El juicio contra el magnate John de Lorean plantea el problema de los l¨ªmites de la actuaci¨®n de la polic¨ªa
Los abogados del magnate automovil¨ªstico norteamericano, John de Lorean, acusado de conspiraci¨®n para traficar con coca¨ªna, intentan presentar el juicio, iniiado a finales abril, como un problema sobre los l¨ªmites de la actuaci¨®n de la polic¨ªa. Mantienen que el Bur¨® Federal de Investigaci¨®n (FBI) mont¨® un caso sobre tr¨¢fico de drogas para involucrar a su cliente. El proceso est¨¢ apasionando a la opini¨®n p¨²blica de Estados Unidos por las continuas novedades que est¨¢ deparando. Una de ellas se refiere a las presuntas vinculaciones entre De Lorean y el Ej¨¦rcito Republicano Irland¨¦s (IRA). John de Lorean ha declarado en una de las ¨²ltimas audiencias que se invent¨® sus relaciones con el IRA, para intentar escapar al negocio de tr¨¢fico de coaca¨ªa en el que le hab¨ªa involucrado el FBI a trav¨¦s de un confidente, James Hoffman, que es el principal testigo de la acusaci¨®n.
De la credibilidad que el confidente Hoffman pueda inspirar al jurado, depende en gran parte la suerte del juicio que se sigue contra el magnate del autom¨®vil. El FBI ha tenido que admitir que pag¨® m¨¢s de 100.000 d¨®lares (m¨¢s de 15 millones de pesetas) por su colaboraci¨®n y que hace unos d¨ªas , justo antes de que tuviese que prestar declaraci¨®n, Hoffman recibi¨® 300 d¨®lares m¨¢s (45.000 pesetas) para comprarse un traje nuevo con el que comparecer ante el tribunal.El jucio contra De Lorean comenz¨® dieciocho meses despu¨¦s de su detenci¨®n que se produjo el 20 de octubre de 1982. Debido a la enorme publicidad que despert¨® el caso y al hecho de que varias de las cintas de v¨ªdeo que hab¨ªa filmado el (FBI) durante la operaci¨®n que llev¨® a su arresto hab¨ªan sido emitidas por la cadena de radiotelevisi¨®n CBS, ya la selecci¨®n de los miembros del jurado se convirti¨® en un acontecimiento, pr¨®logo perfecto de lo que hasta el momento est¨¢n siendo las sesiones del juicio.
La primera t¨¢ctica de los abogados de De Lorean fue la de intentar demostrar que era imposible encontrar un jurado imparcial debido a la publicidad que hab¨ªa levantado el caso. Sin embargo, tras entrevistar a m¨¢s de 200 candidatos, el juez Robert Takasugi consider¨® que en el caso de los 12 elegidos, seis hombres y seis mujeres, la publicidad pod¨ªa considerarse neutralizada.
Estas dos opiniones resumen claramente cu¨¢l es la clave en el caso de John de Lorean, que antes de su ca¨ªda en desgracia representaba el prototipo del sue?o americano. Hijo de un obrero de la General Motors, a los 40 a?os era el vicepresidente de la compa?¨ªa para la que trabajaba su padre, y poco despu¨¦s abandonaba el puesto para construir su propia f¨¢brica de autom¨®viles deportivos en Irlanda del Norte.A todo esto, se hab¨ªa casado con Cristina Ferrare, una de las modelos mejor pagadas del mundo y chica del a?o de la revista Play-Boy. El matrimonio llevaba una intensa vida p¨²blica, y sus andanzas no escapaban ni una semana a la Prensa del coraz¨®n. Pero los sofisticados autom¨®viles, cuyas puertas se abr¨ªan como alas de mariposa, resultaron ser un mal negocio; en realidad, la f¨¢brica de Belfast fue cerrada por el Gobierno brit¨¢nico pocas horas antes de ser arrestado.
El argumento del FBI se basa en, este hecho: De Lorean, que necesitaba con urgencia 200 millones de d¨®lares para salvar su negocio, se puso en contacto con James Hoffman, un antiguo vecino suyo, al que sugiri¨® que deseaba invertir dinero en narc¨®ticos. Pero Hoffman, un hombre de un pasado turbio, estaba trabajando como confidente del FBI, al que puso inmediatamente al corriente. Los agentes federales pusieron en marcha una operaci¨®n en la que incluyeron a un famoso traficante al que hac¨ªa tiempo que ven¨ªan sigui¨¦ndole los pasos: William Hetrick.
A lo largo de m¨¢s de un a?o, en m¨²ltiples reuniones en las que los agentes se hac¨ªan pasar por banqueros sin escr¨²pulos que necesitaban limpiar dinero procedente del tr¨¢fico de drogas y por traficantes y criminales, fueron cerrando el c¨ªrculo en tomo a De Lorean. Todas estas reuniones y conversaciones fueron grabadas en magnet¨®fono o en v¨ªdeo y constituyen ahora la prueba de la acusaci¨®n. Parte de las cuales, por una filtraci¨®n, fueron a parar a la cadena CB S, que las retransmiti¨® a todo el pa¨ªs.
Para la defensa no existe otro delito m¨¢s que el coreografiado por los agentes del FBI. Seg¨²n su defensor, De Lorean estaba tratando de encontrar inversores para su negocio y no sab¨ªa que el tr¨¢fico de drogas formaba parte del trato; s¨®lo al final, cuando le fue mencionado, se encontr¨® demasiado coaccionado para dar marcha atr¨¢s, crey¨¦ndose frente a mafiosos sin escr¨²pulos que pod¨ªan tomar represalias.
Al cabo de casi dos semanas del comienzo del juicio, dos cosas han quedado claras: que John de Lorean no es el inocente caballero que describen sus abogados. Estaba buscando la manera de hacer dinero f¨¢cil en el m¨ªnimo tiempo posible, sin preocuparse demasiado c¨®mo. La segunda es que quien organiz¨® el delito del que se le acusa fue el FBI, en un alarde de imaginaci¨®n y fantas¨ªa. Hasta qu¨¦ punto son culpables cada una de las partes es algo que a¨²n no est¨¢ claro.
Casi al mismo tiempo en que comenz¨® la elecci¨®n de los jurados, las cadenas de televisi¨®n empezaron a instalarse en los aleda?os del tribunal federal, en el centro de Los ?ngeles. Grandes camiones con antenas parab¨®licas llevan aparcados frente a la acera del gris edificio desde entonces. A lo largo de las cinco semanas que dur¨® este pr¨®logo, su comportamiento se mantuvo dentro de los l¨ªmites de lo correcto. La situaci¨®n cambi¨® radicalmente el d¨ªa de la apertura del juicio. Desde primeras horas de la madrugada se hab¨ªan ido concentrando los equipos de m¨¢s de 25 cadenas de televisi¨®n. Cuando a las diez de la ma?ana apareci¨® el Mercedes conducido por el abogado Weitzman, transportando a De Lorean y a su mujer, Cristina, el tumulto fue inenarrable.
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