Los siete sentidos de la Maestranza
Por estas fechas, fiestas primaverales en Sevilla, se asiste en la plaza de toros por excelencia a un rito mediterr¨¢neo: la fiesta de la vida. No vemos en la Maestranza la tragedia de la muerte, ni siquiera la fatiga de la lucha. Parece evitarse ambos conceptos. Se busca sensibilizar en su grado l¨ªmite todos los sentidos.Y en la Maestranza el aire huele a silencio todas las tardes por respeto a quien oficia el rito de la fiesta, el torero. Respeto de devoci¨®n al maestro, respeto de educaci¨®n al oficiante que viene a hacer plaza. Pero tambi¨¦n el aire huele a silencio por respeto mutuo de los celebrantes de la fiesta, respeto ¨ªntimo a su propio universo personal, al acto de reflexi¨®n y concentraci¨®n que va a permitir, en el momento que surja el arte, sensibilizar todos los sentidos.
Y es que los cinco sentidos en la Maestranza no son suficientes. Es necesario perderse en la atm¨®sfera del rito, casi tribal, donde la catarsis se debe producir a la vez que se?ala un espacio antropol¨®gico en relaci¨®n a los dem¨¢s; es un sentido de espacio. La dimensi¨®n de la arquitectura, la localizaci¨®n de los participantes, la iconograf¨ªa del acto definen un espacio f¨ªsico, pero el espacio s¨®lo es sensible cuando se huela a silencio y surja el arte.
Pero habremos de a?adir un s¨¦ptimo sentido, un sentido que se palpa, que flota en el ambiente, que se nota en el ruido del murmullo y en la reflexi¨®n del silencio. Es el sentido de la sabidur¨ªa. No es un hecho cient¨ªfico o un don como el de la inteligencia.
La sabidur¨ªa aporta, por encima de la cultura, el instinto. Aprendido o educado, hecho a golpes de a?os, pero instinto. No es posible tener cinco sentidos y siete pecados capitales en la Maestranza. La fiesta de los toros en Sevilla aporta por encima del hecho racionalista en calendas el hallazgo de los otros sentidos. La rebeld¨ªa de la norma, de la que hablamos en las fiestas pasadas, no est¨¢ exclusivamente en el olvido voluntario de un reglamento encorsetado. Estoy seguro de que la aprehensi¨®n de siete sentidos es una herencia primitiva y anterior a la cultura b¨ªblica y evang¨¦lica.
Si Europa se inventa en el siglo XVI y se normaliza en el siglo XVIII, aquellos pueblos que por milenarios son perif¨¦ricos encuentran una cierta facilidad para restacar su propio ser y su esencia festiva con s¨®lo a?adir a los cinco sentidos institucionalizados los del espacio y de la sabidur¨ªa.
Para sentir la fiesta de los toros en Sevilla hace falta irracionalizar las normas de la cultura de Occidente, normas que el silencio, el espacio y la sabidur¨ªa del acto permiten poner en duda, situarse antropol¨®gicamente en los umbrales del para¨ªso, aquel que ha alumbrado hist¨®ricamente el pensamiento mediterr¨¢neo, y sensibilizar, con toda el alma, los sentidos: los siete sentidos de la Maestranza.
Antonio Gonz¨¢lez Cord¨®n es arquitecto.
Babelia
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