Churchill y la oratoria parlamentaria
Se queja Pedro La¨ªn, en una conferencia sobre Parlamento y lenguaje, que publica el primer n¨²mero de, la Revista de las Cortes Generales, de la oratoria utilizada en las C¨¢maras, que adolece de "pedanter¨ªa, nebulosidad mental y pobreza l¨¦xica". "Los parlamentarios", afirma, "deben ser hombres que hablen como hombres y no como libros". Y expone, a continuaci¨®n, las tres condiciones sustantivas para lograr un buen lenguaje parlamentario. Son ¨¦stas, a juicio del director de la Real Academia, la sinceridad, la suasoriedad y la solidaridad.El trabajo penetrante de La¨ªn y la reciente visita a Espa?a del speaker de la C¨¢mara de los Comunes Brit¨¢nica, Bernard Weatherhill, me han hecho recordar un interesante discurso de Winston Churchill, uno de los grandes parlamentarios de este siglo, en el que el ex premier expresa la filosof¨ªa del parlamentarismo tal y como se concibe en el Reino Unido, su peculiar modo de operar y la raz¨®n de su arraigo en la conciencia popular brit¨¢nica.
El parlamentarismo no ha calado nunca hondo en la conciencia popular espa?ola, a pesar de la brillantez de muchos de los diputados que han ocupado esca?os desde las Cortes de C¨¢diz. Es evidente que el absolutismo real y los pronunciamientos primero, y las guerras civiles y las dictaduras despu¨¦s, han imposibilitado la consolidaci¨®n del sistema, que precisa d¨¦ d¨¦cadas sin soluci¨®n de continuidad para que su labor trascienda y se contagie a la sociedad. Pero tambi¨¦n es cierto que, salvo en contadas ocasiones en los ¨²ltimos 150 a?os, el pueblo espa?ol no ha conectado con el Parlamento, o viceversa, hasta considerarlo "un¨¢ ciudadela de nuestras libertades", como el pueblo brit¨¢nico considera a la C¨¢mara de los Comunes, seg¨²n las m¨¢s recientes encuestas. -
?Cu¨¢l es la filosof¨ªa parlamentaria, ese modo de actuar descrito por Winston Churchill en una intervenci¨®n ante los Comunes en octubre de 1943, en plena guerra mundial? El viejo luchador pide ante el Parlamento la creaci¨®n de una comisi¨®n para reconstruir el edificio de la C¨¢mara, destruido por la aviaci¨®n nazi en 1941, sin esperar el fin de la guerra, para "que no haya ninguna brecha, ning¨²n malhadado y pernicioso intervalo en nuestra vida parlamentaria". Y define las dos caracter¨ªsticas principales que debe tener la C¨¢mara, que, "sin duda", dice, "sonar¨¢n curiosas a o¨ªdos extranjeros".
La primera es que la forma de la C¨¢mara debe ser oblonga y no semicircular. "La l¨®gica, que ha creado en tantos pa¨ªses asambleas semicirculares, dando a .cada miembro no s¨®lo su asiento, sino a menudo un pupitre para escribir sobre ¨¦l y una tapa que cabe golpear (o un tintero como el que arroj¨® Bruno Alonso a Calvo Sotelo en el Congreso de la Rep¨²blica, cuando el l¨ªder mon¨¢rquico lo llam¨® pigmeo), ha probado ser fatal para el Gobierno parlamentario, tal y como lo conocemos en su patria, en la tierra donde naci¨®". Despu¨¦s de definir la forma, Churchill define el tama?o, "que no debe ser lo bastante grande para contener, a la vez, a todos sus miembros sin hacinarse, y que no debe tener cada miembro su asiento aparte reservado para ¨¦l".
?Por qu¨¦ ese empe?o de Churchill en tener una C¨¢mara peque?a? Porque si la C¨¢mara es lo bastante grande para contener a todos sus miembros, "las nueve d¨¦cimas partes de los debates
Pasa a la p¨¢gina 10 Viene de la p¨¢gina 9
tendr¨ªan lugar en el depresivo ambiente de una C¨¢mar¨¢ vac¨ªa". Depresivo no s¨®lo para los miembros de la C¨¢mara, sino para la valoraci¨®n de los trabajos legislativos por los ciudadanos, sobre todo si los vac¨ªos son magnificados por las c¨¢maras de televisi¨®n. (La televisi¨®n est¨¢ prohibida en la C¨¢mara de los Comunes). De acuerdo con esta l¨ªnea de pensamiento, la C¨¢mara Baja brit¨¢nica cuenta solamente con 437 esca?os, mientras que el n¨²mero de miembros del Parlamento (MPS) asciende a 650. En los grandes debates, presupuesto, discurso de la corona y similares, hay que hacinarse.
Pero hay otra raz¨®n, y en ella concuerdan las tesis de Churchill y La¨ªn. Para el pol¨ªtico brit¨¢nico la esencia de un buen modo de hablar en la C¨¢mara de los Comunes es."el estilo conversativo, la facilidad. de r¨¢pidos e ins¨®litos comentarios e interrupciones". "Las arengas de un tribuno ser¨ªan un mal sustitutivo del estilo conversatorio en que se hacen tantos de nuestros debates. Pero el estilo conversativo requiere un espacio bastante peque?o y s¨®lo en grandes ocasiones debe notarse hacinamiento y apremio". Y para que no exista el peligro de que alg¨²n tribuno arengue a la C¨¢mara y el lucimiento individual prive sobre el trabajo colectivo de la instituci¨®n, los diputados brit¨¢nicos conversan desde sus escaft,os respectivos, entre otras razones, last but not least, porque la C¨¢mara carece de tribuna.
La autoridad y el prestigio del Parlamento siguen inc¨®lumes en la mente del pueblo brit¨¢nico, a pesar de las conmociones sociales, pol¨ªticas y econ¨®micas que ha sufrido el Reino Unido desde el fin de la segunda guerra mundial, y ah¨ª est¨¢n las sucesivas encuestas de opini¨®n para demostrarlo. "Destruid ese influjo que el Parlamento tiene sobre el ¨¢nimo p¨²blico y el organismo viviente de la C¨¢mara de los Comunes quedar¨¢ grandemente lesionado. Podremos tener un mecanismo. Pero la C¨¢mara es mucho m¨¢s que un mecanismo, ya que ha conseguido, granje¨¢ndose y reteniendo durante largas generaciones, la gratitud y el respeto de la naci¨®n brit¨¢nica".
Ten¨ªa raz¨®n Pedro Altares cuando, en un delicioso art¨ªculo publicado en estas mismas columnas, aseguraba que "el poder necesita tanto de la norma como de la forma". La liturgia es siempre importante. Por eso, cuanto m¨¢s adecuemos esa norma a la forma de hacer, y sobre todo a la forma de decir vigentes en la cuna de los parlamentos, m¨¢s probabilidades tendremos de consolidar la democracia parlamentaria en nuestro pa¨ªs, que, como el propio Churchill recordaba, "es el peor de los sistemas de gobierno, si se except¨²an todos los dem¨¢s".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.