El recital de gestos de Raphael
Con la presencia de los Reyes de Espa?a, don Juan Carlos y do?a Sof¨ªa, el recital ben¨¦fico con que Raphael se present¨® ayer en Madrid fue un ¨¦xito de p¨²blico. Las 1.547 localidades del local se llenaron totalmente, y aun hubo algunas personas que esperaron en la puerta hasta el final para saludar a su ¨ªdolo, aun cuando no hubieran conseguido localidades para entrar dentro.Antes de seguir, una constataci¨®n y una opini¨®n para que ninguno nos llamemos a enga?o. La constataci¨®n: Raphael tiene un p¨²blico, todav¨ªa sigue teni¨¦ndolo, fiel y respetuoso que le escucha, le aplaude y vitorea con dudable deleite; y tiene pleno derecho a ¨¦l, cada uno acude a ver a quien le gusta. La opini¨®n: el inter¨¦s art¨ªstico de Raphael sigue siendo ahora, como lo ha sido siempre, nulo, y que nadie entienda esto como una simple descalificaci¨®n que no valora el esfuerzo de un profesional sobre el escenario, es tan s¨®lo una opini¨®n basada en la creencia de que la canci¨®n es una forma creativa adulta, capaz de expresar sentimientos maduros con una est¨¦tica elaborada y compleja. Lo de Raphael es otra cosa, un cantante que represent¨® en su momento un fen¨®meno de masas capaz de catalizar las ansias, aspiraciones, frustraciones y sue?os de un p¨²blico poco exigente en pleno virus de autarqu¨ªa mus¨ªcal.
Raphael
Cine Lope de Vega.Madrid 23 de abril de 1984.
El acto estaba preparado milim¨¦tricamente, aunque con evidente falta de imaginaci¨®n y creatividad: luces colocadas como meticulosidad, sonido aceptable para lo que se pretend¨ªa: que se oyera al cantante, treinta y tantos profesores tocando, un coro de 31 ni?os y tres negros haciendo voces en su m¨¢s almibarado estilo. Y sobre todo, Raphael, ofreciendo un amplio programa de sus canciones m¨¢s conocidas, antiguas y recientes. ?Y debajo de todo eso?, la nada: asuntos convencionales, textos superficiales, sentimientos adocenados. Pero una nada adornada con una constante sobreactuaci¨®n que algunos pueden llamar interpretaci¨®n, pero que no es otra cosa que exceso de gui?os, actitudes, gestos, tics y trucos que s¨®lo expresan el vac¨ªo conceptual y la m¨¢s trillada de las concepciones musicales.
Durante la actuaci¨®n me vino repetidamente a la memoria aquella narraci¨®n de Mario Benedetti en la que el escritor uruguayo contaba la historia de un histri¨®nico pianista que, amn¨¦sico de todo recuerdo musical, daba "recitales" de poses a los asiduos. Raphael no ha perdido la voz, tiene m¨¢s o menos la de siempre, pero, ante todo, el suyo ha sido un recital de gestos que cargan de sensibler¨ªa canciones vac¨ªas que nunca podr¨ªan ser dram¨¢ticas.
Babelia
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