Taur¨®filos contra taur¨®fobos
En su edici¨®n del d¨ªa 3 del corriente, una se?ora de Madrid se identifica con un se?or de Vigo en su repugnancia (sic) por las corridas de toros. L¨¢stima no poder disponer de espacio para hacer una sinopsis de las crueldades admitidas por nuestra sociedad.Mi incredulidad me impide creer que en nuestro pa¨ªs alg¨²n d¨ªa logremos que permitamos manifestar los diferentes gustos, ideas y preferencias. Aterra ver c¨®mo las gentes despliegan sus insidias contra todo aquello que les repele por el hecho de chocar con sus particulares formas de pensar y vivir, exigiendo que otros nos pleguemos a sus designios.
En curioso observar con frecuencia que a veces quienes mortifican a los asistentes a las corridas de toros suelen ser amantes de bichos que tenemos que sufrir en nuestras casas, ascensores, locales p¨²blicos, etc., animalitos que destrozan nuestros jardines, husmean nuestras ropas y dejan en las aceras el recuerdo de su paso con el consentimiento de sus civilizados acompa?antes, proporcionando disgustos de grav¨ªsimas consecuencias.
Adoro la naturaleza y l¨¢s plantas, me gustan los animales, de los que, como zo¨®fagos que somos,nos nutrimos y, por supuesto, respeto los gustos de mis semejantes: si un espect¨¢culo no me agrada no asisto, y si en televisi¨®n o radio un programa me desagrada, no conecto.
Los que no admitan ni soporten la fiesta brava, que sigan denigr¨¢ndola, est¨¢n en su perfecto derecho, pero que no reclamen la prohibici¨®n de una lucha noble a los que nos encanta, una lucha que cuando a¨²na el sentimiento y la. inspiraci¨®n de un hombre convierte el juego en un arte que ¨²nicamente las mentes ignaras no pueden comprender. Que san Pedro Regalado los amanse. / . .
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