La agon¨ªa del olimpismo
LA RETIRADA de la Uni¨®n Sovi¨¦tica de los Juegos de la Olimpiada que se celebrar¨¢n en Los ?ngeles durante el pr¨®ximo verano asesta un nuevo golpe al ya.maltrecho esp¨ªritu ol¨ªmpico, renqueante desde el boicoteo declarado por 58 pa¨ªses a los Juegos Ol¨ªmpicos de Mosc¨² de 1980. El comit¨¦ sovi¨¦tico justifica su decisi¨®n por las violaciones de la Carta Ol¨ªmpica perpetradas por las autoridades norteamericanas y los organizadores de los Juegos Ol¨ªmpicos. Pero nadie pecar¨¢ de suspicaz si introduce entre las causas ¨²ltimas de esa medida la represalia sovi¨¦tica por la retirada, hace cuatro a?os, de un grupo de naciones, encabezado por Estados Unidos, la Rep¨²blica Federal de, Alemania, Jap¨®n, China y Canad¨¢, de los Juegos Ol¨ªmpicos de Mosc¨².Los sovi¨¦ticos acusan a los norteamericanos de despreciar. "los ideales y las tradiciones del movimiento, ol¨ªmpico". Sin embargo, resulta dif¨ªcil negar que el esp¨ªritu ol¨ªmpico, en su sentido tradicional, muri¨® bastante antes de que las grandes, burocracias enroscadas en torno al deporte tropezaran con su cad¨¢ver. La profesionalizaci¨®n de los atletas -bien trabajen por cuenta del Estado, en los pa¨ªses del bloque sovi¨¦tico, bien reciban protecci¨®n de grupos sociales o instituciones privadas, en los sistemas de econom¨ªa de mercado- puso fin ya hace muchos a?os a la ingenua iniciativa de resucitar, en plena sociedad industrial, las m¨ªticas confrontaciones hel¨¦nicas. Pero no s¨®lo ocurre que los carros de fuego -para utilizar la cita que sirvi¨® de t¨ªtulo a un hermoso filme sobre los Juegos Ol¨ªmpicos de Par¨ªs- hayan sido sustituidos en nuestros d¨ªas por una programaci¨®n que equipara cada vez m¨¢s al organismo humano con el simulacro de una m¨¢quina, de forma tal que los cuidados m¨¦dicos (incluidos, los psiqui¨¢tricos), el suministro de f¨¢rmacos y la especializaci¨®n cient¨ªficamente dirigida ocupan el espacio anteriormente ocupado por la emulaci¨®n y la voluntad. Tambi¨¦n sucede que el deporte ha sido puesto directamente al servicio de las pol¨ªticas estatales, bien sea como procedimiento para reforzar los narcisismos nacionales en provecho de los Gobiernos, bien sea como simple instrumento de su estrategia exterior.
La utilizaci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos como arma de descr¨¦dito para los pa¨ªses organi zadores es un invento reciente. En 1936, la Alemania de Hitler, donde hab¨ªa sido derrocada la Rep¨²blica constitucional y reg¨ªan las leyes racistas que anunciaban ya el holocausto de la guerra mundial, celebr¨® sin problemas sus Juegos Ol¨ªmpicos. La matanza de Tlatelolco, perpetrada pocos d¨ªas antes de la inauguraci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos de 1968 en M¨¦xico, tampoco dio lugar a la retirada de ninguna delegaci¨®n. El r¨¦gimen franquista sent¨® uncurioso precedente al no acudir a los Juegos Ol¨ªmpicos de Melbourne de 1956 para castigar, con la ausencia de nuestros atletas, a la Uni¨®n Sovi¨¦tica por la invasi¨®n de Hungr¨ªa. En cualquier caso, el origen del boicoteo generalizado hay que fecharlo en la decisi¨®n de los 58 pa¨ªses que no acudieron a los Juegos Ol¨ªmpicos de Mosc¨² de 1980 como protesta por la invasi¨®n de Afganist¨¢n. Pero los malos ejemplos siempre cunden, como demuestra que un diputado laborista brit¨¢nico pidiera oficialmente hace unos meses el boicoteo de los Juegos Ol¨ªmpicos de Los ?ngeles en respuesta a la invasi¨®n de la isla de Granada por Estados Unidos.
La inmensa caja de resonancias de los Juegos Ol¨ªmpicos recoger¨¢ en 1984 las tensiones de la crispada situaci¨®n internacional a trav¨¦s de la retirada sovi¨¦tica. En septiembre de 1983 la Uni¨®n Sovi¨¦tica hab¨ªa anulado ya las giras de sus selecciones de baloncesto y hockey sobre hielo a Estados Unidos ante "la maliciosa histeria anti sovi¨¦tica desatada en Washington". La decisi¨®n de Mosc¨² de boicotear los Juegos Ol¨ªmpicos de Los ?nge les se produce, por lo dem¨¢s, despu¨¦s de que el Departamento de "Estado norteamericano denegar¨¢, el pasado 4 de marzo, el visado al delegado ol¨ªmpico sovi¨¦tico, Oleg Yermiskhin, acusado de ser un agente del Comit¨¦ Esta tal de Seguridad (KGB). Aunque Peter Ueberroth, pre sidente del comit¨¦ organizador de los Juegos Ol¨ªmpicos de Los ?ngeles, trabaj¨® activamente para que no produ jera la ruptura definitiva, Los Angeles Times anunciar¨ªa, 10 d¨ªas m¨¢s tarde, que la delegaci¨®n sovi¨¦tica ser¨ªa so metida a severos controles en la ciudad californiana. El 17 de abril el ministro de Deportes de la Uni¨®n Sovi¨¦tica declaraba que su pa¨ªs asistir¨ªa a los Juegos Ol¨ªmpicos, s¨®lo en el caso de que sus organizadores respetaran los postulados de la Carta Ol¨ªmpica" y denunciaba una se rie de violaciones del articulado de ese documento, entre otras la existencia de tres villas ol¨ªmpicas, la venta del traslado de la llama ol¨ªmpica, la exigencia del pago anti cipado del alojamiento de los deportistas y, particular mente, las "amenazas contra la integridad f¨ªsica de los deportistas sovi¨¦ticos". Una reuni¨®n organizada hace escasas fechas por Juan Antonio Samaranch con los re presentantes norteamericanos y sovi¨¦ticos pareci¨® ha ber limado asperezas. Pero la decisi¨®n sovi¨¦tica hac¨ªa tiempo que estaba tomada. Para anunciarla se aguarda ba s¨®lo el. momento oportuno, que lleg¨® ayer.
Parece evidente que la tentativa de crear cada cuatro a?os, a trav¨¦s de los Juegos Ol¨ªmpicos, un espacio internacional exento al que no polucionen los conflictos geopol¨ªticos y las estrategias de los Estados ser¨¢ un ensue?o anacr¨®nico en tanto que la distensi¨®n mundial no se produzca. Porque los Juegos Ol¨ªmpicos ser¨ªan irrealizables mientras las condiciones para su celebraci¨®n incluyeran como innegociables exigencias la paz perpetua, el respeto de las fronteras de los peque?os pa¨ªses, la inexistencia de dictaduras y la garant¨ªa de los derechos humanos. Los informes peri¨®dicos de Amnist¨ªa Internacional demuestran que s¨®lo un peque?o grupo de naciones respeta la vida, la integridad f¨ªsica y las libertades de los ciudadanos. Las Ramas o los rescoldos de los conflictos b¨¦licos entre pa¨ªses y de las guerras civiles son visibles en vanas regiones del planeta. La soberan¨ªa territorial es cada vez m¨¢s una obsoleta reliquia del siglo XIX, mientras que las superpotencias disfrazan el dominio de sus zonas de influencia mediante las doctrinas de la soberan¨ªa limitada y, de la seguridad nacional. Si los criterios de organizaci¨®n o de admisi¨®n en unos Juegos Ol¨ªmpicos se instalan en ese nivel de rigor habr¨¢ llegado la hora de cerrar definitivamente la tienda de las competiciones deportivas internacionales. La decisi¨®n sovi¨¦tica se inscribe en la historia de las torpezas humanas, pero tambi¨¦n en la de las agresiones: fue un error el boicoteo a los Juegos Ol¨ªmpicos de Mosc¨² y es un error el boicoteo a los Juegos Ol¨ªmpicos de Los ?ngeles.
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