El ascensor cobra vida
Los aparatos creados por el hombre se revuelven contra ¨¦l. Un ascensor cobra vida propia y asesina a sus viajeros; un viejo autom¨®vil es consciente de su entidad y se defiende de quienes hablan mal de ¨¦l o de su joven propietario, a quien ama, y de quien hasta llega a tener celos; finalmente, un concreto sistema de v¨ªdeo es capaz de emitir ondas que producen alucinaciones, transform¨¢ndose en parte de la propia carne de quien lo contemple.?stas han sido las ¨²ltimas propuestas del Festival de Cine Imaginario de Madrid. Una selecci¨®n de tres pel¨ªculas interesantes pero fallidas en las que s¨®lo eventualmente se encuentran aciertos. En Videodrome, de David Cronemberg, por ejemplo, su primera media hora, es decir, la que antecede a las alucinaciones del protagonista, est¨¢ resuelta con dinamismo e inter¨¦s, pero dichas alucinaciones se describen en im¨¢genes chatas, vulgares, a a?os luz incluso del Fellini menos imaginativo.
Christine, de John Carpenter, a la que el autom¨®vil protagonista da t¨ªtulo, es tan sosa y previsible que s¨®lo algunos movimientos de gr¨²a alrededor del fant¨¢stico coche dan cierto realce a la mon¨®tona sucesi¨®n de cr¨ªmenes. Sin necesidad de recordar El diablo sobre ruedas, de Steven Spielberg, en este caso, o Poltergeist, de Tobe Hoper, en el anterior, estos t¨ªtulos presentados en el festival disminuyen el nivel de la competici¨®n, o, al menos, muestra el poco riguroso nivel de este cine fant¨¢stico: si todo vale, mal andamos.
En la m¨¢quina encuentra el cineasta del momento un p¨¢nico parecido al que hace a?os se sent¨ªa por el progreso. Suelen nacer estas pel¨ªculas de una actitud conservadora que s¨®lo podr¨ªa compensarse con sentido del humor. Pero de los tres t¨ªtulos citados en esta cr¨®nica, ninguno de ellos disfruta realmente de ese talento, a excepci¨®n del eslogan publicitario con que se promociona El ascensor: "Por favor, utilicen las escaleras". L¨¢stima que id¨¦ntica iron¨ªa no se haya trasladado a las im¨¢genes del filme.
El actor Vincent Price no cesa de declarar que sin humor es imposible un aut¨¦ntico cine de terror. Y para demostrarlo, comienza por reirse de su propia filmograf¨ªa relatando los m¨²ltiples incidentes que rodearon sus pel¨ªculas.
Sonrisa con la que puede aceptarse que algunas pel¨ªculas de la competici¨®n se presenten en versi¨®n doblada al castellano y, a veces, incluso pocas horas antes de que esas mismas pel¨ªculas se estrenen en salas comerciales, lo que puede eliminar la l¨®gica del certamen ya que esas salas dan m¨¢s opciones al espectador de las que el festival ofrece y, sin algunas de las peligrosas aglomeraciones que se han producido en las sesiones de fin de semana.
La expectaci¨®n que existe por las cinco pel¨ªculas de Alfred Hitchcock ha obligado a los organizadores a proponer medidas que civilicen el disfrute de un acto cultural. Que ser¨ªa m¨¢s placentero y l¨®gico, ya digo, si se ofreciera en versi¨®n original subtitulada o, al menos, con la traducci¨®n simult¨¢nea, que este a?o ha mejorado en comodidad con respecto a ediciones anteriores: en lugar de la estent¨®rea voz que sonaba sobre el sonido de la pel¨ªcula, sin contar con la voluntad de cada espectador, unos auriculares privados colocados impertinentemente bajo el brazo ayudan ahora a comprender cada idioma.
Es f¨¢cil entender que este festival no puede subvencionar el subtitulado de los muchos filmes que presenta, pero menos lo es comprender las razones que le llevan a ofrecer versiones ya dobladas al castellano disponiendo de la posibilidad de tal traducci¨®n. Antes del doblaje, exiti¨® una copia hablada en la propia lengua de cada film. Podr¨ªa evitarse con ella esa peque?a sinraz¨®n festivalera.
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