Una f¨®rmula de crear empleo reduciendo el tiempo de trabajo que divide a los sindicatos franceses
Las 35 horas semanales de trabajo vuelven a dominar la vida social francesa, pero, de momento, lo que algunos proponen como el remedio milagroso para afrontar el paro otros lo rechazan de plano, y algunos m¨¢s lo matizan. En todo caso, el tema del reparto del trabajo es de actualidad y divide a los sindicatos entre ellos, al mismo tiempo que dispersa a todos los actores economicos y sociales.En Francia la semana laboral es de 39 horas desde que los socialistas llegaron al poder, en mayo de 1981. Fue una de sus primeras reformas sociales: seguir pagando las 40 horas pero trabajando s¨®lo 39. El balance de aquella operaci¨®n fue m¨¢s bien negativo.A la vista del mediocre resultado de esta primera etapa del recorte del horario laboral, el Gobierno congel¨® sus planes, que consist¨ªan en rebajar a 35 horas las 40 que eran trabajadas entonces, en el plazo de tres a?os. Como consecuencia del conflicto de la firma automovilista Citro¨¦n (supresi¨®n de 6.000 empleos), y al amparo (te la reivindicaci¨®n de las 35 horas por los metal¨²rgicos alemanes, semanas atr¨¢s el Gobierno volvi¨® a resucitar la semana de 35 horas como instrumento para resolver o paliar el desempleo.El paro, disparado
Los socialistas est¨¢n dispuestos a emplear todos los medios para frenar una degradaci¨®n que en 1986, a la hora de unas elecciones legislativas, que van a ser hist¨®ricas, puede serles fatal si, corno pronostican incluso algunos socialistas, Francia ha alcanzado la fat¨ªdica cifra de tres millones de parados.
Como de momento otra perspectiva creadora de trabajo no aparece en el horizonte, el primer ministro, Pierre Mauroy, d¨ªas pasados volvi¨® a oficializar su intenci¨®n de arremeter contra el paro por medio del reparto de la labor. El efecto fue negativo en Francia. y en el extranjero, donde se entendi¨® que los socialistas reanudaban sutentaci¨®n por lafacilidad, que ellos denominan solidaridad. Pero inmediatamente otros ministros aclaran desde hace varios d¨ªas que s¨ª hay que afrontar el tema de las 35 horas, pero no a lo salvaje. Esto quiere decir que en primer lugar no se legislar¨ªan, como hicieron al establecer la semana de 39 horas. Y esto estipula, a su vez, lo que pudiera calificarse de 35 horas a la carta, es decir, que ni se generalizar¨ªan, y ser¨ªan negociadas empresa por empresa. Por otra parte, el ministro de Econom¨ªa, Jacques Delors, se ha encargado de encarar otro de los problemas que entra?a la semana de 35 horas: "Econ¨®mica y financieramente la reducci¨®n global a 35 horas es imposible", lo que supone que de rebajarse la jornada de trabajo se rebajar¨ªa el salario.Frente al Gobierno, la patronal francesa, hasta la fecha al menos, mantiene una negativa rotunda a la semana de 35 horas. Los sindicatos, a su vez, son partidarios de la semana de 35 horas y de que se cobren las 40.
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