En los cuernos de la OTAN

LAS DECLARACIONES realizadas por el presidente del Gobierno durante su ¨²ltimo viaje a prop¨®sito de la participaci¨®n espa?ola en la defensa occidental ofrecen el grado de hermetismo necesario para. desalentar conclusiones rotundas sobre algunos puntos clave (fecha exacta del refer¨¦ndum sobre la OTAN, contenido preciso de la consulta, posici¨®n inequ¨ªvoca del PSOE) y los gui?os suficientes para que nadie se llame a enga?o acerca del prop¨®sito del Poder Ejecutivo de permanecer en el seno de la Alianza Atl¨¢ntica.La hip¨®tesis de que el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez no desea en manera alguna que Espa?a se desenganche de esa Alianza Atl¨¢ntica en la que entr¨® a mediados de 1982, descansa sobre convincentes argumentos. Si su prop¨®sito hubiera sido otro, el refer¨¦ndum habr¨ªa sido convocado, con la expl¨ªcita apuesta del Gobierno a favor de la salida de la OTAN, antes de que la euforia poselectoral del 28-O se enfriara. Todo hace suponer que algunas. realidades que s¨®lo el ejercicio del poder permite conocer han aconsejado a los socialistas la modificaci¨®n de sus puntos de vista sobre la vinculaci¨®n de Espa?a con la Alianza Atl¨¢ntica. Porque el dilema con que se enfrenta el Gobierno no es entrar en la Alianza Atl¨¢ntica o mantenerse fuera de su ¨¢mbito, sino permanecer en su seno o propiciar la salida.

En relaci¨®n con el estado actual internacional, la salida de Espa?a -pese a la confusi¨®n en que quiere desenvolverse el Gobierno- de la Alianza Atl¨¢ntica, a la que pertenece de pleno derecho -pol¨ªtica y militarmente podr¨ªa encerrar, sin duda, determinados riesgos, toda vez que implica la modificaci¨®n de unas relaciones de fuerza ya establecidas en el tablero mundial. El c¨¢lculo -discutible- seg¨²n el cual nuestra permanencia en la OTAN ser¨ªa un arma negociadora para conseguir otros objetivos internacionales -como el ingreso en la CEE o, acuerdos honorables con el Reino Unido sobre Gibraltar-, tambi¨¦n puede pesar en los platillos de la balanza. El temor a que la salida de Espa?a de la Alianza Atl¨¢ntica pudiera promover una presi¨®n militar marroqu¨ª sobre Ceuta y Melilla, alentada por Washington, e incluso tentativas desestabilizadoras dentro de nuestras fronteras, es tambi¨¦n una preocupaci¨®n del Gobierno. Finalmente, no tiene sentido salirse de la OTAN y mantener la existencia de bases estadounidenses en nuestro territorio.

Cada vez parece m¨¢s evidente as¨ª que el Gobierno socialista no quiere o no puede proponer a los espa?oles el abandono de la Alianza Atl¨¢ntica. Pero los problemas derivados de ese viraje no se limitan a una est¨¦ril discusi¨®n acerca de las discrepancias entre la nueva posici¨®n del poder ejecutivo y las tesis defendidas por los socialistas en la oposici¨®n. Los Gobiernos y los partidos tienen derecho a modificar sus puntos de vista, siempre que expliquen las razones de su decisi¨®n y que sus giros no impliquen un fraude al electorado. Las complicaciones para los socialistas derivan fundamentalmente de que su compromiso de convocar un refer¨¦ndum "para que sea el pueblo espa?ol el que decida acerca de nuestra pertenencia a la OTAN" entra en conflicto con el hecho de que -como demuestran los sondeos de opini¨®n- las actitudes anti-OTAN de la sociedad espa?ola comenzaron a ser mayoritarias a partir de mediados de 1981. Dado que las bases del PSOE comparten en buena medida esa posici¨®n de rechazo, el Gobierno socialista, si est¨¢ resuelto como parece a permanecer en la Alianza Atl¨¢ntica, no podr¨ªa convocar a los ciudadanos a las urnas hasta lograr que el pr¨®ximo Congreso del PSOE respaldase sus tesis y hasta estar seguro de que la sociedad espa?ola le acompa?ar¨ªa en su viraje. Por lo dem¨¢s, el Gobierno no tiene completa libertad para fijar la fecha del refer¨¦ndum sobre la OTAN. El art¨ªculo 4 de la ley reguladora de las modalidades de refer¨¦ndum proh¨ªbe la celebraci¨®n de esas consultas en el per¨ªodo comprendido. entre los 90 d¨ªas anteriores y los 90 d¨ªas posteriores a la fecha de celebraci¨®n de elecciones generales o locales. Los comicios gallegos, en el oto?o de 1985, y las elecciones andaluzas, en la primavera de 1986, parecen acotar el primer semestre de 1985 como ¨²nico lapso de tiempo disponible en esta legislatura.

La complejidad de la situaci¨®n explica los equ¨ªvocos y las ambig¨¹edades del Gobierno, as¨ª como el largo plazo de tiempo que se ha tomado para ir descabalgando de la montura. El presidente Gonz¨¢lez se encuentra en los cuernos del dilema: si no convoca el refer¨¦ndum, incumple un serio compromiso electoral; pero si lo convoca en las actuales circunstancias, la respuesta popular ser¨ªa adversa a sus posiciones. La ¨²nica salida correcta a este dilema ser¨ªa un cambio de las actitudes de los espa?oles en torno a la OTAN, en consonancia con las opiniones gubernamentales. Esa transformaci¨®n depende, en buena medida, de la capacidad del presidente para convencer a los militantes socialistas y a sus bases electorales de la conveniencia o de la necesidad de permanecer en la Alianza Atl¨¢ntica. Tal empresa encierra un evidente peligro de desgaste para Felipe Gonz¨¢lez, que podr¨ªa encontrar serias resistencias sociales a sus propuestas. En ese contexto, el Gobierno podr¨ªa estar tentado de evitar ese dilema mediante la disoluci¨®n anticipada de las Cortes Generales y tratar de rentabilizar, en unas elecciones, el aliento europeo que puede producir en Espa?a nuestro probable ingreso en la CEE.