La 'inoportunidad' de la justicia
Los fervorosos devotos del duralex; de la balanza en el fiel, caiga el que caiga, de la justicia por encima y al margen de todo lo que no fuera su propia sustancia, nos sorprenden ahora expertos en la econom¨ªa de la coyuntura, escrupulosos contables de la calderilla de la oportunidad, un tanto alejados de aquellos principios que parec¨ªan ser lo m¨¢s suyo.Un hecho posiblemente constitutivo de delito, de enorme negativa relevancia social -claro que no de los generadores de inseguridad ciudadana-, desaparece en el fondo de la chistera. El nutrido grupo de sus posibles autores, en otro alarde del ilusionista, se esfuman y es s¨®lo uno (ante el peligro) Pujol, quien ocupa toda la escena. Y nunca como eventual sujeto activo de un tipo penal, sino como doliente y dolido sujeto pasivo de una afrenta hist¨®rica. Pero, ?cuidado!, que tampoco a ¨¦l s¨®lo, y casi ni siquiera a ¨¦l, es a la burgues¨ªa catalana, a Catalu?a, a quien se est¨¢ irresponsable y locamente amenazando de banquillo. En un curioso extrav¨ªo de la raz¨®n dogm¨¢tica, que nunca hab¨ªa sabido de personas jur¨ªdicas y cuanto menos de intemporales entidades morales.
Est¨¢ claro, son el fiscal del Estado, quiz¨¢ el Estado, incluso Villarejo y Mena -en modo alguno Pujol y 24 m¨¢s- quienes tienen necesidad de presunci¨®n de inocencia. Que, por cierto, adem¨¢s, se les niega: lo sab¨ªan todo, lo ten¨ªan todo previsto.
Pero pong¨¢monos, al l¨ªmite, en lo peor. Supongamos, como quieren, que es verdad que el Gobierno ha utilizado sin m¨¢s, para sacarse la espina de las urnas amargas, el trabajo de unos fiscales. (Se admitir¨¢ siquiera que no menos serio que cuando tiene que ver con otra clase de delitos y otras categor¨ªas sociales de posibles autores.)
Pues bien, puestos en ese caso incluso, -lo que no debiera ser obligatorio-, es para preguntarse si el mayor o menor grado de' fortuna de una hipot¨¦tica decisi¨®n pol¨ªtica que pudiera haberse producido, en su ¨¢mbito propio, aunque no consta, habr¨¢ tenido la virtud de privar de un ¨¢pice de su eventual significado jur¨ªdicocriminal a unos hechos al parecer tipificados.
Si el ejercicio de la acci¨®n penal ser¨¢ por eso menos vinculante para el ministerio p¨²blico. Si el de legalidad tendr¨¢ aqu¨ª menos fuerza como principio. Si el de igualdad ante la ley puede conocer excepciones. Si hay ciudadanos de este pa¨ªs a los que alg¨²n,carisma de honorabilidad sit¨²a fuera del alcance de la Constituci¨®n y de los c¨®digos...
Y es para preguntarse y preguntar tambi¨¦n a tantos como se han manifestado en posesi¨®n del secreto de las vicisitudes de la oportunidad y lo oportuno, cu¨¢l entienden que ser¨ªa el tiempo justo, el momento pac¨ªfico, el d¨ªa d, la hora h en que presentada una querella como la de marras habr¨ªa merecido y logrado ser eso s¨®lo: una querella. Es decir, un instrumento previsto en la ley de Enjuiciamiento Criminal para abrir el camino del C¨®digo Penal con todas las garant¨ªas de que ha sabido o podido dotarse esta democracia. Mucho pueblo llano se preguntar¨¢ tambi¨¦n el porqu¨¦ de tanto ruido por una querella cuando est¨¢ profundamente convencido de que debe haber materia para tantas en los recodos de nuestra historia inmediata y del presente.
No ver¨¢, sin embargo, nada nuevo en que un tribunal se declare incompetente. Ni en que pueda no haberse previsto un tri bunal que lo sea para asuntos como ¨¦ste. ?l -ese pueblo- como un autorizado, punto de vista criminol¨®gico, aunque sin tanto aparato te¨®rico, lo tiene bien claro: hay modalidades delictivas para las que la estructural incompetencia de la justicia es m¨¢s bien regia. Quiz¨¢ la regla del sistema para su justicia...
Politizar todo
Y aqu¨ª, es decir, en el temor de que algo de eso pudiera estar cambiando o llegara a cambiar -qui¨¦n sabe- en este punto, es donde duele. Y por eso mismo es aqu¨ª donde, incluso a riesgo de algunas decepciones procesales, s¨ª valdr¨ªa la pena perseverar en el empe?o, desempolvar ciertas partes del C¨®digo Penal, hacer que otras sean mucho m¨¢s incisivas, poner a todo el mundo frente a la justicia al nivel de la calle, estimular al fiscal hacia v¨ªas menos trilladas, activando y reforzando y reformando tambi¨¦n en lo preciso, al mismo tiempo, los dem¨¢s mecanismos judiciales.
Mientras tanto; habr¨¢pol¨ªticos de entonces y de ahora, y sobre todo apol¨ªticos (de antes), virtuosos del matiz, expertos en oportunidad.y coyuntura, en el s¨ª... pero, que lo politizar¨¢n todo. Porque estar de acuerdo en dar a lajusticia lo que es suyo es una cosa y otra bien distinta que alguien ponga lo suyo (lo de ellos) en manos de los jueces. Por eso har¨¢n mucho ruido. Siempre ser¨¢ tan mal momento como ahora. Pero no debe importar, nunca mejor signo de que precisamente ¨¦se debe ser el camino.
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