleva Estados Unidos por una parte y sus aliados occidentales por otra. Kissinger se?alaba que la distensi¨®n es una negociaci¨®n sin fin donde lo que importa es el di¨¢logo m¨¢s que un resultado. La distensi¨®n es m¨¢s compleja que la guerra fr¨ªa, y a la dial¨¦ctica Este-Oeste se superponen las necesidades de desarrollo y distribuci¨®n de recursos en el mundo.
"M¨¢s que preguntarse si el final de la partida ser¨¢ feliz o no, hay que manifestar si se juega o no, y a qu¨¦", reflexiona, no sin raz¨®n, el eurofil¨®sofo franc¨¦s Andr¨¦ Glucksmann en su ¨²ltima obra, por otra parte apolog¨¦tica del Pershing 2. La distensi¨®n tiene su propia dial¨¦ctica y no es, ni ha sido, algo est¨¢tico. En un momento de crisis conceptual de las relaciones Este-Oeste, en el que, en una expresi¨®n de Colin Gray, Estados Unidos se ha dado cuenta de que "es una potencia en Europa, mientras la Uni¨®n Sovi¨¦tica es una potencia europea", cabe plantear por qu¨¦ se ha llegado a la situaci¨®n actual o a una nueva guerra fr¨ªa.La guerra fr¨ªa, se ha observado, fue quiz¨¢ una posguerra fr¨ªa; es decir, un intento de encontrar un orden inexistente en Europa. Sin entrar a fondo en su historia, se puede considerar que la guerra fr¨ªa supuso una centralizaci¨®n de las crisis sobre Europa. Un autor brit¨¢nico ha observado que, en aquella ¨¦poca, cada superpotencia era capaz de ganar su guerra en suelo europeo. La URSS, con su superioridad en tropas. EE UU, con sus armas nucleares, defendiendo a una Europa occidental que hab¨ªa decidido dotarse de la defensa m¨¢s barata que pudo encontrar: a trav¨¦s de una garant¨ªa extranjera. La estabilidad de la situaci¨®n estaba, pues, en la supuesta racionalidad del recurso a ambos tipos de guerra.
Poco a poco, la URSS logr¨® su poder¨ªo nuclear, con un alcance limitado en un primer tiempo a Europa -a la que cogi¨® como reh¨¦n-, y posteriormente, al propio territorio norteamericano. Pero cuando Robert McNamara formul¨® la doctrina estrat¨¦gica que lleva su nombre, a ra¨ªz de las crisis de Berl¨ªn de 1959-1961, y lanz¨® un enorme programa de fabricaci¨®n de misiles intercontinentales, consider¨® que la guerra nuclear segu¨ªa siendo una opci¨®n racional.
La crisis de los misiles de Cuba, en el oto?o de 1963, vino a cambiar todo esto, replanteando la irracionalidad de tal guerra. Raymond Aron record¨® hace tiempo que McNamara lleg¨® incluso a pedir a los sovi¨¦ticos que protegiesen sus misiles estrat¨¦gicos contra un primer posible ataque norteamericano. La disuasi¨®n pasaba as¨ª a ser un di¨¢logo de irracionales.
La URSS comenz¨® su carrera de armamentos para lograr la paridad estrat¨¦gica. Pero ambas superpotencias descubrieron el inter¨¦s com¨²n en evitar la guerra nuclear. Su enfrentamiento sigue, pero "la hora de la verdad no es ya la batalla, sino la crisis". La naturaleza de la distensi¨®n est¨¢ en que la paz no se impone ya por la amenaza de lanzarse a la guerra total, sino que es un proceso de creaci¨®n continua de una situaci¨®n que evite este recurso ¨²ltimo. La estabilidad de la confrontaci¨®n se convirti¨® en el inter¨¦s principal de ambas superpotencias. Un buen ejemplo es la imposici¨®n del tratado de no proliferaci¨®n nuclear.
En esta situaci¨®n, frente a otros terrenos como Europa, Estados Unidos ten¨ªa que demostrar su credibilidad frente al adversario. Pens¨® lograrlo por medio del recurso a la ideolog¨ªa y los valores (compromiso de defender a sus aliados, especialmente de la OTAN, aunque fuese irracional), por una parte, y por otra, por medio de la doctrina MAD (destrucci¨®n mutua asegurada), que hac¨ªa a las poblaciones rehenes de todo intercambio nuclear.
MAD, como ha observado Philip Windsor, incorpor¨® la amenaza de la guerra en la estructura de estabilidad de las superpotencias. Incluso antes de la paridad. Las conversaciones para la limitaci¨®n de armas estrat¨¦gicas (SALT) empezaron muy poco despu¨¦s de la invasi¨®n de Checoslovaquia. Y SALT I, limitando la defensa contra los misiles, institucionaliz ando el principio de la estabilidad por la irracionalidad. Pero es adelantarse.
La edad de oro de la distensi¨®n
La crisis de Cuba hab¨ªa provocado un verdadero temor a los europeos de la OTAN -Francia, la primera- de verse implicados en una guerra entre los grandes, en cuya causa no hubiesen intervenido. Con el inicio de la distensi¨®n entre Washington y Mosc¨², los europeos quisieron aprovecharse de la situaci¨®n y provocar una distensi¨®n entre las dos Europas -a?os despu¨¦s, a saber; ahora se plantea la situaci¨®n inversa- En los a?os sesenta, Europa se mueve y busca autonom¨ªa. Est¨¢ el so?ado viaje de De Gaulle a Polonia. Est¨¢ la pol¨ªtica de Egon Bahr, encargado de misiones especiales de Willy Brandt, y su pol¨ªtica de "cambio a trav¨¦s del acercamiento" a Europa oriental, pues el problema alem¨¢n sigue siendo central en Europa.El Departamento de Estado norteamericano tuvo ciertos gestos de reticencia y hostilidad hacia esta distensi¨®n propiamente europea, pensando que era quiz¨¢ necesaria la cohesi¨®n de los bloques para garantizar una disuasi¨®n mutua eficaz. La URSS, por su parte, corr¨ªa el riesgo de perder el control pol¨ªtico y militar del Pacto de Varsovia si perd¨ªa su control econ¨®mico.
Ante este problema, la Uni¨®n Sovi¨¦tica recurri¨® al uso de la fuerza en Checoslovaquia, invas¨ª¨®n que alguno ha justificado con la necesidad de usar la fuerza en un bloque para evitar su uso entre los bloques. Quedaba claro que el camino de la distensi¨®n en Europa ten¨ªa que pasar por Mosc¨². De ah¨ª que el ministro franc¨¦s de Asuntos Exteriores, Michel Debr¨¦, hablara de Checoslovaquia como de un "incidente en el recorrido".
La primera fase de la ostpolitik hab¨ªa fracasado. La segunda se har¨ªa sobre la base del statu quo en Europa. Bonn acept¨® el statu quo como ¨²nico modo de que no fuera definitivo. Por otra parte, la distensi¨®n se abre camino, y as¨ª, la OTAN decide guiarse m¨¢s por lo que consideraba ser las intenciones sovi¨¦ticas que por su potencial militar real.
A nivel de las superpotencias, Washington (por razones no del todo ajenas a sus problemas en Vietnam) se plante¨® la necesidad de traducir la relaci¨®n estrat¨¦gica con la URSS en una relaci¨®n pol¨ªtica, de probar en otros campos que la estabilidad estrat¨¦gica se manten¨ªa. Es decir, de comprobar a un nivel m¨¢s bajo las verdaderas intenciones sovi¨¦ticas al m¨¢s alto nivel. As¨ª naci¨® el linkage positivo propugnado por Henry Kissinger.
Inspir¨¢ndose quiz¨¢ en Richelieu, Kissinger defini¨® bien la situaci¨®n al se?alar que "estamos en un proceso interminable (de negociaci¨®n) y no en la b¨²squeda de un ¨²ltimo destino". El proceso era m¨¢s importante que el resultado. Y este proceso educativo mutuo dio sus frutos: en Vietnam, en el acuerdo sobre Berl¨ªn y en el acta final de la Conferencia de Helsinki. Fue la ¨¦poca de oro de la distensi¨®n o de las distensiones. Pues su caracter¨ªstica es la descentralizaci¨®n y multiplicaci¨®n de las facetas. As¨ª lleg¨® el mejor clima entre China y EE UU. El tel¨®n baj¨® con la guerra del Yom Kipur, en 1973.
A pesar de conocer los preparativos ¨¢rabes para atacar a Israel, Mosc¨² no inform¨® a Washington. En un momento dado de la crisis, Washington puso en estado de alerta mundial a sus fuerzas. La falta de cooperaci¨®n pol¨ªtica entre las superpotencias puso en peligro su relaci¨®n estrat¨¦gica. Y como ¨¦sta contaba, Washington decidi¨® salvarla. El dislinkage, la desagregaci¨®n del comportamiento del otro, fue inevitable.
Con el dislinkage, las tendencias centr¨ªfugas a que hab¨ªa dado paso la distensi¨®n se multiplican. Las tensiones entre Estados y sociedades se hacen m¨¢s patentes. Pero en este ambiente general aumenta moment¨¢neamente la libertad de acci¨®n de algunos pa¨ªses terceros. ?sta es la fase en que se producen los cambios pol¨ªticos en Grecia, Portugal y Espa?a.
A la vez, las tensiones sociales, la crisis econ¨®mica, la par¨¢lisis del Ejecutivo norteamericano tras el esc¨¢ndalo Watergate alteraron la sustancia de las relaciones internacionales. Mucho se ha criticado la presidencia de Jimmy Carter. Pero lo que s¨ª parece claro es que el mundo con que se encontr¨® Carter fue mucho m¨¢s complicado que el de sus predecesores. Para su sucesor, la guerra fr¨ªa volv¨ªa a ser una f¨¢cil tentaci¨®n; pues, como ha indicado Noam Chomsky, "la guerra fr¨ªa es el medio de las superpotencias para controlar sus dominios".
Un par¨¦ntesis sobre el concepto de bipolaridad. La URSS, de hecho, fue una superpotencia antes de tener los medios para serlo, pues ese status le adjudic¨® psicol¨®gicamente el Occidente. La bipolaridad de la guerra fr¨ªa era, en realidad, a nivel mundial, una monopolaridad norteamericana. Es ahora, desde muy reciente, cuando la URSS dispone de una verdadera capacidad militar para intervenir en todo el mundo. El verdadero peligro est¨¢ en la debilidad, en que una superpotencia sea tan d¨¦bil que su ¨²nica fuerza sea el poder¨ªo militar.
Un discurso racional
En t¨¦rminos estrat¨¦gico-nucleares, desarrollando sus programas, la Uni¨®n Sovi¨¦tica hab¨ªa conseguido la paridad con Estados Unidos. Dif¨ªcilmente podr¨ªa ahora repetirse con el mismo efecto la alerta norteamericana de octubre de 1973. La URSS puede, como lo ha definido Stanley Hoffmann, "intimidar al intimidador". En estas circunstancias, EE UU comienza a darse cuenta que sus anteriores doctrinas ya no son v¨¢lidas. Uno no puede pretender ser siempre irracional. Paso a paso, a trav¨¦s de la llamada doctrina Schlessinger o de la PD-59, Estados Unidos intenta volver paso a paso hacia un discurso racional del problema nuclear. Es cuando comienza a hablarse de nuevo de la posibilidad de ataques nucleares limitados.Poco antes de que la OTAN formalizara, en diciembre de 1979, su doble decisi¨®n sobre los euromisiles, Henry Kissinger -ya sin cargo, pero con voz- se?al¨® en Bruselas que Europa occidental dejara de pedir a EE UU lo imposible; es decir, que arriesgara su propia supervivencia para defender a sus aliados.
De ah¨ª parte un importante razonamiento y justificaci¨®n para la raz¨®n de ser de los Pershing 2 y los misiles de crucero.
Aunque no el ¨²nico. Pero no hay que olvidar que el programa de desarrollo de los Pershing 2 comenz¨® en Norteam¨¦rica antes de que el debate sobre los euromisiles cuajara de verdad. Parafraseando a Heiddeger, se puede se?alar que la evoluci¨®n de la t¨¦cnica de armamentos no es t¨¦cnica.
La ret¨®rica de la guerra fr¨ªa
Dos semanas despu¨¦s de la doble decisi¨®n, las fuerzas sovi¨¦ticas invad¨ªan Afganist¨¢n. No es que este gesto tuviera consecuencias geoestrat¨¦gicas directas. Pero era la primera vez que la URSS usaba abiertamente sus fuerzas fuera de la zona que se le hab¨ªa atribuido en el llamado reparto de Yalta. Las reglas del juego hab¨ªan sido quebradas. La distensi¨®n pasaba a ser una palabrota en Estados Unidos.La reacci¨®n de los pa¨ªses de la OTAN dividi¨® profundamente a la alianza. De nuevo se plante¨® el problema de la divisibilidad de la distensi¨®n. ?Pod¨ªa Europa tener una distensi¨®n con el Este y Estados Unidos otra? Un ex secretario de Defensa norteamericano voce¨® recientemente en Bruselas la necesidad de aceptar o resignarse a este principio.
El citado Hoffmann ha hablado de la "crisis intelectual de la pol¨ªtica en Estados Unidos". El recurso a la ret¨®rica de la guerra fr¨ªa ha sido f¨¢cil. Durante la ¨¦poca que llev¨® al despliegue de los euromisiles -un proceso que ser¨¢ largo y nada f¨¢cil-, EE UU ha logrado silenciar a la mayor¨ªa de los aliados. El tono ha cambiado s¨®lo recientemente.
Pues Europa "tiene miedo a tener miedo". Tanto al Este como al Oeste. De ah¨ª el descontento en Checoslovaquia y en la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana por el hecho de que su territorio sea utilizado para emplazar nuevos misiles de corto alcance sovi¨¦ticos. Y en este enfrentamiento se produce lo que el ministro franc¨¦s de Asuntos Exteriores, Claude Cheysson, ha llamado el "divorcio progresivo entre Estados Unidos y Europa". Los europeos tienen adem¨¢s un mayor inter¨¦s econ¨®mico en la distensi¨®n. Es significativa la multiplicaci¨®n de las visitas de ministros europeos a Europa del Este. Europa est¨¢ intentando crear su propia distensi¨®n. El resultado es a¨²n inseguro.
Sin embargo, a¨²n no hay m¨¢s alternativa a la defensa de Europa occidental que una disuasi¨®n basada en el potencial nuclear estadounidense, aunque no sea el que est¨¢ en el propio Estados Unidos. La lenta crisis interna y externa de los euromisiles ha dado mucho que pensar a Europa occidental. No es casualidad que de nuevo vuelvan ahora a resurgir las ideas sobre una aut¨¦ntica defensa europea y no una simple defensa de Europa. Especialmente cuando a la crisis se le suma el enfrentamiento econ¨®mico entre ambas partes del Atl¨¢ntico.
Los a?os de la distensi¨®n han resuelto pocos problemas y su dial¨¦ctica ha obligado a replantearse muchas cuestiones que se cre¨ªan cerradas. El momento actual, sin embargo, no aporta respuestas. Tan s¨®lo m¨¢s interrogantes. Se han perdido los criterios, salvo quiz¨¢ el del inter¨¦s mutuo entre las superpotencias de evitar un enfrentamiento directo que se les escapara de las manos. Pero, de cara al futuro, EE UU se est¨¢ replanteando todo. Y la URSS. El discurso que propugna una defensa espacial ant¨ªmisiles es un paso m¨¢s -de suma importancia- que demuestra un cambio de actitud respecto a la d¨ªsuasi¨®n. Las fases de transici¨®n -y ¨¦sta lo es en todos los ¨®rdenes- son momentos peligrosos.
La distensi¨®n es un movimiento doblemente pendular entre un discurso racional y otro irracional. La guerra fr¨ªa parec¨ªa m¨¢s sencilla. La distensi¨®n, m¨¢s complicada, y ha llegado un momento en que su gesti¨®n ha escapado de la mano de los gestores. Hace ya varios a?os, el franc¨¦s Pierre Hassner sugiri¨® diferenciar entre la distensi¨®n como pol¨ªtica y la distensi¨®n como situaci¨®n. Espa?a parece limitarse a este ¨²ltimo aspecto.
Conviene no olvidar que por debajo -o por encima- de la dimensi¨®n Este-Oeste existe la realidad econ¨®mica, pol¨ªtica y social de las naciones del mundo. Y que si no se resuelven los problemas de desarrollo y de reparto de recursos, la paz caliente podr¨ªa llegar a fundirse. Independientemente de los deseos de unos y otros.
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