La Puerta de Hierro

En la carretera de La Coru?a, cuyos primeros kil¨®metros, a partir de la plaza de La Moncloa, transcurren a trav¨¦s de un paraje tan grato a la vista como es la Ciudad Universitaria y el horizonte de Poniente, se halla, antes del puente sobre el Manzanares, la puerta de Hierro, que los madrile?os amamos casi tanto como a la de Alcal¨¢, y un poco m¨¢s que a la de Toledo. Y es de lamentar el estado que dicha puerta ofrece y a¨²n m¨¢s que no se restaure, pese al escaso coste que ello supondr¨ªa, pues bastar¨ªa sacarla del hoyo en que los sucesivos riegos asf¨¢lticos de la carretera la han ido sumiendo; limpiar su piedra, enderezar y pintar sus hierros y, sobre todo, cuidar debidamente la isleta ajardinada que la circunda, de la que, por supuesto, deber¨ªa retirarse el hito, coronado por un ¨¢guila, muy al estilo de hace 50 a?os, que sirvi¨® en su d¨ªa para rotulaci¨®n.La puerta de Hierro, debidamente restaurada y conservada como se merece, enriquecer¨ªa el lugar en que se halla y har¨ªa a¨²n m¨¢s agradable ese acceso a Madrid, que es, pr¨¢cticamente, el obligado para los hu¨¦spedes ilustres que se alojen en el palacio de El Pardo.

La labor que desde hace muchos a?os se ha desarrollado para embellecer las puertas de Alcal¨¢ y de Toledo debe aplicarse ahora a la de Hierro. /