La segunda muerte del eurocomunismo
Hab¨ªa algo especial en Enrico Berlinguer. Confusamente, la mayor¨ªa de los occidentales, y no s¨®lo los italianos, lo percib¨ªan. De ah¨ª provienen esos homenajes casi un¨¢nimes y, sin duda, mucho m¨¢s sinceros que las frases hechas que saludan la salida de escena de los grandes de este mundo. ( ... )Digamos que era sincero y que integraba siempre la realidad, tanto en sus an¨¢lisis como en la acci¨®n. Y era esta ¨²ltima cualidad la que hac¨ªa de ¨¦l un hombre moderno: hablaba del mundo tal como era. El ma?ana que anunciaba ser¨ªa solamente menos injusto y en ¨¦l cada uno ocupar¨ªa su sitio.
No es asombroso que este italiano cultivado, tolerante, este ap¨®stol del compromiso hist¨®rico, haya jugado un papel capital en la aventura del eurocomunismo. ( ... )
La gran hora del eurocomunismo son¨® el 2 de marzo de 1977, en Madrid, cuando Berlinguer encuentra a Carrillo y Marchais. Pero el proyecto abortar¨¢ pronto por numerosas razones. La primera es la invasi¨®n de Afganist¨¢n por la URSS, operaci¨®n que el Partido Comunista Franc¨¦s aprobar¨ªa fr¨ªamente, pero luego con entusiasmo. ( ... ) Otro obst¨¢culo sobre el cual ha venido a tropezar el eurocomunismo es el asunto polaco, y m¨¢s precisamente, la proclamaci¨®n del estado de guerra, que acentu¨®, una vez m¨¢s, las diferencias entre comunistas franceses e italianos. Al mismo tiempo, uno de los pilares de la troika perd¨ªa credibilidad: el partido comunista espa?ol bajaba en cada elecci¨®n y se instalaba en la crisis y Carrillo, viejo estalinista convertido al socialismo democr¨¢tico, no lograba mantener su autoridad. ( ... )
La primera muerte del eurocomunismo ha sido una larga agon¨ªa. La desaparici¨®n de Berlinguer constituye su segunda muerte. Pero la idea no desaparecer¨¢. Renacer¨¢, sin duda, un d¨ªa de sus cenizas.
Par¨ªs, 13 de junio
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