Puntualizaci¨®n sobre Le¨®n Felipe
Muy equ¨ªvocamente ha tomado EL PAIS las palabras finales del discurso que pronunci¨¦ el pasado 17 de abril en la Sala Olimpia como homenaje al poeta Le¨®n Felipe, sirvi¨¦ndose de ellas para transmitir notas de ambiente y para, reiteradamente, y en lugar muy destacado de la informaci¨®n, calificar el acto desde una perspectiva cr¨ªtica, que en el sentido original de mis palabras ni siquiera se pudo vislumbrar. L¨¦ase si no lo que entonces yo dec¨ªa: "Le¨®n Felipe fue uno de los poetas espa?oles de este siglo que m¨¢s aliment¨® la ambici¨®n de la poes¨ªa. Una poes¨ªa que quer¨ªa hacerse de una sola paPasa a la p¨¢gina 12 Viene de la p¨¢gina 11
labra, en la cual se diera la verdad de su esencia frente a la luz o la nada. A esto me refer¨ªa antes cuando habl¨¦ de una vor¨¢gine de ideas con respecto al crecimiento que sobre su origen siempre irremovible experiment¨® su obra. En la b¨²squeda de la desnudez o del silencio no hizo ¨¦sta sino crecer, derritiendo en el calor de su subida todos los s¨ªmbolos, todas las palabras. Al final, sus poemas parec¨ªan renglones abiertos para que en ellos escribiera qui¨¦n sabe qu¨¦ pluma, quiz¨¢ la de alg¨²n ¨¢ngel, como en Oh, este viejo y roto viol¨ªn aseguraba. Nosotros bien podemos aprender de ¨¦l el valor de la palabra, en unos tiempos en que la poes¨ªa sufre un asalto avasallador de la costumbre y se usa como introducci¨®n social, cotizaci¨®n de mercado o como mero expediente acad¨¦mico. Nos sirve, pues, para comprender el sentido absoluto de la escritura, por el que, cualesquiera que sean los temas, el arte debe arriesgarse en el agotamiento de la expresi¨®n. Le¨®n Felipe escribi¨® s¨®lo entre generaciones, empujado por el florecimiento de la l¨ªrica castellana. Ojal¨¢ en algo nos transmita su palabra a unos j¨®venes escritores sin generaci¨®n, que bien pudi¨¦ramos considerarnos los leg¨ªtimos herederos de la decadencia".
Lo ¨²nico que puede concluirse, pues, de aquel discurso m¨ªo, si no se atiende a malas intenciones, es que la obra de Le¨®n Felipe puede aleccionarnos inestimablemente a quienes nos ha tocado florecer, por mor de la historia, en medio del marasmo en que ha degenerado nuestra cultura, tal como ha sido y est¨¢ siendo en la actualidad negociada. Para ello, para comunicar qu¨¦ valor ejemplar tiene hoy la poes¨ªa de Le¨®n Felipe, por encima de la cr¨ªtica pol¨ªtica y de la cr¨ªtica est¨¦tica de otros tiempos, emple¨¦ cuatro folios en el an¨¢lisis de sus intuiciones idealistas claves. Otro sentido nadie sac¨® de mis palabras, salvo la redactora destacada por EL PAIS, en la Sala Olimpia. De ning¨²n modo puedo consentir que con imp¨¢vida arrogancia se abuse de mi texto para da?ar la significaci¨®n po¨¦tica de Le¨®n Felipe y para arrojar sobre cuantos nos reunimos aquella noche en recuerdo suyo calificaciones no muy amables como contenidas en mis palabras y salidas de mi boca, cosa que, por no ser cierta, vulnera los m¨¢s elementales principios ¨¦ticos de la profesi¨®n period¨ªstica. /
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