Europa y Centroam¨¦rica
LA CONVERSACION que han sostenido en Madrid, el pasado fin de semana Willy Brandt, Bruno Kreisky y Felipe Gonz¨¢lez ha sido sin ninguna duda fruct¨ªfera. Los dos invitados del jefe del gobierno son dos personalidades de gran experiencia en las cuestiones internacionales; han ocupado en sus pa¨ªses cargos de la m¨¢xima responsabilidad; son hombres de gobierno, aunque en la actualidad no ostenten cargos ministeriales. En la conferencia de prensa celebrada por los tres dirigentes socialistas, Felipe Gonz¨¢lez ha presentado su pensamiento sobre una serie de problemas internacionales con inteligencia y altura de miras; con una visi¨®n de futuro, El realismo no tiene por qu¨¦ significar vuelo a baja altura, respuesta pragm¨¢tica a lo inmediato o acuciante. Cabr¨ªa decir que no puede haber verdadera pol¨ªtica internacional, sobre todo para un pa¨ªs como Espa?a, sin una concepci¨®n de futuro, de lo que probablemente va a pasar. Nos rodea un contexto complejo, y en cierto modo cambiante. En los pa¨ªses de la OTAN, en la zona de Europa en la que EE UU ejerce tina hegemon¨ªa indudable, se anuncian cambios. En un reciente art¨ªculo, Henry Kissinger ha tenido el acierto de hablar de crisis de la OTAN; de que hace falta modificar la relaci¨®n Europa-EE UU. Quiz¨¢ la idea m¨¢s importante de las expuestas en la conferencia de prensa de la Moncloa haya sido la de la necesidad de un espacio europeo con cierta autonom¨ªa con respecto a las tensiones Este-Oeste; susceptible pues de amenguar los enfrentamientos entre la URSS y EE UU, de crear factores de distensi¨®n. Lo cierto es que nos encontramos en una coyuntura internacional particularmente grave, aunque en Europa no existen causas de conflicto directo. Las diversas negociaciones sobre la cuesti¨®n decisiva del armamento nuclear est¨¢n hoy rotas, sin perspectiva de que se reanuden. Incluso el cambio de lenguaje de Ronald Reagan, despu¨¦s del inicio del a?o electoral en EE UU, sus declaraciones en favor del di¨¢logo con Mosc¨² tienen al menos tanto de propaganda como de genuina preocupaci¨®n por el equilibrio mundial. Las ¨²ltimas propuestas de Washington sobre prohibici¨®n de armas qu¨ªmicas (que objetivamente van al encuentro de las proposiciones hechas por la URSS en el pasado mes de febrero), no logran desbloquear el clima. Porque la URSS coloca esos pasos en el marco de la campa?a electoral de Reagan para ser reelegido el pr¨®ximo noviembre, y no quiere regalarle ning¨²n tanto. Parece creer que poniendo cara hosca a sus sonrisas contribuye a debilitarle electoralmente, c¨¢lculo probablemente absurdo, y que ya en ocasiones anteriores ha llevado al gobierno sovi¨¦tico a sufrir frustraciones. El problema de fondo es el de que en un plano bilateral no se sale del punto muerto. Son necesarios factores que est¨¦n situados fuera de esa bilateralidad; y por lo tanto que Europa act¨²e, no c¨®mo un ap¨¦ndice de EE UU (lo que no implica poner en discusi¨®n las pertenencias a la OTAN), sino con una personalidad propia, soluciones originales, con un espacio de autonom¨ªa. En cierto modo, Kissinger ha advertido y se?alado esta exigencia de un mayor papel de Europa; pero ¨¦l lo perfilaba sobre todo en el terreno de la defensa militar. Lo nuevo en la concepci¨®n definida en la conferencia de prensa de ayer es la insistencia en la b¨²squeda de soluciones de paz. Encontramos en esta insistencia una saludable reacci¨®n contra una especie de militarizaci¨®n del pensamiento internacional hoy muy extendida. No estamos ya en la ¨¦poca del puente a¨¦reo sobre Berl¨ªn. La plena conciencia del expansionismo sovi¨¦tico y de los peligros que puede acarrear, de la necesidad de hacerle frente, no debe conducir a una concepci¨®n estrechamente militar; sino a encontrar y recorrer los caminos pol¨ªticos, de cooperaci¨®n econ¨®mica, comercial y otros, susceptibles de contribuir al mitigamiento de las inseguridades en nuestro continente. Esta concepci¨®n se halla en el mismo fondo de la Conferencia de Seguridad y Cooperaci¨®n Europeas, que tuvo su primera expresi¨®n en Helsinski; y que, el a?o pasado, en Madrid, pudo clausurarse con cierto provecho porque se sustrajo a la dial¨¦ctica Este-Oeste; otros factores, y en particular el Gobierno espa?ol y su presidente Felipe Gonz¨¢lez, permitieron encontrar f¨®rmulas de desbloqueo y soluci¨®n de los contenciosos m¨¢s inmediatos.
De otro lado, no hay que disimular los grandes obst¨¢culos que a¨²n dificultan que la idea de una autonom¨ªa europea pueda plasmarse en realidades pol¨ªticas actuantes. Europa no tiene formas pol¨ªticas propiamente dichas. Los ¨®rganos de la CEE, adem¨¢s de su limitaci¨®n intr¨ªnseca, est¨¢n sumidos en enfrentamientos sobre todo econ¨®micos y financieros. En la preparaci¨®n de las pr¨®ximas elecciones europeas, que se celebrar¨¢n en junio, los problemas y posiciones propiamente europeas quedan relegados a un plano secundario; ser¨¢n, sobre todo, elecciones determinadas por la pol¨ªtica de cada pa¨ªs. El encuentro en Madrid, de tres personalidades de la Internacional Socialista, no puede esconder sus invalideces; hay presencias, pero tambi¨¦n ausencias.
El Presidente Mitterand ha visitado recientemente los EE UU; su discurso no ha sido precisamente el mismo que el escuchado en la Moncloa. Todo lo cual no disminuye el acierto y la oportunidad del planteamiento hecho por Felipe Gonz¨¢lez sobre la cuesti¨®n decisiva del papel de Europa.
No han sido menos importantes sus declaraciones sobre otros ten¨ªas, y en particular sobre Centroam¨¦rica. La naturaleza de esta conferencia de prensa y de sus interlocutores le ha llevado sin duda a hablar con una nitidez inusitada sobre la responsabilidad en la que puede incurrir la Administraci¨®n Reagan con su pol¨ªtica respecto a Nicaragua. Se acaba de celebrar la reuni¨®n del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en la que la delegaci¨®n norteamericana ha puesto su veto, frente a todos los otros miembros (con la abstenci¨®n del Reino Unido) a una resoluci¨®n contraria a la colocaci¨®n de minas mar¨ªtimas en los puertos de Nicaragua. Lo primero que sosprende es que una cosa tan obvia se tenga que votar; pero noticias ulteriores de la prensa norteamericana denuncian la participaci¨®n de barcos y agentes de la CIA en la colocaci¨®n de las minas, lo que arroja sobre ese veto una luz muy clara. La gravedad de tales hechos no necesita ser subrayada. Al hacerse responsable de acciones militares contra el Gobierno legal de Nicaragua (con el veto en el Consejo de Seguridad y con los cr¨¦ditos asignados a las operaciones sucias de la CIA), la Administraci¨®n norteamericana se enfrenta con una opini¨®n p¨²blica muy amplia; sectores que se enfrentan con toda firmeza a la pol¨ªtica sovi¨¦tica, no aceptan que los EE UU puedan violar los principios de las Naciones Unidas. Europa est¨¢ comprometida con las gestiones del grupo de Contadora; ¨¦stas tienden a lograr el respeto de las fronteras, la disminuci¨®n de la carrera de armamentos y del n¨²mero de los consejeros militares extranjeros (tanto cubanos c¨®mo norteamericanos), soluciones de negociaci¨®n, de paz y de democracia. La ONU en su d¨ªa vot¨® por unanimidad en favor de la acci¨®n del grupo de Contadora; si EE UU optase por un camino de intervenci¨®n militar, es evidente que las consecuencias ser¨ªan grav¨ªsimas; y conviene que Europa lo diga con claridad. Es probable que cuando el Presidente Reagan visite China en el curso de este mes, escuche un lenguaje semejante en Pek¨ªn. Se trata de la defensa de unos principios que se hallan en la base de la convivencia internacional. Sobre este tema, y m¨¢s en general sobre el de las relaciones Norte-Sur, los tres dirigentes socialistas reunidos en Madrid han manifestado ideas interesantes y ¨²tiles. Pero es dif¨ªcil vaticinar hasta que punto esas ideas lograr¨¢n influir sobre la pol¨ªtica europea.
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